Capítulo 29.

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Habían pasado ya tres meses desde que Zeus había salido del hospital y había comenzado su "nueva" vida. Había retomado las clases, con ellas el hacer deberes, Zeus se encontraba haciéndolos en su remodelada habitación. Samuel y él habían acordado que la cambiarían por el bienestar del menor. Las paredes ya no eran azules con miles de grafitis y groserías, ahora era blanca, ya no había ropa por todas partes, ya no había basura, se podía estar en esa habitación.

Zeus quería poner una pizarra sobre su escritorio, la cual tardó dos semanas en estar, ya que Samuel no la veía simétrica. Eso traía recuerdos a Zeus, su papá era un obsesivo a la simetría. Recordaba a Samuel gritándole a Guillermo que no tocara tal cosa porque quedaba asimétrico, y recordaba a Guillermo moviendo tal cosa para molestar a Samuel. Eso le levantaba el ánimo.

La última vez que había visto al doctor, este le informaba que el cerebro de Zeus estaba menos inflamado pero las posibilidades de recuperar la memoria eran cada vez menos. Al principio no represento un problema para Zeus, quien con solo conocer a sus amigos y sus padres él estaba bien. Pero cuando encontró aquella caja bajo su cama comenzó a dudar si era buena idea no recordar nada.

Aquella caja contenía un sin fin de objetos desconocidos para él, pero sabía que le pertenecían. Habían toda clase de objetos, anillos, colgantes, cartas, postales, fotos. Algunas las reconocía, pues tenían firmas. Postales y fotos de su abuela y viejos amigos. Pero también había fotos cuya persona desconocida para él, aparecía en la mayoría.

"Para mi pequeño Dios del Olimpo, feliz aniversario"

'Para ya, no me gustan las cosquillas'

'Shh, los dioses no lloran'

Una ola de frases sin sentido llegaba a su mente cada vez que miraba aquellas fotos.

Esto tenía que tener fin.

-Zeus, es hora de cenar. -Zeus miro a Samuel guardando el contenido de la caja.

-¿Podemos hablar? -La pregunta sorprendió a Samuel, quién solo asintió para luego entrar en la habitación del menor, quien no dejaba de toquetear la caja y mordisquear su labio. Samuel se sentó junto a él.

-¿Qué pasa Zeus? ¿Te sientes mal? -Zeus negó y suspiro pesadamente.

-Siento que me estás mintiendo. Que si hay algo que me ayudará a recordar pero no me quieres decir que es. -Samuel sólo lo miraba en silencio, sin decir nada, se había prometido no decir mentiras. Y no lo hacía, no le ocultaba los diarios, sólo que no sabía dónde estaban. Sólo tenía en su poder uno que solo contenía la última etapa de Zeus, todo lo malo que había pasado en su vida el último año, Samuel no quería mostrarle eso. Quería mostrarle todos en orden y juntos leerlos, pero no sabía dónde estaban.

Zeus comenzaba a frustrarse ante tal silencio, así que continuó.

-Mi abuela me llamó. Quiere que la visite, dice que tal vez haya cosas en si casa que me hagan recordar.

-Puedes ir este fin de semana, tengo que visitar a una vieja amiga.

-Vale. -Zeus dejó la caja y se disponía a irse, Samuel lo detuvo.

-Un año después de que Guillermo murió, tú tenías depresión y la doctora me recomendó mantener ocupada tu mente. -Zeus se giró y miró a su padre. -¿Cómo mantienes la mente de un niño de 6 años que ha perdido a su padre? Con mentiras. -Samuel suspiro. -Te di un diario, donde tú le escribirías a Guillermo sobre tus días, sobre tu vida sin él. Desde los 6 años hasta hace tres meses. Has escrito en diarios, cada día, o al menos cuando recuerdas -Samuel sonrió nostálgico, le dolía recordar la primera mentira que le dijo a su hijo.

-¿Y dónde están mis diarios?

-No lo sé. -Samuel suspiro. -Yo tengo uno, y no lo estaba escondiendo, no, quería encontrar todos y que así pudieras leerlos en orden, yo tengo el último, no creo que sea correcto empezar por el final.

-¿Crees que la abuela tenga el resto?

-No, pero puedes buscar. En su casa hay muchas cosas que pueden ayudarte a recordar cosas.

-De acuerdo, me iré este fin de semana, llamaré a Mauro y nos iremos juntos, gracias papá.

-¿Por qué?

-Por ser sincero conmigo.

Samuel sonrió y envolvió a su hijo en sus brazos, Zeus correspondió. Samuel estaba creciendo, y Zeus lo había notado, Samuel estaba a nada de cumplir 50 años, aunque no se notará, las canas blancas comenzaban a aparecer en su castaño cabello y en su obscura barba, las pocas arrugas de su cara le daban un aspecto fe hombre adulto. Zeus sentía una opresión en su pecho, como si algo fuera a pasar.

-¿Papi?

-Dime.

-Te quiero mucho. -Y lo apretó más en sus brazos, sintiendo las lágrimas correr, si no hubiera sido por él, Zeus no estaría vivo. Porque si, Zeus recordaba esa escena, él en la bañera, sangre por todos lados, su padre llorando y los paramédicos llegando. No recordaba porque había hecho aquello, pero el recuerdo estaba ahí, en sus pesadillas. Y no quería decirle a Samuel, no quería que el supiera de ese recuerdo.

[...]

Los días pasaron, ambos chicos avisaron a la abuela de Zeus sobre su fin de semana con ella y cuando el día llegó, tomaron sus cosas, subieron al auto de Mauro y partieron, Samuel de veía algo ojeroso y triste, y Zeus sabía el motivo, el aniversario luctuoso está cerca. Al menos Zeus se alegraba de que Samuel saliera con amigos, con una vieja amiga, como la había llamado él, aunque debía admitir que se sentía celoso, no imaginaba a su padre con otra persona, y en el fondo agradecía que Samuel no se hubiera casado de nuevo.

-¿Quieres pasar a visitar a tu padre antes de llegar con tu abuela?

Preguntó Mauro, entrando a la ciudad donde antes vivían con Guillermo.

-No, estoy bien, gracias.

-Bueno, entonces apuremos, que ya quiero llegar.

Una media hora después, llegaron a la pintoresca casa de la madre de Guillermo. Quien como siempre ya los esperaba con una sonrisa fuera de casa.

-¡Zeus! -La abuela abrazo a Zeus muy fuerte, y este correspondió el abrazo. -¿Cómo te has sentido?

-Muy bien, ¿Y tú? ¿Te cuida bien ammm...?

-Mary, se llama Mary. Sí, me cuida bastante bien, sus padres están ansiosos por verte.

-¿Sus padres? ¿Conozco a sus padres?

-Claro que sí, bueno, según me dijo Samuel, solo los viste una vez, son amigos de tus padres, pero los verás después, ahora dejen las maletas en su habitación, espero no les importe compartir habitación.

-No, para nada, vamos Mauro.

Ambos chicos llevaron las maletas a la habitación de Zeus en aquella casa, era hora de aclarar todo.

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Hola, me llamó rubiuh.

Bueno, Mary y yo hicimos una promesa, en el capítulo 30 debe morir alguien si o si, es la tradición, ustedes que dicen :D

Gudbai<3

El diario de Zeus. -Secuela de Un Mes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora