Capítulo 14: El ataque de los Draugr.

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Estaba anocheciendo, y el camino era apenas visible, pues la noche iba a ser inusualmente oscura. Sin embargo, la posibilidad de parar y pasar la noche en algún recóndito lugar del bosque no cruzó por la mente de ninguno de los dos. Estábamos cerca a nuestro destino. No estaba segura de querer llegar, no tenía idea de lo que me aguardaba en la casa del enemigo. Sólo conocía a Fer, un ser que, al parecer, no se asemejaba al Folka corriente de ninguna manera. Temía que, como Fer me había dicho, cuando llegara al bosque fuera apartada de él, y enviada a alguna de esas cuarteadas de "élite." No sabía qué esperar, y a decir verdad, me encontré a mi misma mirando hacia atrás más de un par de veces.

-Nos estamos acercando a las montañas del este-espetó Fer-. No podremos volar ahí.
El repentino comentario me sorprendió. ¿No podíamos volar? ¿Qué clase de condición era aquella?
-¿Por qué no?-pregunté.
Fer estaba algo extraño. No tan extraño como había estado después del relato de Callan, pero se le podía ver preocupado, casi arrepentido. Era cierto, habían perdido días significantes a causa del incidente de la bruja, pero no era para tanto. Era cierto, habían visto cosas terribles que los dejarnos confundidos y con múltiples preguntas, pero no era para tanto. Y era cierto, Fer había roto el récord del beso más largo de la historia con el monstruo de su infancia, pero tampoco era para tanto. Eso ya lo tenían claro: eran problemas por los cuales no había que preocuparse aún.

Entonces, ¿por qué se le veía con la mirada fija en las próximas montañas, como si albergaran dentro de ellas una pesadilla naciente? Miraba al horizonte con recelo, como si estuviera volviendo a un viejo y ya conocido sufrimiento. Tal vez lo era, tal vez la vida de un mensajero era una tortura.

Por eso, me prometí no dejar que la vida de Fer volviera a ser una rutinaria humillación. No sabía cómo lo haría, pero sí sabía que se lo debía. Fer me había mostrado, sin querer, no sólo secretos que llenaban las preguntas de mi corazón, sino también un poco de la historia de una persona con mucho por enseñar: él mismo.

-Porque no es bien visto-respondió, fijando su mirada en mi, lo cual me sorprendió un poco.
-Aquí nada es bien visto-dije, apartando mi mirada de la suya. Al parecer, el contacto visual no era lo mío-. ¿Son las montañas sagradas, o algo así?
-No son sagradas, pero son respetadas- al ver que obviamente no estaba satisfecha con su respuesta, Fer continuó-: Se dice que jugaron un papel importante en una alianza que se dió entre los Creadores, un antiguo lugar de reunión, por lo que tengo entendido.
Algo hizo "¡zap!" en la parte trasera de mi mente, y me remonté a aquel extraño sueño que había tomado lugar hacía unos días.
Soy tu creador, había dicho la voz. La voz de un dragón.
-Fer... ¿Qué es un Creador?
Fer me miró extrañado, como si le acabara de formular la pregunta más estúpida que jamás hubiera salido de mi boca.
-Pues las hadas y los dragones de la luz. ¿No es un poco obvio?
-¿Sólo los híbridos usamos ese término?-pregunté.
Fer dobló los labios hacia abajo y levantó las cejas, probablemente preguntándoselo.
-Bueno, jamás he escuchado a nadie más decirlo. No es muy importante, si los ves en el presente, al menos que te interese la historia de los híbridos, la cual nos ha sido repetida incontables veces.
Yo asentí, extrañada. La verdad era que sólo había escuchado aquella historia una vez, y me había parecido muy intrigante. Siempre me pregunté por qué los dragones de la luz y los dragones oscuros se habían disputado. Eran hermanos de sangre, o primos, como fuera. ¿Qué los habría puesto contra el otro?

Como era de esperar, no pude reservarme mis dudas para mi misma, la pregunta brotó de mis labios como si tuviera vida propia.
-¿Por qué los dragones de la luz y los oscuros estaban en guerra?
Fer rio. Fue una risa seca, breve, y amarga.
-Por el lago Voda. Escucha, en esos tiempos el territorio de este mundo pertenecía mayormente a las hadas, los dragones tenían sus territorios separados. Había un territorio que no era oficialmente de nadie, y en este territorio se encontraba el lago Voda, uno de los portales más conocidos del mundo de las hadas.
-¿Un portal? ¿Al mundo humano, te refieres?-pregunté. Jamás supe como había llegado del mundo humano al volcán Draka. ¿Existían tales portales?
-Me extraña que no lo sepas, Rhodeva. Los lagos son portales, a las demás dimensiones, el lago Voda es uno de los más grandes y poderosos. Los dragones de la luz ya tenían un lago en sus tierras, pero el lago Voda era simplemente muy importante. Todos lo querían-explicó Fer-. Dios, esto es cultura general, estoy decepcionado.
-¿Aún existe el lago Voda? ¿Dónde queda?-pregunté, entusiasmada. Tal vez yo había llegado ahí por el lago Voda. Quizás podría descubrir un poco más sobre con qué fin mi tío me había traído ahí.
Fer sonrió. Al parecer, mis preguntas le resultaban divertidas.
-En el bosque Folka, obviamente.
Oh, pensé. Era imposible que hubiera emergido en aquel mundo a través del bosque Folka. ¿O no lo era? ¿Qué podía saber yo?
-¿Recuerdas lo que te dije? ¿Qué el bosque Folka es el único bosque no-mágico en esta dimensión?
-Eh... No-respondí.
Fer me fulminó con la mirada.
-Bueno, el caso es que el lago es mágico, entonces cambia de posición dentro del bosque. Se dice que solamente logran llegar a él los que lo necesiten, o los que tengan buenas intenciones. El líder de los Folka ha intentado llegar a él, pero jamás ha podido, gracias a dios. Sin embargo, geográficamente se encuentra en un extremo casi costero del bosque.
-Aguarda-dije-. ¿Los Folka tienen un líder?
-Lamentablemente, sí-respondió Fer-. No te preocupes, es un amor. Probablemente se convierta en tu nuevo mejor amigo.
-¿Es un lamentable amor?-dije.
Fer se encogió de alas. Sí, de alas.
-Depende de tu punto de vista. Desde el mío, es detestable. Sí eres su amigo, es un ángel caído del cielo.
Fruncí el entrecejo.
-Vaya, pensé que el gobierno de los Folka era más... Apacible.
-No en realidad, al menos que te guste ser criticado hasta por la forma en la que ríes. Sólo son una manada de gente que ha pasado demasiado tiempo viva, qué bueno que yo sí moriré, y no me volveré loco como el líder y sus compañeros de élite.
-No me estás entusiasmando mucho, ¿sabes?-protesté.
Fer se acercó a mi.
-Es porque no quiero que te entusiasmes. Nada es perfecto. Además, desde que los híbridos dejaron de llevarse bien, ninguno de los dos bandos está actuando con cordura. Sólo quiero que lo tengas en cuenta, antes de que los Folka te comiencen a llenar la cabeza con su bazofia.
Asentí. Sentí la reprimenda de Fer. Pensaba que me iba a dejar influenciar por la locura de los del élite.

Draka y Folka, Libro 1: Los híbridosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora