El día siguiente pasó como un sueño. Fer y yo no tuvimos demasiado contacto, preferimos quedarnos en nuestro refugio, ignorando el peligro que los Draka buscándonos representaban. Nos habíamos dicho el uno al otro que era sólo para descansar, pero ambos sabíamos que era para algo más.
Queríamos pensar.Yo había quedado abatida por el relato de Callan, pues no tenía idea alguna de lo que había querido decir. Su mensaje no había llegado más lejos de mis oídos, pues mi cabeza no había podido procesarlo.
Seguramente no me entienden, dudo mucho que sea así. Sin embargo, haré lo mejor para explicarles. Estaba exhausta, y no por haber recorrido tanta distancia en tan poco tiempo, sino porque me sentía perdida. Por primera vez en mi vida me sentía genuinamente desubicada. Si Callan me había dicho era verdad, habían cosas que yo misma no sabía sobre mi. ¿Qué decía eso sobre mi? Me sentía ajena. ¿Quién es Rhodeva Thames? ¿Quién puede ser si ni siquiera ella misma lo sabe? Era como estar en un examen con temas totalmente desconocidos, en donde todo se veía como un acertijo. Así sentía mi vida, como un acertijo. No debía ser así.
Pero sobre todo, estaba cansada de todos los secretos. ¿Por qué diablos todo debía tener una especie de tabú? Las cosas son como son, y el hecho de mantenerlas ocultas no las iba a hacer menos reales. Mi madre me ocultaba cosas, mi supuesto mejor amigo también, Fer también lo hacía. ¿En quién se supone que debía confiar? Los Draka me había enseñado a desconfiar de todos y todo, pues todos éramos propensos a traicionar, pero ¿en verdad debía ser así?
Y, Dios, quería saber los secretos de todos, absolutamente todos. Quería solucionar las cosas de una vez por todas, sin tanto ajetreo, sin tanto misterio. No obstante, sabía que no pasaría. Sabía que debía luchar por las cosas, pues así había sido enseñada, y esta vez lucharía por la verdad.
Por otra parte, lo que me estaba enervando no era solamente la potencial verdad. También estaba Fer. Durante todo aquel día lo había sorprendido dándome esa mirada. Era desconfianza, repudio. Podría asumir que era porque tampoco sabía quien era yo, y probablemente pensaba que le escondía cosas. Ahora, no era que él no me escondiera cosas, pero cuando pasas tanto tiempo a solas con una persona, las expectativas de confianza suben más rápido que un cohete.
Y sí, me dolía ver que Fer perdía su trato conmigo, pues ya había adquirido cierto aprecio por él. Y me dolía aún más pensar que yo podría perder el mío con él, pero a la hora de resolver conflictos yo no era una experta. Pregúntenme como ganar una guerra, y les daré estrategias, movidas y una garantía de victoria; pregúntenme como recuperar a un amigo, y me reiré, pues es lo que hago cuando no tengo remedio para las cosas.
Llegó la noche, y tan sólo nos habíamos dirigido la palabra tres o cuatro veces, y el remordimiento me estaba matando. La tensión era palpable, ninguno de los dos se movía, pues sabíamos que teníamos una charla pendiente. Por suerte, fue Fer quien dió el primer paso.
-¿Quién eres? Y no me des explicaciones tontas. Dime quién eres y qué me estás escondiendo.
Me sentí indignada, pues mis sospechas habían sido confirmadas. Todo rastro de confianza había sido borrado.
-¿Tú quién crees que soy?-respondí.
Fer evitaba contacto visual conmigo.
-La verdad es que no te conozco, y en verdad quiero hacerlo. Pero siendo realista, lo único que sé de ti es que tu nombre es Rhodeva y que eres una espía de los Folka enviada a los Draka para conseguir información, y que eres importante para los Folka. Aunque, al parecer, no sólo para los Folka.
Asentí con la cabeza. Quería que la tierra me tragara, porque me impactada darme cuente de que en verdad no sabía nada sobre Fer, ni él sobre mi. Nuestra amistad no se basaba en nada más que vacíos.
-En tu descripción, ya hay dos cosas de las cuales no tenía idea.
Fer frunció el ceño.
-A mi no me vengas a mentir, que estoy bastante seguro de que sabes lo que representas. ¡Sé que no soy el Folka de más alto rango, y que no tengo derecho a saber tus secretos! Pero dios, Rhodeva, ¡soy tu amigo!
"¿A esto le llamas amistad?" Pensé.
Fer estaba molesto, por un testimonio que su enemigo innato le había dado. Al parecer, Callan sólo había traído problemas.
-¡Qué no sé! ¡Joder! Por el amor de dios, ¡créeme!-exclamé, mi paciencia agotándose-. Además, tu tampoco eres exactamente un libro abierto. Dime, Fer. ¿Por qué no tienes magia? ¿Por qué odias a tus padres? ¿Qué son los olvidados?
Fer se quedó callado. Hizo una pausa de unos cuantos segundos, en los cuales se tranquilizó.
-Está bien-me tomó de las manos-. Hagamos algo. Yo te contaré absolutamente todo sobre mi y sobre lo que sé, y tú me contarás todo sobre ti y sobre lo que sepas. Entonces, prometeremos que nos contaremos todo, y nunca jamás nos esconderemos nada.
-Te escucho-respondí, secamente.
Fer suspiró.
-Vale. A ver, no puedo hacer magia porque tengo muy poca sangre mágica en mi. Y no sólo me quita la magia, sino también la inmortalidad de un Folka. Por esa misma razón, no puedo tener un rango más alto en la sociedad Folka. Por eso soy mensajero y maestro del vuelo.
-¿A qué te refieres con que tienes muy poca sangre mágica en ti?
-Bueno, ahí entra lo de mis padres. Resulta que no soy hijo de dos Folka, como la mayoría, si no que soy hijo de una humana y un Folka. ¿Cómo pasó eso? No lo sé. El caso es que ese es un vínculo prohibido. En consecuencia a esto, la magia dentro de mi es demasiado débil para ser significante.
Ladeé la cabeza.
-¿Cómo es que especies de diferentes dimensiones terminaron juntas?
-No lo sé. Jamás conocí a mis padres. Lo único que sé sobre ellos es que por su estúpido vínculo prohibido ahora mi calidad de vida es pésima.
-Oye, tu calidad de vida no es nada mala.
Fer rió.
-Es miserable, comparada a la élite Folka. Pero no te preocupes, para allá vas. Además, con tu destreza para la magia, tal vez hasta te hagan un altar.
Me encogí de hombros.
-Si voy para una "élite", te arrastraré conmigo.
-Sólo los que tienen algo especial clasifican ahí.
-Pero tu eres un maestro del vuelo...
-... Al igual que todos los mensajeros-me interrumpió.
Me quedé pensativa.
-Entonces, te entrenaré. Tu desempeño físico te hará especial.
Fer rió sarcásticamente.
-Suerte con eso. Entonces, ¿qué quieres saber sobre los Olvidados?
Me molestó el cambio de tema, pero no protesté.
-¿Quiénes son? ¿Qué hacen? ¿Por qué son tan temidos?
Fer se lamió los labios.
-En esencia, es simple. Los olvidados son: los trasnos, los tardos, los trasgos, los elfos oscuros, los Draugr y los Duergar. Son los que quedan de muchos que ya se han extinguido. Todos ellos fueron alguna vez considerados hadas. Sin embargo, o no tienen magia, o su magia es diferente a la de las hadas. Al principio eran protegidos por el reino de las hadas, pero con la llegada de los híbridos, y gracias a su naturaleza malvada, fueron exiliados. Sólo los elfos de la luz siguen bajo el régimen del reino de las hadas.
