Capítulo 18

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Tras haberme sincerado conmigo mismo, me recosté en el sillón y solté un largo suspiro intentando calmarme. Era una idea muy loca el que me gustase alguien cómo ella y también sabía que nunca iba a pasar nada. Ella tenía a un chico, su vida encaminada y un futuro brillante. ¿Y yo? Yo iba a ser una mancha negra.

Dos golpecitos en la puerta me distrajeron, levanté la vista y vi que era la enfermera.

-Te he traído un vaso de agua para que tu espera sea más grata. -me sonrió con amabilidad.

Veréis, no es que no supiera lo que quería decir con "grata" porque se notaba a lo que se refería. Yo era el rey de los coqueteos y del ligar. Me sabía bien cada truco y cada indirecta.

-Gracias pero estoy bien.

-Bueno, yo te lo dejo aquí. -pasó por delante de mí y me lo dejó al lado- Verás, aún no están los resultados de las pruebas pero parece que no tiene nada.

Suspiré aliviado.

-Está despierta y bastante confundida. -asentí- Y por lo que han dicho los médicos hambrienta.

Hice una mueca.

-¿Le darán de comer algo?

Negó con la cabeza.

-Aquí se cena temprano y hacen las bandejas para cada paciente así que...

-¿Sabes dónde hay algún bar por aquí cerca?

-Oh, hay uno que está justo frente a la entrada principal. No sé si está abierto porque bueno... yo salgo más tarde.

¿Otra indirecta? Seguro.

-Perfecto, voy a buscarle algo.

Me levanté de la silla y ella se puso frente a mí.

-Si su chica llega antes que usted, ¿quiere que le diga algo? -actuó tímidamente pero se notó que solo era parte de su flirteo.

-No es mi chica. -aclaré y a ella se le iluminó el rostro. Acerté, estaba ligando. - Pero dile que no voy a tardar.

-Lo he imaginado, eres demasiado atractivo para-

-¿Para tener pareja? -la corté y alcé las cejas.

-Para estar con ella.

Eso me pareció una falta de respeto hacia Nora, puestos a que yo creía que yo sería el afortunado de estar con ella y no al contrario.

-Si te soy sincero, preferiría pasar mil noches con ella a una contigo. Si me disculpas. -pasé por su lado y salí de la habitación.

El bar para mi suerte y la de Nora estaba abierto pero el hombre que lo llevaba no podía ser más lento. Había tardado media hora en prepararme un simple bocadillo de jamón dulce. Yo tardo cinco minutos como mucho, joder.

Al entrar por la puerta de la habitación que nos habían asignado, me percaté de que Nora ya estaba allí por el ruido que hacía esa máquina que controla que su corazón siga latiendo.

Me acerqué cuidadosamente, no quería asustarla. Y al verme, sus ojos se abrieron como platos.

-¡Harry! -esbozó una pequeña sonrisa e inconscientemente se la devolví- Pensaba que iba a pasar la noche sola en esta habitación tan horrible.

-¿No te ha dicho la enfermera dónde iba?

Negó.

-Le he preguntado y se ha encogido de hombros.

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