Capítulo 09

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Michael abrió la puerta del piso mientras que nos besábamos apasionadamente, cuando entramos, cerré la puerta con el pie. Comencé a desabrocharle la camisa, él se deshizo de mi ropa en menos de un minuto; sus labios estaban besándome duramente, estaba sintiendo una fuerte excitación en todo mi ser, sus manos estaban acariciándome en zonas prohibidas, comencé a gemir. Dios. Él me llevó a la sala y me sentó en el sofá. Vi como él se desabrochaba el pantalón, cómo se quitaba su saco y su camisa, cómo bajaba su bragueta y su pantalón.

— Ahora te dejaré hacer... lo que has querido hacer veces anteriores. — Su voz sonó ronca y entrecortada. Estaba excitadísimo. Me mordí el labio.

Asentí y relamí mis labios, llevé mis manos a sus bóxer y los bajé. Su pene brincó frente a mis ojos. ¡Santo cielo! Es larguísimo y grandísimo. Mordí mi labio y miré a Michael. Me estaba mirando, sus ojos estaban totalmente negros, fundidos, con fuego, deseo y lujuria. Su mano derecha tomó la parte de atrás de mi cabeza y lo atrajo hacia su longitud. Abrí la boca y lo saboreé con mi lengua. Él gruñó. Mordí levemente su glande mientras que con mi lengua rodeaba su grosor, ingresé más adentro su masculinidad y entonces él comenzó a follarme la boca.

— ¡Dios! — Gimió él — Lo haces tan bien, hermosa.

Tomé su longitud entre una de mis manos y comencé a masajear, lamí la punta de su pene con mi lengua, él gruñía y gemía, dios, lo introduje en mi boca en su totalidad, lo podía sentir en mi garganta; por primera vez le estaba haciendo esto a un hombre, él sabía tan bien, tan exquisito... Michael me jaló del cabello para apartarme, me acostó en el sofá y se puso entre mis piernas, tomó uno de mis senos y lo saboreó, lo mordisqueó. Joder.

— Joder... — Grité. Tomó el otro pezón e hizo lo mismo, una de sus manos acariciaba mi clítoris, comencé a mover mis caderas, necesitaba sentirlo.

— ¿Te gusta? — Gemí. Subió más mis piernas, podía sentir su erección en mi entrada, tenía la tentación de poner mis manos en su trasero y empujarlo. Él rió. Lo hace a propósito.

— Me encanta lo que haces, ahora... follame por favor. — Le dije jadeando, él me besó el cuello con ternura. Sus manos se depositaron en mis caderas y entonces sentí su glande entrar.

— Solo si prometes ser solo mía. — Movió sus labios en mi cuello, era mi debilidad, lo que tanto me excitaba, mi punto débil.

— Lo prometo. — Me sentía en las nubes, mi corazón golpeaba salvajemente mis costillas, mi feminidad palpitaba de tanta puta excitación. Dios...

Sentí como dejó entrar toda su gloria dentro de mí, él gruñó, yo grité, entonces, comenzó a moverse, entraba y salía de mi a un ritmo increíble. Así como era un excelente bailarín, es excelente en el sexo. Lo aferré a mi cuerpo, lo abracé con mis piernas y empecé a rasguñar su piel con mis uñas, hice mi cabeza hacia atrás mientras que soltaba gritos y gemidos para nada silenciosos. Me pregunto si los demás pueden oírnos.

Michael me tomó fuerte de la cintura, me levantó y entonces él se sentó quedando yo a horcajadas. Comenzó a moverse aún más rápido, mi cuerpo subía y bajaba, tenía mi cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, no podía con tanta excitación, se sentía realmente bien. Joder.

— Joder, Kathe... — Gruñó. — ¡Me estás volviendo loco!

Aumentó más la velocidad, comencé a brincar considerablemente, sus manos me sostenían fuerte de las caderas, nuestros gritos inundaban la habitación. Una fuerte corriente se alojó en mi ingle, empecé a temblar, entonces, él entraba y salía de mí con una rapidez increíble, estábamos por llegar, por tener nuestro tercer orgasmo en el día. Dios santo. Pude sentir como su pene vibraba, como llegaba su semen a su glande.

#1 Mi Cuerpo en tus LabiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora