Capítulo 2.

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"Hola papi:

se me comienza hacer raro llamarte de ese modo. Ha pasado tiempo, mi padre me castigo y me quito mi diario. ¿Porqué razón? Porque no socializó. ¿Puedes creer eso? Navidad fue terriblemente aburrido, al igual que noche vieja y año nuevo. Mis abuelos vinieron, prepararon una cena deliciosa y mencionaron que era tu favorita. Hubo regalos pero nada comparado sí hubieras estado aquí. Mi padre dijo que Navidad era tu época favorita porque podías ver a Carol, mi madre. Es tan extraño decir eso. Pero quizá ahora sea una de las épocas que más odie. Te hubiera gustado la ensalada de frutas que preparamos todos juntos.

Me tengo que dormir, mañana iré con una chica a por un helado, no se porqué conmigo habiendo tantos chicos allí. Pero supongo que con este clima el helado no será la mejor opción. ¿Debería estar nervioso por eso? Es mi primera "cita" aunque no se sí se le deba llame así.

Será mejor que duerma.

Te extraño mucho.

-Zeus"

Esa noche pegó un par de fotos en la parte de atrás: De los regalos, el árbol de Navidad y de toda la familia reunida, o bueno lo que quedaba de aquella.

Por la mañana se apresuró. Samuel estaba sentado en la mesa tomando el desayuno cuando vio a su hijo pasar fugaz en frente agarrando sólo un pedazo del pan francés y sosteniéndolo con los dientes mientras metía libros en la mochila.

Samuel miró la hora en la pantalla del teléfono y frunció el ceño.

-¡Hey! Zeus, todavía tienes como quince minutos-lo miro, se había dado cuenta que había tomando un baño, las gotas de agua todavía caía por su frente-Y tienes el cabello mojado, no puedes salir así o te vas a enfermar

Guillermo no dejaba de Samuel saliera con el cabello mojado. Una pequeña punzada apareció en medio del pequeño pero sonrió.

Se paró y regreso corriendo con una toalla en la mano.

-Necesito llegar temprano-le dijo después de cerrar el cierre de la mochila. Samuel hizo que inclinara la cabeza y frotó la toalla sobre el cabello castaño de Zeus.

-Lo se hijo pero ten cuidado-le regaló una sonrisa amplia. Él miro la corbata de su padre, la tenía chueca y floja. La tomo y la acomodo, cuando él era pequeño y veía a Guillermo acomodar la corbata a su padre. Una de tantas cosas que le había enseñado su padre inconscientemente.

-Algún día aprenderás a acomodar bien tu corbata-acto siguiente lo abrazo y salió con la mochila en el hombro.

Samuel dejo que sus hombros se relajarán dejándolos caer junto con una gran respiración cuando su hijo salió de casa. Era raro que quisiera ir tan entusiasmado a la escuela.

Se dio cuenta que el diario de Zeus descansaba en la mesita de la sala. Quizá era el décimo cuadernillo en menos de medio año. Tenía mucha curiosidad de lo que le escribiría a Guillermo. Se sorprendía que Zeus siguiera creyendo aquello, ya era un adolescente pero seguía con aquella esperanza de que Guillermo lo leía. Pero hace tiempo Samuel dejo de leerlo, se había convertido algo muy íntimo de su hijo.

[...]

Zeus guardo su diario en la parte de enfrente de su mochila, había llenado algunas hojas con una pluma nueva. Un cuadernillo nuevo significaba un cambio emocional para él. Había compañeros nuevos y los que ya conocían a Zeus seguían viéndolo como aquel chico raro con mejillas rojas por el frío.

Angela se encontraba esperándolo fuera de el salón. Ella estaba impaciente por el contrario Zeus estaba tranquilo, no se involucraba emocionalmente con alguien desde lo de su padre, después de lo de Sol. Acomodó su gorro y la bufanda que casualmente llevaba dentro de la mochila. Todavía nevaba y hacia frío.

Tomo aire tomando de las cuerdas de su mochila con las manos y yendo hacia Ángela cuando la vio. Sonrió cuándo ella la volteo a ver de forma amable.

-Hola-chillo en un hilo de voz-¿Nos vamos?-asintió.

Mientras caminaban unas cuantas veces sus manos se rozaron. A ella se le notaba su nerviosismo pues se mordía el labio inferior intentando que dejara de temblar.

Zeus la dejo pasar cuando entraron a una cafetería. Pidieron un par de tazas de chocolate calientes y se sentaron en una mesa pequeña en el centro de el local. El helado no era la mejor opción para ese clima frío.

Todo el tiempo entre sorbidos y una charla corta entre largas pausas llenas de silencio, Zeus sólo esperaba no caerle bien a esa chica. Todo el tiempo le mintió, no le contaría su vida.

Sentía como el estómago se le revolvía cuando Ángela lo miraba y un escaso color rojizo le pintaba el rostro. ¿Acaso le estaba gustado esa chica?

-...y así fue como pase el examen-término de relatar la chica, Zeus no había escuchado nada de aquella plática, era más interesante el brillo de los ojos de ella que cualquier cosa. Era aún más lindo su cabello. Y sus manos.

-Ya veo-contesto cortante bajando la mirada y bebiendo lo que quedaba en la taza.

Ella tomo su bolso y puso unos billetes sobre la mesa al igual que Zeus pero este cogió el dinero de ella y lo devolvió con una sonrisa.

-Yo pago.

-Gracias.

Quizá algo de lo que había aprendido de Samuel era ser caballeroso ante todo. No ser un patán con las mujeres como muchos en el instituto.

La acompaño a su casa. Cada quien caminado en su espacio a distancias considerables.

-Fue muy linda nuestra ¿cita?-dijo él

-¿Crees que fue una cita?

-De cualquier forma. Sería genial volver a salir-Ángela estaba un escalón arriba, la puerta de su casa estaba frente a ellos.

Ella se quitó los guantes que cubrían sus manos y las coloco en las mejillas de Zeus. Cualquiera que estuviera pasado por ahí pensaría que ella se daría un beso en los labios pero no lo hizo. Quitó una de sus manos y le dio un beso en la mejilla que duró unos cuantos segundos.

-Entonces nos vemos después ¿esta bien?

Angela cerró la puerta y Zeus se quedo ahí plantado sin decir nada. Ya había dado su primer beso, de la manera más inocente pero cuando ella se acercó a él sintió que todo le daba vueltas.

Pero algo dentro de él dijo: "Le harás daño"

Pensaba que estaba loco, siempre escuchaba esa voz en su cabeza.

Cuando cayo la noche. Se metió en las cobijas de la cama de su padre.

-¿Entonces te gusta? ¡He! Mi niño ya esta creciendo-dijo Samuel sentado en la esquina de la cama.

-Papá...-Cubrió su cara en las cobijas.

-¿Qué?

-Deja de decir eso, todavía no se sí me gusta-negó con la cabeza.

-Pero sí es evidente. Me has dicho que te gustaba sus ojos

-Me gustan sus ojos más bien no toda ella-replico Zeus escribiendo en su diario.

-¿Sabías que los ojos son la puerta al alma?-Cuando dijo aquello sintió nostalgia.

-Eso lo decía papi Guille y quizá tengan razón-Una que otra vez él había escuchado a Guillermo decirle aquello. Mucho antes de que le detectarán ese mal.

El diario de Zeus. -Secuela de Un Mes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora