Mi Cuerpo en tus Labios - Capítulo 2

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Había pasado una hora desde que tomé asiento. Faltaban cuatro chicas para que pasara mi turno y quizás eso requiera otra hora más. Mi teléfono vibró, lo saqué de mi bolso y vi que era un mensaje de Madisson: "¿Cómo va todo? ", "Hace una hora y media llegué, y aún no paso. Te aviso cuando me toque.", "Pero lo haces."

Guardé el teléfono y abrí mi carpeta. Comencé a leer mi currículum y a analizar con cuidado cada parte. Todos mis logros, trabajos, estudios, pasatiempos, todo estaba aquí. Antes solía pensar que jugar con arena no lo tomarían en cuenta para el trabajo pero ya veo que sí, quieren ver qué tan cerebro de percebe eres. Miré el reloj que sonaba más fuerte que todo este silencio incómodo. Decidí contar los segundos, su sonrisa blanca y pícara. Sacudí mi cabeza, de él no estaba hablando. Los segundos, los minutos y su cabello negro, largo y ondulado. Jalé con fuerza mi cabello para despertar, me estaba sofocando, hacía calor y estaba sedienta. Miré que al fondo había un garrafón de agua y vasos de plástico en forma de cono. Dejé mis cosas en mi asiento.

— Voy por agua, ¿alguien gusta? — Susurré, cuatro chicas alzaron la mano, asentí.

— Yo te ayudo. — Susurró la chica que tenía al lado. Le sonreí y caminamos juntas hacia el garrafón. — ¿Sabes a cuantas chicas contratarán?

— No. — Dije, tomando dos conos. Ella tomó tres y presionó el botón de agua fría.
— Solo diez, diez chicas de 50 que vinieron a solicitar el trabajo. — Respondió negando con la cabeza. Una vez que llenó el ultimo cono, me tocó llenar a mí.

— Pues espero que te den el trabajo. — Le dije con honestidad. Llené el último vaso. Ella sonrió.

— Espero que a ti también... — Dijo en modo de pregunta. Supe que quería saber mi nombre. Vaya, qué descortés no presentarme.

— Katherine Ferrer. — Le dije, mientras que caminábamos de regreso a los asientos. — Un placer.

— El placer es mío, Katherine. Soy Rebecca Lodwood. — Nos sonreímos y entregamos los conos. Yo bebí rápido mi agua. — ¿Te digo un secreto, Kathe? Conozco al jefe, con quien tendremos la entrevista, es mi amigo y me aseguró un lugar. Como paso primero, le hablaré de ti.

— Gracias, de verdad, pero quiero que me contraten por mi currículum. — La miré con dulzura. — Pero me alegra que tengas el lugar asegurado.

— Igual a mí. — Me hizo un guiño. Le sonreí, seguimos platicando sobre muchas cosas, teníamos mucho en común, y si me llegaran a contratar, creo que sería mi primera amiga del trabajo. Rebecca es muy agradable. Pasó otra media hora, y era el turno de ella. Yo era la última, la última de las 50 solicitudes. Siento que tendré pocas probabilidades.

Miré al rededor, todo estaba desértico, excepto la secretaria y yo. Era tan incómodo el silencio. Miré el reloj, iban a dar las tres de la tarde, moría de hambre y aún faltaba mi entrevista. Sostuve mi cabeza con mi mano derecha y cerré los ojos. Estaban pesados.

***

— Katherine... — Sentí cómo me movían — Katherine, despierta. — Abrí poco a poco los ojos, Rebecca estaba frente a mí con una sonrisa. Me alarme y me puse de pie. — Te toca, cariño.

— Gracias. — Le sonreí. Primero llegué súper despierta y seductora, y ahora entraré a la entrevista somnolienta y sin una gota de gracia. Caminé bostezando, entonces sentí que me jalaron y me dieron una fuerte bofetada.

— ¡Despierta, maldita sea! — Me gritó Rebecca. Sentí que todo mi sistema despertaba, mi mejilla ardía, y me eché a reír. Caminé como Madisson me había enseñado, ignoré el ardor en mi mejilla y abrí la puerta que tanto misterio me daba. Al entrar, vi a un hombre blanco, cabello negro corto, era apuesto de unos 35 años o más. Sus cejas se subieron hasta el nacimiento de su cabello, se puso de pie nervioso, se aclaró la garganta y me tendió la mano. Al estar cerca, estreché mi mano con la de él, me apretó fuerte y me miro profundamente a los ojos. Alejé mi mano y sonreí con incomodidad.

— Tome asiento, señorita Ferrer. — Asentí, me senté y él hizo lo mismo. — Soy el Licenciado Josh Tomlinson, ¿me permite su currículum?

— Por supuesto. — Le tendí la carpeta, él la tomó, abrió la carpeta y leyó. Tomé disimuladamente mi teléfono y le envié un texto a Madisson: "Ya estoy en la entrevista". Guardé el teléfono y me concentré en la entrevista.

— ¿Por qué está interesada en el trabajo? — Seguía mirando mi currículum, ni siquiera me miró. Tragué y decidí decir lo que ya tenía preparado.

— Porque me interesa muchísimo lo que esta empresa realiza, es parte de mi sueño, quizás no lo que quiero exactamente, pero es como ser parte de ello. — Él me miró por un segundo, sonrió y siguió leyendo.

— Estudiaste en la Universidad de California Los Ángeles, trabajaste en una pequeña empresa de comercios como asistente personal, — Dijo enumerando con sus dedos — has trabajado como actriz en teatros, sabes de contabilidad, moda y derechos, has sido secretaria en una empresa de periodismo con el sr. Christopher Mitchell. — Cerró la carpeta, me la tendió y yo la tomé. ¿Es todo? No he estado ni 20 minutos aquí...

—¿Es todo? — Pregunté con curiosidad, confusa, y con ganas de llorar. Seguro no le he interesado para el trabajo.

— Si — Marcó algo en una lista — Nosotros le llamaremos. — Se puso de pie. Asentí y estrechamos la mano. Tomé mis cosas y caminé hacia la salida, abrí la puerta y la cerré detrás de mí. Todo estaba vacío con excepción de la secretaria. Caminé hacia el ascensor, apreté el botón y esperé a que abrieran las puertas. Quizás deba buscar otro empleo, ¿qué está mal con mi hermoso currículum Vitae? Las puertas se abrieron, entré, marqué el primer piso y saqué mi teléfono. Le llamé a Madisson, y después de dos tonos, contestó:

— Hey, ¿cómo te fue? — Preguntó emocionada. Respiré hondo, ¿cómo decirle que no valió la pena?.

— Pues mal, solo me hizo una pregunta, me enumeró mis trabajos y me regresó la carpeta. No obtendré el trabajo. — Me miré en el reflejo del material metálico. Sentí una lágrima recorrer mi mejilla, la sequé con cuidado, oí el suspiro de Madisson.

— Hablaremos en cuento estés en casa, tendré la comida lista para entonces. — Su dulzura y comprensión me hizo tranquilizar. Sonreí.

— Está bien, gracias Madi. — Me sentí afortunada de tener una amiga como ella. Colgué. Las puertas del ascensor se abrieron, salí y los ojos se fijaron en mí. Los ignoré por completo, ya estaba cansada. Caminé apresuradamente hacia la salida.

***

Apagué el motor. Madisson estaba esperándome en la puerta con su sonrisa consoladora. Tomé mis cosas y salí. Traté de no echarme a llorar pero fue en vano cuando estuve entre sus brazos. Entramos a la casa, me hizo sentar en su sillón — Que solo era suyo y nadie podía sentarse en el mas que ella. —, fue a la cocina y trajo una botella de vino y dos copas.

— Esos putos se lo pierden — Dijo sirviendo el vino en las copas, y luego me dio mi copa. — Si no te dan el trabajo, iré a la empresa y aplicaré mis artes marciales con el tipo de la entrevista. Por cierto, ¿cómo era?

— Es el Jefe — Dije bebiendo de mi vino — No está nada mal. Es alto, blanco, cabello corto y negro, ojos azules, de unos 35 años o más.

— ¿Qué hizo cuando te vio? — Sonrió. Bebió más del vino y me miró con picardía. Yo negué con una sonrisa.

— Se puso nervioso — Reí. Madisson abrió los ojos y sonrió. Se estaba sintiendo orgullosa del trabajo que hizo con mi aspecto, lo sé.

— Sabía que tendrías efecto en el Jefe. — Dijo chocando su copa contra la mía. — ¿Y los demás?

— Oh... si, tenías razón. Todos los ojos en mí. Fue genial al principio, pero después fue incómodo. — Vacié mi copa de un solo trago. — Pero conocí a alguien.

— ¿A quién? Vamos, ¡escúpelo! — Dijo emocionada. Sonreí otra vez como el gato de Alicia en el país de las Maravillas al recordar el momento con aquél chico.

— No sé como se llama... — Miré a Madisson quien me miraba confusa. Decidí contarle todo con lujos de detalles. Se emocionó igual o más que yo.

— ¡Wow, amiga! Ojalá lo veas otra vez, ¿entonces era guapísimo? — Preguntó emocionada. Me mordí el labio al recordar su sonrisa, la manera en que mordía su labio inferior.

— ¡Infiernos, sí! — Suspiré. — El hombre más guapo que mis ojos hayan visto alguna vez. Si hubieras visto su sonrisa, te hubieses enamorado también.

#1 Mi Cuerpo en tus LabiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora