Capítulo 24.

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-Les recomiendo que lean bien la parte del diario, hay cosas apropósito-

Me he dado cuenta de una cosa. Ya no hay fechas en ninguna de mis hojas anteriores, no recuerdo muchas cosas que han pasado, pienso a veces que son irreales y nunca sucedieron, me da miedo preguntarle a mi padre.

Hablando de él. Consiguió trabajo en un hopsital, es enfermero. A veces llega oliendo a... Medicamento, o un olor nada agradable para mi. Lleva trabajando ahí dos semanas y media, no sé cómo no te lo dije antes. Yo no he hecho absolutamente nada de provecho, el isntituto ya no me recibirá pero he ecnontrado un trabajo de medio tiempo en un local de dicsos. Algo es algo ¿no?

Te quiere, Zeus.

PD: Perdóname por todos los rayones y faltas, es gracioso, no ir al instituto me esta afectando, tendré que estudiar por mi cuenta.

Guardo ese cuadernillo en una de las cajas dónde tenía los anteriores, apuntó fecha, hora y lugar en donde había acabado ese cuadernillo y en su lugar, tomó otro. Sonrío satisfecho y suspiro cuando abrió el siguiente. El inicio siempre era un poco difícil pero de ahí algo había aprendido, que los cambios son siempre necesarios.

Zeus comenzó a olvidar algunas palabras, su significado o como se escribían. Llegaba con su padre y su diario, preguntando si estaba bien alguna palabra en la que estaba medio consciente que algo iba mal. Samuel se le quedaba viendo preocupado pero no era nada de que alarmarse. Él igualmente olvidaba cosas así.

Todo estaba yendo de maravilla, las pláticas habían sido más fluidas entre Samuel y Zeus a excepción de veces en las que ambos estaban cansados y frustrados por cualquier cosa que no saliese como lo habían planeado y comenzaban los gritos y azotes de puertas. Pero terminaban siendo consuelo de ambos.

Las terapias tenían sus resultados superficiales, Zeus había subido de peso, habia dejado de utilizar suéteres muy anchos y de vez en cuando sólo traía una camisa, era como una carga fuera, ya no tenía miedo a que vieran las cicatrices de su muñeca, a veces llevaba un reloj o pulseras que le parecían curiosas o lindas. Su autoestima de alguna forma habían comenzado a crecer.

Ya no le importaban tanto sus caderas o su cintura que parecía propia de una mujer.

Desgraciadamente los resultados internos no eran de todo buenos, seguía habiendo secretos que tarde o temprano tendrían sus consecuencias. Seguía mintiendo ante su estado de ánimo, había pocas ocasiones en las que quería hacerse daño y volver a caer en lo más bajo. Los ataques de ansiedad tenían lapsos muy largos y él estaba sólo en casa, con miedo a la obscuridad, como un niño de seis años, lloraba y rogaba que alguien lo sostuviera en ese momento. Lo peor de la situación era que no eran un par de minutos, eran largos minutos de donde quedaban secuelas durante el resto del día.

Cuando miraba a su alrededor no había nadie, recargaba la espalda en la pared y oprimía sus muslos con su pecho. A veces fumaba con miedo a que su padre se diese cuenta aunque él ya fuese mayor de edad.

Cuando salía del salón, la mujer mayor que lo ánimo a entrar el primer día, le regalaba una paleta y un pequeño papelito que decía "mantente así", refiriéndose a la gran sonrisa que llevaba Zeus cuando ella le entregaba el caramelo. Los papelitos cambiaban cuando ella veía que Zeus no estaba como siempre, lo invitaba o tomar algo en la cafetería del edificio y ahí él podía platicar con ella acerca de cosas a las que todavía le tenía miedo. El comenzó a confiar en la gente un poco más.

Esa mañana él no quería realmente levantarse de la cama, tenía gran pesadez en el cuerpo. Su padre no había entrado a despertarlo pero él oía ruido en la plata baja y supuso que o había llegado de trabajar o ya se iba.

El diario de Zeus. -Secuela de Un Mes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora