Capítulo 6: El exiliado

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-¿Estás loca? ¿Fuego? ¿Es enserio? ¡Podrías habernos matado a los dos!-dijo Fer, una vez sus piernas volvieron a funcionar.
-No teníamos ninguna otra opción, ¿querías morir?-respondí.
-Hubiera sido una experiencia inolvidable-dijo.
Yo resoplé.
-Oye, si aquellas eran hadas sin magia, ¿por qué no las atacaste con la tuya?-pregunté.
Fer se encogió de hombros.
-No lo sé.
Yo fruncí el ceño.
-¿No sabes? ¿Eso es todo lo que tienes que decir?
Fer hizo una mueca.
-No pensé en ello.
-¿No pensaste en usar tus poderes mientras te estaban colgando de cabeza en un árbol? ¿Qué clase de tonto eres?
Fer no respondió.
-¡Fer! ¿Por qué no usaste tu magia?
El gruñó.
-¡Porque no tengo magia alguna! ¿Ok? ¡Nací sin magia!
Luego, echó vuelo y me dejó atrás. Yo le seguí, no sin antes estrellarme contra las hojas de un árbol.
-¿Cómo que no tienes magia? ¡Todos los Folka tienen algo de magia!
Fer negó con la cabeza, y aceleró. Yo hice lo mismo.
Fer me miró con fastidio.
-No te voy a contar todo sobre mi, Rhodeva. No ahora. Aquello es algo muy privado, ya sabes demasiado-dijo Fer-. Ahora, si no te importa, como puedes ver no traje ninguna comida, y tu quemaste toda la que hubiera podido quedar. Ahora tenemos más enemigos y hambre.
Volví mi mirada hacía al horizonte. Sólo se veían valles inmensos de césped, sin ninguna clase de vegetación.
Sí, estábamos fritos.
-Eh... Fer, ¿dónde podemos conseguir comida? No creo que pueda seguir volando por mucho.
Él miró hacia los valles, luego me miró como si hubiera matado a alguien.
-Tienes suerte de estar conmigo. A unas pocas horas de aquí, vive un amigo mío. Él nos atenderá con todo gusto-dijo Fer.
-Oh, ¿un hada?-pregunté.
-¿Qué? ¡No! ¡Un Folka!
-¿Qué hace un Folka tan lejos de su bosque?-pregunté.
-Es una larga historia. Sería mejor que él te la explicara-respondió Fer-. Nos tendremos que desviar un poco, ¿lista?
Yo asentí, y Fer salió volando como un águila que había localizado a su presa.

...

Ahora, cuando me dicen "desviarse un poco", me imagino un desvío en diagonal. No me imagino un giro de trescientos sesenta grados que amenaza con romper mi espalda. Necesitaba unas clases de vuelo, urgente.
-¿Estás bien, Eva?-preguntó Fer.
A pesar de mi mareo, mi corazón se retorció. "Eva" era como Roger me llamaba, y ahora mismo no quería pensar en él ni en los Draka. Estaba bloqueando mis sentimientos, como siempre.
-Lo más bien que se puede llegar a estar cuando vuelas más alto que un cuervo.
-Lo siento, pero los vientos son más fuertes aquí arriba, nos harán volar más rápido. Además, entre más arriba estemos, más difícil será que los olvidados nos localicen.
-¿Quienes son "los olvidados"?- pregunté, reconociendo el nombre de mi conversación con los enanos.
-Eh... -Fer se rascó la cabeza, dándose cuenta que había dicho algo indebido-. Son una agrupación. Unos de los enemigos de los híbridos.
-¿Cómo los enanos? ¿Qué tienen contra nosotros?-pregunté.
Fer vaciló.
-Escucha... No te puedo bombardear con información. Aprenderás cosas con el tiempo. Has estado aislada por mucho, ten paciencia.
Yo no hice más preguntas, pero aquello no significaba que no lo fuera a averiguar. Ser paciente no era una de mis cualidades. Por suerte, Fer no sabía eso.
-¡Oh! ¡Mira! ¡Es un biosbardo!-dijo Fer, cambiando el tema.
<<¿Un biso qué?>> pensé.
Fer alentó su vuelo, y se acercó silenciosamente a un ave de extraña forma.
-¿Qué es eso?-dije, mirando el ave que se bañaba de sol en medio de un valle.
-¡Shhh! ¡No hagas ruido o se escapará!-susurró-. Es un biosbardo, sólo se les puede ver en la tierra de las hadas. Son increíblemente raros.
Yo recordé vagamente una clase de mitología, creí saber qué eran.
-¿No era ese un mito extraño que los humanos usan para gastar bromas?-dije.
-En la tierra de los humanos, lo es. Es sólo un mito. Allá, bromistas invitaban a inexperimentados a "cazar biosbardos", criaturas que no existían, de una manera especial, tenían que salir en la noche con un saco e invocarlos con un canto para que llegaran a él, aquel que atrapara uno tendría buena suerte. Al final, los inexperimentados veían el reflejo de un biosbardo en un lago y los bromistas le gastaban una broma, o algo así.
-¿Por qué en un lago?-pregunté.
-Los lagos son portales entre las dimensiones, no todos, pero la mayoría. En los buenos tiempos, era común que un biosbardo se aproximara a un algo, y su reflejo fuera visto en la otra dimensión.
-¿En los buenos tiempos?
Fer sonrió con melancolía.
-Desde que las hadas descubrieron que podían cazar a este animal y les traería buena suerte, comenzaron a hacerlo masivamente. Quedan muy pocos ahora.
-Qué triste-dije, olvidando por completo hablar en voz baja.
Los ojos de búho del biosbardo se volvieron hacia nosotros, llenos de alarma. Sus plumas brillaron, y como un capullo naciendo, el biosbardo se transformó en un humano.
Su mirada, aún inhumana, se volvió hacia nosotros, amenazante.
-Los biosbardos cambian de forma cuando se sienten en peligro. Tenemos que demostrarle que no somos una amenaza-insistió Fer-. Agacha tus alas y cabeza.
<<¿Qué? ¿Puedo hacer eso sin dejar de estar en el aire?>>pensé, pero no protesté. Hice lo que Fer me dijo, y el biosbardo pareció agradecido.
Su forma volvió a cambiar a la de un ave. Batió sus alas en un signo que pareció de gratitud, y a continuación salió volando.
Fer miró con asombro, pero al mismo tiempo con rencor.
-El mundo de los humanos no es el único que está siendo destruido-dijo él.

Draka y Folka, Libro 1: Los híbridosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora