Capítulo 29

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No se cuánto tiempo había pasado desde que llegué a Asgard.

Los días pasaban con rapidez.

Me gustaba la forma de vida de los asgardianos. Sus costumbres, tradiciones, luchas, todo.

Podía comer una vaca entera sin llenarme apenas. Podía beber barriles y barriles de cerveza sin ni siquiera sentirme mareada. El mundo perfecto.

A Thor lo veía por las mañanas, en el entrenamiento. Pero todo el día me lo pasaba con Loki. Me ha estado instruyendo a varias cosas y realmente tiene paciencia.

Nunca creí que algo tan simple como aprenderse los nombres de los puestos que habían en el reino resultara difícil.

Todo era divertido. A veces nadabamos en el gran mar, cerca de unas pequeñas montañas. El agua era clarísima, y los peces eran diferentes. Demasiado.

Bueno, a decir verdad, hacía un par de días que Loki no me daba otros libros para informarme o alguna otra arma para aprender a utilizarla.

Mientras me pongo las botas que me hicieron con un material resistente pero liviano, recordé aquel día, el último en que habíamos nadado.

— Ésto es hermoso —había dicho mientras salía del agua, y me sentaba en la orilla.

— Todo dejó de ser bello aquel día —respondió él mirando al frente.

Aclaré mi garganta. De nuevo esa situación incómoda.

Loki...

Sus labios me callaron. Aunque yo me separé rápidamente, esto era suficiente.

Loki, aunque no parezca, yo amo a Pietro, y eso no cambiará.

En situaciones así, hay que ser francamente franca, ¿no?

Él era un tipo reservado, lindo en algunas ocasiones pero... había dejado a alguien esperándome en la Tierra.

Me puse de pie y empecé a caminar hacia la biblioteca de Odin.

Al entrar, me sorprendió ver a Loki con su atuendo de siempre, y acariciando los libros con una de sus manos.

— ¿Qué hay?

— Hey -respondió mirándome, divertido— Hoy aprenderás algo diferente.

— ¿Como cómo pedirle a Sifer perdón por lo de su cabello?

En un entrenamiento normal, mi espada le prendió fuego a su cabello, quemándole hasta la mitad.

Por cierto, esa maldita espada estaba maldita. En serio, podía hacer cualquier cosa, tenía mente propia.

No se muestra con cualquier guerrero, sólo conmigo funciona.

Su nombre que Vör le dio, según Odin, es Ziri. Ni idea qué significa.

— Como cómo traer alguien a la vida.

Su respuesta me llamó la atención.

— Dime todo.

***

Una de las muchas cosas que había aprendido fue a manifestarse con otro cuerpo.

El aspecto de Surtur era un gran minotauro. El mío, de un tigre.

El plan ya había empezado.

Ya era de noche y Loki y yo pasábamos con velocidad las salas.

Mi poder de manipular el aire ya no existía, y lo odiaba. Tenía que correr, y rápido.

Tardamos en caminar hacia el Biifrost.

— Lleva poco tiempo aquí y ya comete traición -comentó Heimdall al verme— Era de esperarse una aprendiz de Loki.

— De todas formas mañana regresaré a Midgard.

— Llevanos al Mundo Oscuro —le ordenó Loki.

***

Lo único que me aterraba de esto, es que los pudiéramos encontrar.

Según los libros, sólo los individuos mortales pero dignos podían permanecer tanto tiempo en ese mundo sin desvanecerse. Era cuestión de suerte.

Nunca imaginé un lugar desolado. Y si lo hubiera hecho, jamás lo habría visitado.

Pero ahora lo hago.

Nuestros pies se hunden bajo nuestro peso en la arena.

El viento es demasiado fuerte y hace revolotear nuestro cabello y nuestras capas oscuras.

Hay cientos de cuevas, las puedo ver a lo lejos. No sé cómo los hallaremos.

Durante todo el día recorrimos cada una de las cuevas. Nos encontrábamos con demasiados espíritus lamentados.

Para el medio día, según mis cálculos, seguía teniendo esperanzas. Pero para la caída de la tarde, sólo guardaba cansancio.

Entramos de nuevo a otro lugar, pero no había rastro de ellos.

— Hyde...

Me fui sentando lentamente en el piso, conteniendo mis lágrimas. Abracé mis piernas en un acto infantil de protección pero aún así me sentía vulnerable.

Escuché los pasos de Loki alejarse.

Bien, daba igual.

El silencio se hizo presente, pero el eco de la voz de Loki hizo que diera un respingón.

— ¡Oye!

Me puse de pie tan pronto. Podía estar en peligro pero, en cuanto lo hallé, volví a mi cara de pocos amigos.

— ¿Hyde?

---

— Otro día sin saber de ellos —anunció Bucky, sentándose en el sillón de la Torre.

Jude tecleaba su laptop con ferocidad. Era claro que el peso de la compañía le había caído en la espalda.

— ¿Qué tal si no sobrevivió? —preguntó Steve mirando el piso.

— Estoy seguro que está viva —dijo positivamente Pietro, con los brazos en jarra y mirando a través del ventanal.

— Pero ya pasó un mes —comentó Natasha.

— ¿Y?

******

— ¿Mamá?

Mis ojos no podían creerlo.

Mis labios temblaban. No importaba estar llorando.

Ver su cabellera anaranjada y sus ojos tranquilizadores era una excusa para hacerlo.

No pude evitar lanzarme a sus brazos, que me recibieron con un cariño inigualable.

Lloré como una niña en sus brazos, creyendo en que esto era imposible, en que era un sueño, pero su voz era tan clara y cariñosa que estuve segura que era la realidad.

— ¡Cariño, cuánto has crecido! —exclamó posando sus manos en mis mejillas, hecha un mar de lágrimas como yo.

— ¡Cuánto te he extrañado!

— ¿No hay abrazo para mi?

Mi boca dejó salir un chillido. Esto era una felicidad increíble.

Me lancé a Tony, quien parecía impresionado.

— Papá, es un infierno sin ti —susurré apenas contra su pecho.

— Lo sé —respondió cerca de mi oído.

— Hay que volver —anunció Loki sonriendo, y limpiando una lágrima que se le había escurrido.

Después, un aura verde se volvía cada vez más y más intensa.

Volvimos a casa.

Más que una StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora