Capítulo 11: El relato de un Draka

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Fer y yo salgamos hacia atrás, a la vista de nuestro peor enemigo: el fuego.
-¡Callan!-lo llamé por su nombre.
El chico me miraba de arriba a abajo, las últimas llamas de sus ojos color carbón apagándose.
-Dios, ya veo por qué te quieren matar-dijo. Fruncí el entrecejo, su cabello era rojo como el fuego, y aparentaba aún tener llamas, pero no las tenía. Un día había soñado tener aquel cabello cuando me convirtiera, o tener aquellos ojos color carbón que se prendían en fuego sólo para demostrar poder. Pero, en cambio, me convertí en un monstruo para mi gente.
Pero había algo mal allí. Callan no era de mi misma ronda, ¿por qué se había convertido? No había terminado su entrenamiento, y los Draka no eran la clase que adelanta a los estudiantes. Pero, ¿qué rayos estaba pasando ahí?
-Te ves... Te ves como el enemigo-dijo Callan. Y sí, eso me golpeó justo en lo más profundo de mi misma. Callan era mi amigo, y ser llamada "el enemigo" por un amigo no era algo que deseara vivir.
-Eh... No sé si lo hayan notado, pero hay monstruos gigantes tratando de cazarnos-intervino Fer.
Miré a Callan, sin estar segura de qué era lo que mi expresión estaba revelando. Podría ser decepción, pero se sentía más como odio. Odiaba mirar hacia atrás, y al mirar a Callan estaba mirando a un hogar que había dejado atrás.
Hice un ademán para que saliéramos por donde habíamos venido, pero al parecer era la única que podía ver claramente la salida.
Un gruñido estruendoso resonó por entre la tierra. Su volumen era tan exagerado que Callan y yo nos encogimos y tapamos nuestros oídos.
-Calma, no es para tanto. Tampoco fue tan fuerte.
-¿Que si qué?-dije.
Y entonces lo escuchamos, pasos. Pero no eran pasos como cualquier otros, eran como si se estuvieran arrastrando serpientes por debajo de los pies, y su constante siseo se combinara con sus pasos. Formaba un sonido espantoso.
No tuvieron que ver la salida para seguirme despavoridos por el orificio en la tierra.
La luz me encandelilló por unos segundos, y mi cabeza tuvo intenciones de explotar, pero no le hice caso.
-¿Los Draugr pueden volar?-pregunté.
-No quiero descubrirlo-dijo Fer. Tomó mi mano y se introdujo en el aire como un cohete.
-¡Ey! ¡Draka indefenso y sin alas aquí abajo!-gritó Callan mientras corría con todas sus fuerzas detrás del bosque.
-Ya no podemos bajar-me dijo Fer-. Es muy peligroso.
Gruñí.
-Tal vez sea peligroso para ti.
Me desprendí de su mano y bajé en picada. Callan tenía buen físico, pero no podía compararse con alas de alta velocidad. Lo agarré por el cabello.
-¡Qué diablos haces! ¡Por el cabello no! ¡Auch!-me tomó algo de tiempo conseguir tomarlo del pecho. Por suerte, era liviano  a pesar de su contextura atlética y altamente musculosa.
-¿En serio lo vas a cargar?-dijo Fer-. Aún no entiendo qué vamos a hacer con él.
Le mostré una mirada de desprecio. Era una mirada que le otorgaba muy frecuentemente a Fer, pero lo hacía inconscientemente, en realidad no despreciaba a Fer en lo más mínimo.
-Lo que podamos-respondí.
Fer no respondió.
-¿Los ves?
Mire hacia abajo. El prado seguía intacto e inmolestado, al parecer los Draugr no habían salido de su escondite.
-Esto me huele mal-dije.
Sin alentar nuestro vuelo, miramos atrás unas veinte veces, sin encontrar nada.
-Bueno, nos podemos quedar calculando las opciones sobre cómo los Draugr nos atraparán o podemos seguir adelante y encontrar un escondite.
