Capítulo 23

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Por nada del mundo el capitán debe de enterarse de esto —oía a Sam mientras se reía.

Desde que había llegado ahí, ver a Wanda reírse de aquella manera me resultaba fantástico.

— Okey, Falcon.

Después de eso cortó la transmisión. Habían detectado movimiento en el tejado y por lo visto Sam tenía una buena historia que contar.

Me despedí sin decir algo pero repentinamente me metí en el gimnasio. No, más bien me metieron en el gimnasio. El sujeto cerró la puerta una vez que entramos.

— ¿Qué rayos, Capitán? —pregunté sorprendida.

Steve me veía con el ceño fruncido, y tenía una mirada que parecía ver frente a el un enemigo.

Tragué fuerte al pensar en eso. No podían saberlo.

— Cuando se relaje, señorita Rhadeff, asista a la junta convocada en dos horas.

Y sin decir más, abrió la puerta con fuerza innecesaria y me dejó ahí, con una carpeta amarillenta.

Podía leer con facilidad el nombre de Chedik Rhadeff en ruso.

Apreté la mandíbula tanto que pareció que se quebraría. Maldije por milésima vez a la mujer que me había dado a luz.

Sus crímenes habían arrasado con todo, y en su paso, mi vida futura.
Alguna vez llegué a pensar que ella me amaba, pero tan sólo era una ilusión para que me manipulara. Hice cosas que efectivamente no debí hacer, todo sólo para ver un pequeño rastro de orgullo en sus ojos oscuros.

Aunque me sorprende que aquella Stark no me hubiera descubierto aún. Conociendo a su padre, ella debía de saber hacer todas esas cosas.

Era evidente que me superaba en conocimientos pero oigan, ella tuvo recursos para aprenderlos.

Prácticamente huí del país a los catorce. Ni siquiera quiero recordar todo lo que hice porque me duele en lo que se supone debo de llamar corazón.

Svetlana Rhadeff. Ella rabajaba para Hydra en ese entonces y me había ofrecido para experimentos que supuestamente habían salido fallidos.

Pero gracias a esos malditos desgraciados de mierda hoy era especialista en ecolocalización.
Además de poseer esas estúpidas alas —realmente las odiaba. Me sentía como niña tonta— tenía los sentidos de un murcielago; sin necesidad de tener luz podía hacer lo que quisiera.

Había querido huir de mi pasado pero a los Avengers nada se les pasa por alto.

****

Una vez que Svee nos recogió, le ordené apagar a Logan a lo cual obedeció de manera rápida disparándole los inyectores que utilizaba la demente de Eliza.

— ¿Para qué rayos querrá Isaac a éste sujeto? Parece un anciano —dijo al entrar en el asiento de copiloto.

— Su jodido esqueleto es de adamantium —ella me miró con cara de "En inglés por favor". Rodé los ojos— Parecido al vibranium.

— No se de qué me estás hablando. No me mires así, sabes que tu eres la intendente y yo la que tira del gatillo.

— Es un material sumamente... mejor te soy un documento para que lo leas —respondí suspirando. Realmente me sentía cansada después de aquellos días.

Ella asintió.

Justo cuando pensé que podía poner mi amplia mente en blanco el maldito teléfono sonó.

Más que una StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora