Capítulo 18

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Pietro deseaba no poder moverse.

No quería llegar a ella y hacerle daño, o tan siquiera algo insignificante.

Natasha salió corriendo a donde se hallaban las cámaras ya que fue la primera en recibir indicaciones.

— Se dirige al Ala C —dijo por el intercomunicador cuando la vio caminando por los pasillos.

Entró sonoramente al comedor. Miró a todos con una intensidad, cosa que que hizo a todos permanecer en sus lugares, quietos.

El sonido ya no existía, hasta que las puertas que daban a los salones se cerraban y por las ventanas pequeñas un trío de personas corrían apresuradamente.

Se podría decir que el cuerpo de Hyde salió disparado hacia aquella puerta de metal, traspasándola por las pequeñas rendijas de respiración de debajo de las ventanas.

La verdadera Hyde se hallaba en un rincón de su conciencia, hecha un ovillo cubriéndose los oídos.

Veía a una persona totalmente diferente frente a ella.

Bueno, físicamente era como ella: mujer, se podría decir que eran gemelas a excepción de que su cabello era blanco y sus ojos oscuros.

No podía luchar contra ella, era claro. No sabía de qué fuerza se trataba pero tan sólo podía ver lo que hacía, decía y pasaba.

Veían como pasaba a grandes zancadas, con el rostro congelado y mirada sin ningún atisbo de alma.

Caminaba como si se tratara de un depredador cazando a sus presas, mirando atentamente a todos.

Finalmente entró a un salón enorme donde encontró lo que buscaba.
El equipo Seraph tecleaban cosas en sus teléfonos.

Con sus rostros aterrados se giraron hacia ella.

Lancelot, el que tenía impulsos más desarrollados que quién sabe qué, se lanzó contra ella con los antebrazos hechos espadas.

Amantis. Así lo nombraban y todos sabían por qué.

Hyde sólo las esquivaba. No le era tan difícil aquella tarea y, en un breve momento al hacer una vuelta en el aire, de sus botas sacó lo que siempre llevaba escondido; un cuchillo con punta curvada y con mango de piel oscura y lo clavó en el pecho de Lancelot, justo en el corazón.

La verdadera Hyde gritó al sentir como su mano apuñalaba a su compañero, cosa que no pudo evitar.

Bolt ya estaba frente a ella.

Claro, descendía de un clan importante y visiblemente luchaba como ninja.

— No serás la excepción —comentó Hyde con voz trémula corriendo hacia él. De un salto aterrizó en sus hombros, haciéndolo caer por la fuerza y después con sus rodillas rodeó su cuello, para después hacerlo crujir y dejar su cuerpo inerte tendido en el piso.

Los pasos hicieron que ella volteara a la puerta.

De nuevo, la verdadera Hyde gritó, chilló, pataleó al ver a los Maximoff en la entrada, con la mirada de Wanda matándola y la de Pietro confusa.

La gemela empezó a hacer movimientos con sus manos.
Rápidamente el campo de Hyde la rodeó y esperó a que Wanda estuviera cansada.

Con ayuda del aire estuvo frente a ella, mirándola a sus ojos escarlatas.

Intentó darle un puñetazo, pero Hyde lo detuvo en el aire.

Los ojos de Hyde se tornaron anaranjados, aros de fuego y Wanda mostró real miedo.

Más que una StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora