Capítulo 4: Ahogada en un lago de lava

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Me llevaban agarrada de todas las extremidades, mis pies no hallaban el suelo. Todo lo que podía ver eran las paredes cónicas de volcán y en lo alto un círculo de luz con todas mis ansias deseaba alcanzar. Por lo que oí, los convertidos se habían venido detrás para ver que estaba sucediendo. Deberían estar preguntándose por qué su ceremonia habría terminado.

Todo dentro de mi se sentía desalentado, habría luchado, pero me sentía como una roca, rígida y tosca. Esto no era lo que habría planeado, esto no era para lo que había nacido. Yo era una Draka, yo era una descendiente de los dragones, esto... Esto era una pesadilla.

Los que me llevaban no se detenían, comencé a preguntarme a donde me llevaban. Hasta que caí en cuenta, me estaban llevando al puente de conexión, desde el cual me tiraría al abismo de la lava. Era el peor castigo existente dentro de su sistema judicial. Decían que no mataría a un Draka, pero si le causaría un dolor equivalente al de estar quemándose. El problema ahí era que, por lo visto, yo no era una Draka. Yo no tenía resistencia sobrenatural al calor, yo sentiría el dolor que sentiría un humano. No quería imaginar eso.

Al hacer mi realización, comencé a patear y golpear todo lo que pude, estaba realmente desesperada. Pero lo Draka tenían más fuerza que yo, los ojos de uno ardieron en fuego y estuvo a punto de lanzarme una llama al rostro, pero al parecer se contuvo.

-¡Esperen! ¡No hagan esto! ¡Yo soy una Draka! ¡Hay algo mal!-exclamé, sabiendo que nada iba a funcionar.

-Eres un intruso, eso es lo que esta mal-dijo la mujer de la conversión.

Yo me agarré a su armadura, maleable, por cierto.

-Dime que me esta pasando, dímelo-le demandé.

-Pasa que la sangre de dragón no domina en ti, los Folka te enviaron para dañarnos. Debimos haberlo sabido. ¿Qué sabes? ¿Qué viniste a hacer?

Yo recordé el mensaje de Folka, era lo único que sabía.

-Los Folka nos declararon guerra oficial-dije-. Y, algo sobre un arma entre nosotros. Algo que les pertenece.

<<Yo soy el arma>>, pensé.

-Ya no hay "nosotros", Rhodeva. Debes ser eliminada.

Entonces, mis pies tocaron tierra y pude ver hacia el frente. Estaba justo al borde del puente, y Mason me tomaba de los hombros.

-Debí haber escuchado a tus padres, Eva. De alguna manera, siento haberte traído aquí, pero ya es demasiado tarde. Eres un monstruo, tu padre debió matarte a ti y a tu madre. Impostoras-susurró a mi oído.

Dicho esto, sentí como su agarre en mis hombros cedía y yo perdía el equilibrio. Por algún milagro logré recuperarlo, pero perdí mis esperanzas cuando Mason me empujó y caí.

Cuando caes, siempre piensas en el impacto que te espera, pero yo estaba pensando en aquella última palabra. "Impostoras."

Cada segundo de la caída, el aire se hizo más y más hirviente. Yo perdí la noción del tiempo, hasta que impacté. Me hubiera roto unos cuantos rotos si no fuera por la armadura, pero aquella era mi menor preocupación. Apenas hice contacto con la lava, esta me envolvió y el dolor despertó. Era como si estuvieran rociando cada poro de mi piel con aceite caliente, casi como si me estuvieran fritando. Me hundí hasta la nuca en la lava, aguanté la respiración. Pensé en abrir los ojos, pero sabía que no haría bien alguno, si es que todavía tenía fuerzas para pensar.

Cuando gritaba, mi boca se llenaba de lava, al igual que mis adentros. Cada parte de mi pedía agua, aire, cualquier cosa que pudiera extinguir el fuego que se había prendido en mi piel. De repente, no pude aguantar más la respiración y tomé una bocanada de aire. Oh, un segundo, no había tal aire. Lo que respiré fue lava y fragmentos de roca pura. Todo eso se arremolinó por mi traquea y llegó a mis pulmones. Sentía que mis adentros se iban a explotar, tenía la impresión de que mi nariz se estaba perforando por la densidad de la lava. Era como estar ahogándose, pero mil veces peor.

Draka y Folka, Libro 1: Los híbridosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora