Capítulo 2: El sueño

536 33 9
                                    

-Tenemos que decirle esto al entrenador-dijo Roger, tan bajo de casi pareció un susurro.

Ambos estábamos caminando hacia los dormitorios, aunque estábamos tan desconcentrados que temía que nos perdiéramos. Yo aún seguía abatida por el mensaje de aquel Folka, aquella mirada había quedado pasmada en mi memoria. Si me hubiera enfrentado a algo así cuando tenía siete años, probablemente me hubiera desmayado. Sus ojos eran... Horribles, completamente blancos, pero de alguna manera los encontraba demasiado interesantes, como si no tuvieran fondo.

-Si le decimos, se enterará de que estábamos afuera de noche. Nos matará.

Roger me miró como si hubiera matado a algún gato indefenso.

-¡Los Folka nos acaban de declarar guerra! No creo que tenga mucho tiempo para preocuparse de si estábamos o no en nuestros dormitorios.

-La guerra no es nada nuevo, y lo sabes-dije, pero luego lo consideré, éramos sólo un par de niños, no podíamos lidiar con problemas tan grandes como aquellos-. Está bien, pero no se lo diremos al entrenador.

Roger frunció el entrecejo.

-¿A quién entonces?

Yo le di una mirada que decía "tú sabes de lo que hablo."

Él abrió los ojos como platos.

-Oh, no. No, no, no. Él me da miedo-dijo Roger.

-Es mi tío, cálmate. No es cómo si te fuera a incinerar.

-¡Es Mason Thames! ¡Uno de los mejores Draka de toda la historia! ¡Estoy bastante seguro de que me incineraría si quisiera!-protestó.

-¿Y es que tú no aspiras a ser uno de los mejores Draka también?-pregunté.

-Sí, supongo, pero Mason es... Intimidante-respondió.

-No, no lo es-repliqué.

-¿Y tú qué sabes? Mason te traicionó a ti y a tú familia, no confío en él. Eva, ¿Si quiera has sabido algo de tus padres desde que los dejaste? ¿Sabes si están muertos?

Paré de golpe.

El tema de mis padres era uno que no me gustaba tocar, y Roger lo sabía. Claro que los extrañaba, eran mis padres, pero ellos me habían arrebatado un derecho. Cuando era un niña normal y vivía en el mundo de los humanos, me sentía fuera de lugar, como si nada ahí estuviera hecho para mí. Yo era buena en casi nada, y aquello me frustraba.

Cuando llegué al mundo de los Draka, supe instantáneamente que estaba en el lugar correcto. Yo pertenecía aquí, y mis padres me habían alejado de este mundo para protegerme, ¿de qué? ¿de un mundo de violencia y conflictos? Bueno, todo mundo tenía sus defectos.

Ahora me preguntaba qué hubiera pasado si mi tío nunca me hubiera traído aquí. Yo hubiera vivido el resto de mi vida sintiendo que una parte de mi estaba incorrecta.

Roger notó mi repentino cambio de ánimo y pareció arrepentirse.

-Oh... Yo, lo siento. No quise...

-Está bien, no importa-respondí.

-Es sólo que... No entiendo como puedes no odiar a tus padres o a tu tío, se me hace difícil de creer-dijo Roger.

La verdad era que los odiaba a todos en cierta manera, pero yo siempre supe que el odio no me serviría de nada, sólo me comería por dentro. Por eso trataba de evitar que ese sentimiento floreciera.

-La única razón por la que odio a mi familia es por haberme puesto un nombre como Rhodeva-bromeé, para ocultar mi incomodidad-. Es enserio, ¿en qué estaban pensando?

Draka y Folka, Libro 1: Los híbridosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora