Capítulo 5

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-Oh…Harry. –me sentí incómoda- ¿Cómo has conseguido mi número?

-Contactos.

-Ah.

Silencio.

-Verás… -dudó.

-Si has llamado para saber si aún me parece buena idea ir a vivir contigo, que sepas que sí, aunque no estoy muy convencida sobre lo que los demás pueden pensar.

Se le escapó una risa.

-¿A ti que no te conoce nadie te preocupa lo que los demás puedan pensar?

Me ofendí.

-No quiero que me relacionen contigo. No quiero que piensen que soy una de tus líos o que se piensen que voy a llegar a tener algo contigo y que tú me engañes. –di una pequeña pausa- No me gusta tú mundo y no estoy dispuesta a vivir en él.

El silencio volvió a aparecer y mi orgullo volvió a asomar la cabeza tras haber sido pisoteado por su culpa.

-¿A qué te refieres con mi mundo? –preguntó incrédulo.

-Me refiero a todo lo que te rodea, la gente que te observa al caminar, las chicas que van detrás de ti como un perrito dispuestas a ser usadas y tiradas. –hice una pausa- Ese mundo en el que no sabes lo que realmente valen las cosas y toda esa vida tan fácil que llevas.

Se rió sarcásticamente.

-Me alegra saber que te avergüenzas de mí y me encantaría seguir con esta conversación tan entretenida pero tengo otros asuntos más importantes a los que atender.

Rodé los ojos.

-Asuntos obvios.

-Sí quieres te doy los detalles de cómo me ducho y por qué partes me paso el jabón.

-¡Dios mío, no!

Sentí una carcajada a través del teléfono, claramente era uno de los sonidos más increíbles que había escuchado. Nunca había escuchado a un chico reírse de esa forma.

Colgué, no quería escuchar más sus tonterías y sus risas burlonas. Hacía que me sintiese muy inferior de lo que ya me sentía. Se podría decir que aún no conocer a Harry podía saber que era un chico prepotente y eso era odioso.

Busqué el número de teléfono de Savannah y marqué. Esperé al primer pitido, y al segundo Savannah ya lo había cogido.

-Hey. –contestó masticando algo.

-¿Estás comiendo?

-Sí.

-¿Cenando? Puedo llamar más tarde…

-No, estoy picando algo tirada en la cama.

-No entiendo como no puedes engordar.

-Cosas de la vida, nena. –puso el manos libres- Oye dime, ¿qué tal con ese chico?

-Dios… -resoplé.

-Ian me ha llamado por la tarde y le he comentado todo, para que el pobre estuviese al día.

-Después lo llamaré, para qué me dé su opinión.

-Oh, ya te la digo yo ; fóllatelo como si no hubiese mañana está que te cagas.

Solté una pequeña risa.

-No ayuda mucho que sea Gay y que le muevan todos los penes. –concreté.

-No, no ayuda mucho. –me dio la razón- Y bueno, ¿al final…?

-Puede que me mates pero…

-¿¡Has aceptado!? –me cortó.

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