Siendo sincero, la mayoría de ellos son inofensivos. Son sólo enanos malhumorados que te pueden causar un mal sueño o un mal día. El problema viene con los Draugr y los elfos oscuros. Ellos si poseen magia poderosa, y es puramente oscura. Son aterradores, sí, y detestan a los híbridos, pero hasta ahora no han representado una amenaza grande para ninguna otra especie.
-¿Y qué era tan complicado de eso?-pregunté.
-Bueno, las hadas quieren que los Olvidados sean olvidados. No se debe hablar de ellos.
-Pero nosotros no somos hadas.
Fer levantó una ceja.
-Tú sabes a lo que me refiero.
Sonreí.
-¿Mi turno?
-Me tienes intrigado-respondió.
-No es menos simple. Soy hija de dos Draka, o de un Draka y una Folka; no estoy segura. Mis padres eran retirados, pero mi tío era un Draka activo.
-Sospechoso-dijo Fer.
Ignoré aquel comentario.
-A los siete años mi tío me robó y me llevó a ser criada con los Draka. Nunca supe nada sobre un espionaje y siempre fui fiel a mi raza. Claro, hasta que descubrí que no pertenecía a ella.
No continué.
-¿Eso es todo?-preguntó Fer, para nada convencido.
-Bueno...-dudé-. El día antes de mi conversión soñé con mi madre, y me dijo que debía escapar del volcán Draka antes de que fuera demasiado tarde, y que debía regresar a mi ciudad natal, en la dimensión de los humanos.
Fer frunció el entrecejo.
-¿Así qué tu madre ya lo sabía?
Asentí.
-Vaya, eso sí es extraño.
-Lo que no entiendo es de que podría haber estado hablando Callan.
Fer no se molestó en especular. Sentí su caricia en mi brazo y dijo:
-Lo averiguaremos.Y sólo así, nuestros problemas se habían solucionado. Encontramos soporte el uno en el otro. Un soporte que sólo había encontrado en Roger, pero esto era diferente. Fer se sentía diferente. No sabía de qué manera, pero era imposible no notarlo. Con él se sentía como si todo fuera demasiado grande para pasar desapercibido, pero todo lo bueno achiquitara cada problema y lo hiciera insignificante al lado de él. No, no de él. De nosotros.
...
No supe cuando me quedé dormida, pues la lucidez que había vivido en la realidad era exactamente igual.
Estaba soñando, lo supe al instante, pues lo que mis ojos vieron no podía ser real.
Era una habitación oscura, en el centro una bombilla. Estaba prendida y emitía un zumbido que me ponía los pelos de punta.De repente, escuché un aleteo. Igual al que había escuchado en uno de mis anteriores sueños. Pero esta vez el sonido era más envolvente. Las grandes alas se batían de arriba hacia abajo, y el viento que cortaba venía a dar contra mi cara. Vi un reflejo de unas escamas, e inmediatamente supe qué se avecinaba: un dragón.
La bombilla parpadeaba, y el zumbido se hacía más intenso. Los ojos del dragón se hicieron visibles. Eran negros como una tormenta, y sus escamas eran grises. Me miraba fijamente, desafiándome, pero yo no me pude mover. Su lengua era del color de la sangre, y estaba rasgada por la mitad.
El dragón emitía un siseo: estaba hablando, pero en un idioma que no podía comprender.
-S' semi od bhaichesgrìo. Gondrà chador mi tha. Od nighean hithb. Tha chadhatharra. Heirb bàs.
La manera en la que decía aquellas frases las hacía parecer una maldición, pero sabía que no lo eran. Las frases se me hacían familiares.
-S' semi od bhaichesgrìo-repitió el dragón.
Logré comprenderlo, con algo de dificultad.-Soy tu creador-traduje.
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Draka y Folka, Libro 1: Los híbridos
Fantasy"Hace muchos años, los dragones de la luz y los dragones oscuros entraron en guerra, los dragones de la luz recibieron ayuda de las hadas, con quienes, después de unos años, se reprodujeron. Al final, ambos los dragones de la luz y los oscuros se ex...