Capítulo 14.

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Hola...

Ahora mismo no tengo muchas ganas de escribir, solo me gustaría dormir, no esta papá, casi nunca esta. Me siento solo, sorprendentemente me vuelvo a sentir igual. No se si llamar a Larry, quiza ya tenga a alguien... No importa. Pero volví a creer todo, a sentirme amando de una forma diferente.
A veces me gustaría no sentir absolutamente nada.
Me gustaría volver a ser la persona que era antes.

Creo que las cosas van de mal en peor. Suspendi el año, papá no lo sabe todavía.
Quiza le llame a Sol o quiza solo gaste mi dinero en lo único que me hará sentir bien.

Me siento pésimo. Literalmente.

PD: Aún te extraño... Papi.

-Zeus.

Caminó con las manos dentro de su sudadera. Sus pantalones negros estaban rotos, no es que no tuviese dinero para comprar otros, solo que lograba alejar a la gente con ese aspecto; ojeras debajo de sus ojos, el cabello revuelto y sin brillo, sus pantalones, su mirada, la forma en la que había comenzado a hablar. Sin cuidado, con tono ronco y áspero,con malas palabras la mayoría de veces.

Saco los auriculares y su móvil con la pantalla estrellada. No recuerda cuando la rompió, solo una vez amaneció y vio la pantalla, se lamento, después le importó muy poco.

Se detuvo un segundo, llamando a su padre, pero nunca contesto. Quiza estaba ocupado, quiza no le importaba. Pero necesitaba dinero.

Samuel lo había dejado afuera del instituto sin tener la mas mínima idea que Zeus solo tomaría otra dirección, hacia la casa de su novio.

Se pasó la mano por la frente, al parecer iba a enfermarse, sentía cansancio y estaba con temperatura alta. Podía sentirlo en su frente.

Entonces marco a Sam, para asegurase que estuviese en su casa. Tampoco atendio el movió. Espero para que un taxi lo recogiera y poder llegar mas rápido.

Si no estaba él en casa, su madre, Estefanía, por mas raro que sonara, lo recibia de forma amable cuando Zeus tocaba la puerta pero él seguía sin recordár a aquella mujer y le molestaba de cierta manera. Ella era atenta, podía entablar una conversación, Zeus podía sentir que ella tenía algún tipo de instinto materno hacia él. Quiza tenía razón, dijo que era muy amiga de su papá, hasta lo emparentó con Guillermo la primera vez que lo vio.

Puede sentir unas lágrimas caer por su rostro cuando recuerda a su padre, cuando muy vagamente recuerda verlo llorar, verlo morir y simplemente él era un niño que no entendía absolutamente nada de lo que ocurría a su alrededor. En su momento, siente las palabras del conductor del taxi que tomó. Él le entrega un par de billetes arrugados y sale del auto.

Se siente mareado, quiza son las consecuencias de no consumir ninguna droga en algunos días y su cuerpo está exigiendo algo para sentirse bien.

Porque él se esta enfermando, todo lo que piensa, lo que siente y lo que calla se esta volviendo algo físico. Y no lo sabe pero tiene miedo. Espera unos segundos recargado en la pared intentado mantener el equilibrio, hasta que logra mirar bien, aunque todavía le duele la cabeza. Su vista se vuelve de nuevo algo borrosa y con dificultad y pereza saca sus lentes.

Intenta mantenerse estable, no sabe que sucede con él.

Aparta su cabello -algo largo- de su frente y toca la puerta de la casa. Al principio nadie responde, después escucha la voz de una mujer y pasos apresurados, la puerta se abre de golpe y deja ver a Estefania, con el cabello húmedo, ropa limpia y exceso de perfume al igual que un poco de maquillaje.

El diario de Zeus. -Secuela de Un Mes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora