Capítulo 4

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Sus ojos pasaron de mirar la taza a mirarme el rostro, primero los posó sobre mis labios y fue subiendo. Fue como si me estuviese haciendo un estudio detenido. Puede que muchas chicas me hayan mirado de esa forma, pero era la primera vez que alguna lo hacía sin interés real en mi, si no, con otro fin que mirarme de una forma pura.

-Verás, no creo que venir a vivir-

-Tienes Colacao por aquí. –la corté antes de que se negase a venir a vivir y le señalé el labio superior e inmediatamente ella se lo lamió, para después  dar paso a su mano por si algo se había quedado.

-Gracias. –me dedicó una sonrisa.

Entonces se escuchó la puerta de la entrada. Mierda. ¿No podría haber venido otro día? Nora me miró extrañada y después dirigió su mirada hacia el pasillo.

Narra Nora

Una mujer muy bien vestida se paró a medio comedor, sus ojos azules se quedaron mirándome de la misma forma que yo la estaba mirando a ella. Tenía el cabello largo y de color negro, había algunas arrugas alrededor de sus ojos pero nada que indicase que era muy mayor. Sus labios me dedicaron una sonrisa e yo hice lo mismo.

-Oh hijo, veo que tienes a otro de tus ligues.

¿Su madre?

-Mamá, ella no es-

-No soy su ligue. –dije ofendida.

-¿Sabes hablar? –dijo sorprendida.

Me quedé boquiabierta, ¿qué significaba eso de que si sabía hablar? Estaba claro que sabía hacerlo.

-Mamá…

-Oh, lo siento. Me refería a que cuando estoy aquí y hay todas esas chicas nunca se han atrevido a dirigirme la palabra, pero si a manosear y a tocar a mi hijo como a ellas les da la gana. –dijo ella con un poco de dolor en sus palabras.

-Su hijo se deja. –contraataqué, él no era ningún santo.

-Cierto. –y se echó a reír. - ¿Entonces tú eres…?

-Nora. –me levanté para darle la mano pero ella me abrazó.

-Anne.

Al separarse de mi se dirigió hacia Harry, y le dio un beso en la mejilla mientras lo agarraba hacia ella de una forma dulce y sobreprotectora. Sonreí porque eso me recordaba a las veces que mi madre me hacía eso porque decía que nunca estaba lo suficientemente cerca de mí.

-¡Mamá! –se quejó Styles, aunque tenía una sonrisa de niño pequeño en su rostro.

-Nunca quiere que le de besos pero es mi bebé. ¿Sabes? –me dijo aún con él en sus brazos.

-Lo entiendo.

Él la apartó y se puso en pie.

-¿Quieres algo mamá?

-No, gracias.

-¿A qué has venido entonces?

-Quería ver a mi hijo, ¿a caso es un pecado?

Él rodó los ojos.

-Creo que haberte dado las llaves de aquí fue una mala idea.

Se notó que lo había dicho sin pensarlo y que obviamente, no pensaba eso. Pero su madre pareció no notarlo y el brillo de sus ojos se apagó.

-Harry, ¿cómo puedes decir eso? Yo te echo de menos y desearía que pasaras por casa más a menudo. No me gusta que estés aquí con alguna de tus guarras. –me miró- No pretendo ofenderte.

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