Capítulo 13: La bruja del sur.

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Me desperté con un dolor de cabeza infernal.
-Oh, dios. Tienes que estar bromeando-me quejé.

Fer estaba despierto, y levantó una ceja al escuchar mi comentario.
-¿Qué tienes?-preguntó Fer.

Mi visión estaba desenfocada. Cuando por fin pude ver claramente, me pregunté qué hora era. Estaba oscuro, y el cielo no estaba adornado con el típico sol matutino. Estaba cubierto de nubes negras. Literalmente, negras.
-¿Qué hora es?-pregunté.

Fer frunció el entrecejo.
-Sabes que no existe algo como las "horas" aquí, ¿verdad?

Mi cabeza daba vueltas, estaba muy mareada. Ignoré completamente la respuesta de Fer.
-¿Qué le pasa al cielo?

Fer miró hacia arriba, como si no hubiera notado nada extraño.
-Va a haber una tormenta, supongo-dijo-. Eso podría ser un inconveniente...

Yo negué con la cabeza.
-No, Fer. El cielo está negro.

Él me miró como a un extraterrestre.
-Eva... ¿De qué color es esto?-me preguntó, poniendo una hoja en alto.

Yo entrecerré los ojos, pero la realidad no parecía cambiar.
-Es... roja-respondí.

Fer me miró confundido. Abrió los ojos bastante, y acercó la hoja a su rostro. La acercaba y la alejaba, tratando de ver algo que jamás vería.
-Oye... ¿Te sientes bien?

Iba a decir que no, porque así era. Pero de repente mi nariz comenzó a sangrar. La sangre brotaba de mis fosas nasales como agua de una manantial. Trataba de cubrirme con las manos, pero se manchaban de un líquido color verde. Pánico surgió dentro de mi. ¿Qué diablos estaba sucediendo?

-Necesitamos ayuda. Ahora-dijo Fer, quien no estaba seguro de qué hacer. Me miraba y agitaba sus manos de arriba a abajo. No sabía si detener la sangre con sus manos o buscar algo para limpiarla-. Diablos, ven acá.

Fer me levantó en sus brazos, y emprendió vuelo.
-¡Oye! ¡Más abajo!-grité.
-¿Más abajo qué?-dijo Fer, con extraña paciencia.
-¡Vamos hacia un águila!
-¡Aquí no hay águilas, Rhodeva!
-¡Pero si la estoy viendo! ¡Nos vamos a choca... !-pero pasamos a través de ella sin problema alguno.

Dios, me sentía terrible. Ya no sentía mis miembros, pero me sentía pesada. Veía sangre verde brotar de mi nariz. Y donde caía en la tierra, formaba hoyos. Como si fuera un ácido.

A unos cien metros, pude ver el ojo de la tormenta formándose. Había un remolino en el cielo negro, con un centro blanco. Parecía un hoyo negro en negativo, y de él brotaba humo color púrpura. Se veía alarmante, ya nada se veía como la realidad. Miré a Fer, y él me miró a mi.

Sus ojos se veían del mismo color que el humo que brotaba del hoyo negro, y su boca se curvaba en una sonrisa macabra. No parecía él, no era él. Tenía largos cabellos negros, que flotaban.

Grité con todas mis fuerzas, y traté de alejarme de aquel hombre, pero él no parecía querer dejarme ir.

Ya, dominada por el pánico, me desmayé.

...

Al despertarme, estuve alentada de ver colores normales. Al parecer, mi episodio de daltonismo había terminado. Fer, el real, aún me cargaba en sus brazos, pero esta vez estaba caminando.

Estaba lloviendo. No, lloviendo no, estaba diluviando. Truenos se escuchaban, y atroces relámpagos se veían a través de los árboles. La lluvia era anormalmente fría, y yo estaba cubierta en ella. Así que, básicamente, estaba titiritando, cubierta no sólo en agua helada, sino también en sangre. No me imaginaba mi rostro, debería verse como una escena del crimen.
-¿Dónde estamos, Fer?-pregunté. Fer al parecer no se había dado cuenta de que me había despertado.
-Tal vez no suene como una buena idea-dijo-. Pero en esta choza quizás encontremos ayuda.
-¿Choza?

Draka y Folka, Libro 1: Los híbridosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora