Capítulo 10

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— ¡¿Cómo diablos dejaste que se la llevaran, Pietro?! —todos oían la voz desesperada de Tony, con las manos en su cabello y apretaba sus dientes, mientras luchaba consigo mismo en no llorar.

— Tenía un dardo paralizador en el cuello —trató de explicarle Steve viendo a Pietro algo asustado por el estado desesperado de Tony.

Clint se acercó a Tony, se dieron un abrazo y sintió claramente como aquel hombre que siempre bromeaba, que siempre hacía chistes en los momentos adecuados se dejaba llevar por sus emociones y se quebraba en sus brazos. En la sala se oían sus sollozos y nadie, absolutamente nadie decía algo.

— Debe de tener algún rastreador —dijo Bruce y Steve negó con la cabeza— O también puede saberse los diferentes tipos de comunicación... Ya sabes, como Natasha y su espionaje a la antigua.

— Es diferente, no sabemos quién se la llevó ni nada —exclamó Jude, con la mirada baja.

— Stark, lo siento pero no tenemos nada —oyeron a Coulson entrar.

Tony se separó de todos, abrazándose a si mismo. Aquello le resultaba más agobiante que pensar en alienígenas.

— No me importa... La buscaré el tiempo que sea necesario, no me apartaré de ella otros diez años.

****

— ¿Cuál es tu nombre?

Oyó que le preguntaban.

— ¿Cuál es tu nombre?

— Ca-catherine Potts —respondió ella y de inmediato sintió una corriente eléctrica— ¡Catherine Potts!

Abrió los ojos de golpe, y se encontró con una cámara grabándola.

— ¡¿Cuál es tu maldito nombre?!

— Tu lo debes de saber, imbécil —respondió apenas y antes que reaccionara, su cabeza estaba metida en agua. Guardó aire y después de varios segundos mortíferos, la sacaron.

— Anthony Edward Stark —Hyde puso los ojos como platos— ¿Qué sientes al ver a tu hija en mis manos? ¿Sientes como tu corazón deja de latir y tus ojos se hinchan? ¡Así me sentí cuando me arrebataste a mi padre! ¡El aclamado Iron Man no parece serlo cuando toman algo de su propiedad!
— Realmente no sé qué es esto —Hyde deseó no haber dicho nada porque un golpe fuerte le llegó en la sien.

****

— ¡Es un... maldito degenerado! —gritaba una y otra vez Tony.

Estaba en el centro de los Nuevos Avengers, frente a los monitores, viendo el nuevo vídeo que aquel antiguo enemigo le enviaba de su hija.

— Su juego cada vez está más peor —exclamó Pietro.

Habían pasado tres semanas, y los vídeos se trataban de la supervivencia de Hyde en diversas circunstancias sangrientas y letales, circunstancias donde ninguno imaginó verla metida.
El ultimo vídeo se había visto cuatro soldados, incluyéndola. La sala estaba completamente cerrada, pasaron días encerrados, sin agua ni comida, sin nada. Aquello le pareció a Steve los juegos diabólicos ya que la regla que había dictado el jefe era que la tarjeta se hallaba en uno de sus estómagos.
El miedo se le veía en los ojos de Hyde en cada juego. Miedo inexplicable.
Miedo que ninguno de ellos había experimentado.

La pantalla se encendió, dejando ver el rostro de un chico de unos veintitantos, con el cabello oscuro y ojos aterradoramente grises.

— Isaac Stane —susurró Tony.

— ¿Sabes el porqué hago esto? —la cámara enfocó dentro de la habitación donde Hyde permanecía.

Estaba sentada frente a una mesa metálica y frente a ella había una caja y un plato. La cámara se acercó a su rostro demacrado. Su mirada era tan oscura como la noche y miraba a la nada, pero cuando Isaac se acercó a ella, dio un respingón y el miedo apareció en ella. Todos observaban atentamente la pantalla.

Más que una StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora