#1 Mi Cuerpo en tus Labios

Capítulo 11

  Al llegar a la cafetería, el olor a café inundó nuestras vías respiratorias, caminamos hacia una mesa de tres y tomamos asiento. Yo estaba entre Rebecca e Ian, es agradable salir con unos amigos después del trabajo; les sonreí, luego tomamos las cartas y escogimos. Ian escogió una taza de café junto con unas galletas, Rebecca pidió un capuchino y galletas de coco, y como a mi no me gusta el café, solo pedí un postre de chocolate.

— Te ayudo — Dijo Rebbeca poniéndose de pie junto con Ian quien se ofreció traer nuestros pedidos.

Este día se me ha ido lento, han pasado tantas cosas y apenas va a oscurecer. Madisson estará dos horas más en su trabajo así que debo aprovechar el momento con Rebbeca e Ian. Sentí mi teléfono vibrar, abrí mi bolso y observé la pantalla del teléfono, era un mensaje de Matt: "Tenemos que hablar", comencé a teclear mi respuesta: "Cuando me marché de tu casa, te dije que no quería escucharte ni verte más.", "Me dijiste que hablaríamos", "Mentí", "Hablaremos, ya verás". Puse los ojos en blanco y dejé el teléfono en la mesa, pero segundos después comenzó una larga vibración. Respondí.

— ¡No quiero hablar contigo! — Colgué. Pero después comenzó a vibrar en mi mano, observé la pantalla y noté que no se trataba de Matt, sino de Michael. ¡Ja! ¿Pues qué crees? No responderé. Dejé el teléfono en la mesa y vi como Ian y Rebecca llegaban con los pedidos.

— Te traje pastel de chocolate. — Me dijo Rebecca cuando puso el plato frente a mí.

— Esta bien, no te preocupes, gracias. — Le sonreí. Ambos se sentaron y comenzaron a mover su café.

— Háblanos de ti, Ian. — Rebecca le agitó las pestañas, parece que Rebecca se siente atraída hacia él... ¿Quién no?

— Soy asistente de Josh, en el piso 8 — Nos hizo saber, ó sea que Rebecca y él coinciden mucho.

— Bien, ¿entonces qué haces ahí Rebecca? — Pregunte, tomando un trozo de mi rebanada.

— Solo atiendo a personas, si quieren algo con Josh, tengo que llamar a Ian, — Mordió una galleta — y entonces Ian le informa a Josh, y así sucesivamente.

— ¿No responderás tu teléfono? — Preguntó Ian, quien notó que mi teléfono vibraba desde hace mil años, ¿pero cómo no notarlo si provoca terremotos en la mesa?

— Eh... no. — Corté un gran pedazo de pastel para no tener que dar explicaciones. Ian solo asintió.

— Katherine es tan afortunada. — Sonrió ampliamente — Quiero decir, ¡está cerca de Michael Jackson todo el tiempo!

Tan cerca que no te imaginas, Rebecca. Reí por mi chiste personal. Ian solo me miraba maravillado. Miré que la pantalla mostraba 10 llamadas perdidas de Michael, uno estaba por entrar cuando decidí apagar el teléfono. Seguimos hablando un largo rato, Rebecca y yo parecíamos hienas riendo por las anécdotas graciosas de Ian. Miré el reloj del lugar, ya tenía que irme y además había dejado mi coche en el estacionamiento de la empresa.

— Chicos tengo que irme. — Me puse de pie — Pero sigan, no se detengan por mí, ¿está bien?

Me despedí de ellos y salí del lugar, tomé un taxi y me dirigí a la empresa; cuando llegué caminé hacia mi coche, introduje la llave, abrí la puerta y entré al auto. Emprendí camino hacia la casa, me sentía agotada, todas mis reservas de energía las gastaré conduciendo, realmente deseaba tirarme en la cama y dormir. Conduje la hora que me llevaba para llegar a casa, ya habia oscurecido y cuando llegué, me estacioné; apagué el motor, tomé mi bolso y salí del coche. Caminé hacia la entrada de la casa, abrí la puerta, entré y la cerré detrás de mí. Prendí las luces, dejé las llaves sobre el mostrador y luego subí las escaleras. Madisson aún no había llegado así que tomaré ese tiempo para darme una ducha. Entré a mi habitación, me quité las zapatillas bajando unos notables centímetros, me quité la ropa dejándome en mi ropa interior de encaje y luego entré al cuarto de baño. Me miré en el espejo, cerré los ojos y entonces Michael apareció en mi mente dándome un beso en el cuello. Mis manos subieron comenzando a acariciar mi cuello, era como sentir sus manos sobre mi cuello, sentir sus labios presionar mi piel, su respiración... abrí los ojos... negué con la cabeza por lo que mi mente estaba creando, entonces, caminé hacia la regadera, abrí el grifo y me metí debajo de ella, sintiendo el agua recorrer mi cuerpo, cerré los ojos disfrutando del agua; su rostro sonriente apareció en mi mente, volví a sentir esa sensación de sus manos recorrer mi cuerpo, sus labios besarme con pasión. Gemí. Tomé el jabón y comencé a pasármelo por el cuerpo, empecé a disfrutar de la sensación, mi mente reproducía esos momentos eróticos con él, entonces, sentí una oleada de calor cubrir mi cuerpo. Me parece estúpido que hasta en la ducha sienta sus efectos, sus efectos excitantes y exóticos. Mi mano derecha viajó hacia mi vientre, mi respiración se volvió agitada, mordí mi labio mientras que un pequeño gemido salía de mi boca, bajé más mi mano hasta llegar a mi clítoris, moví levemente mis dedos en forma circular... ¡Dios! Se sentía tan jodidamente bien, hice mi cabeza hacia atrás disfrutando de mi momento erótico...