Fer y yo nos miramos. Pues sí, éramos los adultos ahí, pero a la hora de tomar decisiones no éramos muy maduros.
-Si encontramos este escondite, nos dirás todo lo que sabes, ¿está bien? O de lo contrario, no tendré ninguna razón para mantenerte con vida.
"Fer, no la cagues." Dije, tratando de evitar hacer una mueca de molestia.
-A mí no me vengas a amenazar, que yo no soy el enemigo. Y sí, les contaré, pero no por tí, sino por Rhodeva.
Fer rodó los ojos, lo cual me hizo reír.
-Rhodeva, te puedes ver como el enemigo, pero sé que no lo eres. En el volcán Draka, es cómo si fuera la Apocalipsis. Ya no hay orden, ni explicaciones. Sólo destrucción y tortura.
Mi corazón se encogió.
-¿Todo eso es mi culpa?
Callan miró hacia otro lado, e ignoró mi pregunta por completo.
-Creen que siempre fuiste una espía de los Folka, y se están volviendo locos con la idea de que irás a contarles todos sus planes y secretos. Además, lo están relacionando con el retiro de tu madre.
Fruncí el entrecejo.
-¿El retiro de mi madre? ¿Qué tiene que ver eso ahí?
-La verdad es que no lo sé-respondió-. Eso lo tendrás que hablar tú con ella. Si es que aún tienes contacto con ella, claro.
Me tensé, pues recordé el sueño que había tenido hacía poco, la única comunicación que había tenido con ella en años. Y me lo advirtió, ella me previno y yo no hice caso. La pregunta era, ¿por qué me había prevenido?
-Lo siento, sé que no te gusta hablar mucho sobre tu familia, con el asunto de Mason y todo aquello.
Fer suspiró. Pero no, no fue un suspiro soñador, fue más cercano a un gruñido. Al parecer, el tema de la familia tampoco era muy placentero para Fer. Me preguntaba qué le habría pasado, tarde o temprano tendría que contarme.
-¡Hey! ¿Qué tal ahí?-señale un círculo perfecto entre cuatro árboles, cuya sombra aportaba la cobertura perfecta. Era más, las copas frondosas parecían acomodadas para nuestra conveniencia.
-Está bien-dijo Fer, y nos dirigió a nuestro escondite.
Justo en aquel lugar, era oscuro. Casi parecía de noche, cosa para lo que sólo faltaba alrededor de una hora.
Callan, magullado, se desplomó en el suelo y extendió sus brazos para estirarse.
Fer me miró, y me dijo lo más bajo posible:
-Espero que no sea tan malo.
-Oh, bueno. Eso depende de tu definición de "malo."
Fer se sobresaltó.
-¿Cómo es que escuchas? ¡Susurré!
-Los Draka tenemos muy buen oído-explicó Callan.
Oh, así era. Sin embargo, pasaba después de la conversión. ¿Cómo era que Callan, perteneciente a una ronda menor, había acabado convertido? No lo sabía, los Draka no eran la clase que rompe sus protocolos. Eso sí, había un recién convertido que estaba acechando mi mente.
-Callan... Roger, él...
-¿Está bien? No, no lo está. Pero no morirá, que es lo importante.
Fer entrecerró los ojos.
-¿Quién es Roger?
Negué con la cabeza.
-No importa ahora. Callan, sólo cuéntame, que me estoy carcomiendo.
Callan rió.
-Por donde empezar, Rhodeva-dijo-. Básicamente, el caos se desató cuando escapaste. Declararon la operación Diluvio.
-¿La operación Diluvio? No puede ser-eso lo explicaba todo, sí, pero la operación Diluvio era algo serio. No sabía si sentirme halagada o amenazada. Aquellas medidas no habían sido tomadas hacía siglos, y eran total e indiscutiblemente invencibles.
Y, Dios mío, yo era su objetivo.

Draka y Folka, Libro 1: Los híbridosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora