Capítulo 30

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Por un momento me sentí inhumana al darme cuenta que nunca anhelé su presencia, ni siquiera le dediqué un pensamiento.

Pero aquellas sensaciones de una persona fría en todos los sentidos se fueron cuando reflexioné un par de segundos, segundos en los que todos sólo observaban.

Como a todos, alguna vez ésas personas especiales se van, nos dejan para que sigamos nuestro recorrido solos. Pero, no a todos se les presenta las oportunidades que yo tuve y eso realmente me hizo sentir dichosa.

Dichosidad. Un término inventado que pondré en mi autobiografía.

Pero también experimenté otras cosas. Una de ellas la sentí al ver a Pietro.

Y me refiero a que ahora me daba cuenta que realmente lo amé desde el primer momento, pero nunca se lo demostré tanto para poder abarcar la palabra completa.

Unos cuantos besos, unos cuantos te amo, unas cuantas noches especiales no me bastaban.

Pero para él sí y no exigía más.

Creo que, además de su dulzura, de su infantil carácter, de su seriedad para decir alguna tontería, era eso.

Salí corriendo hacia sus brazos, éstos me recibieron y después me alzaron en el aire.

Luego de oír todas las risas y comentarios y todo eso a nuestro alrededor, nos besamos.

O más bien, lo besé.

Con la rapidez que él tiene, elegí con minuciosidad las palabras correctas.



Lo que ocurrió después supuso el final de ésta etapa.

Ningún villano obtuvo lo que quería, ningunos incidentes ni ataques tuvieron sentidos ni fueron explicados.

No supimos nada, pero sólo importaba que estábamos reunidos.

— ¿Y ahora qué? —me preguntó a mi lado Pietro, estrechándome contra su pecho.

— Esperar.

— ¿Esperar qué?

Lo miro directamente a sus ojos. Ese azul eléctrico que si no me miran me siento extraña.

— Que suceda algo más.

Antes de que sonriera le interrumpo dándole un beso y así sentir su sonrisa en mis labios.

***

— Stark.

— ¿Ah?

— ¿Qué?

— ¿Mmm?

Nick mira a los tres con las miradas puestas en la pantalla que tenían frente a ellos.

— Dejen de jugar y escuchenme.

— Espera, éste pendejo está atacándome —respondió Tony mientras apretaba frenéticamente los comandos en su teclado.

— ¡Hey, estoy del otro lado de la sala! —exclamó Clint con un tono ofendido.

— Lo siento, acabo de recordar que eres invisible —dijo Tony en modo de disculpa.

— ¡Vengadores!

Todos dejaron de jugar después se que la voz furiosa de Nick se escuchara en todos los intercomunicadores que llevaban siempre consigo por alguna emergencia.

— Nick, ya tuvimos trabajo sin descansos, ¡deja de fastidiar! —le dijo Hyde poniéndose de pie y alzando ambas manos.

— Perdón, es que me encanta joderlos —indagó Nick  mientras se sentaba en uno de los sofás de Tony.

Más que una StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora