Capítulo 23 (Últimos Capítulos)

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A la mañana siguiente desperté con una gran sonrisa en la cara. Estaba muy emocionada por saber a dónde me llevaría Michael, y aún más por usar aquél vestido rojo de encaje. Cuando bajé a desayunar me encontré con Madisson quien ya estaba desayunando, volteó a verme y me sonrió, caminé hacia la mesa, tomé un vaso y me serví jugo de naranja. Me senté frente a ella. Le conté todo lo que había pasado el día de ayer y los planes que tendría con Michael hoy. Me propuso ayudarme a vestir y maquillar. Qué novedad. Acepté. Entonces recordé que me dije que compraría las pastillas anticonceptivas.

- Oye, Madi... - Mordí mi pan tostado. - ¿Podrías comprarme pastillas anticonceptivas?

Se atragantó.

- ¡¿No las has comprado?! - Preguntó con los ojos abiertos, muy abiertos.

- No. - Sonreí apenada. Ella negó pero luego comenzó a asentir.

- Lo haré... - Mordió de su pan tostado. - De paso me compraré unas para mí.

Reí.

- ¡Eso es una gran idea! - Bebí de mi jugo de naranja - No queremos dos embarazos.

- Podemos obligarlos a usar condón, las pastillas interferirán en nuestro periodo...

La señalé con el dedo moviéndolo de arriba abajo. - Eso es muy cierto...

Me puse de pie y tomé mis cosas.

- Es hora de irme, que te vaya bien en el trabajo. - Caminé hacia la salida.

- Igualmente.

Cerré la puerta detrás de mí, rápidamente entré al auto y conduje a la velocidad de un rayo hacia la empresa. Es muy temprano, voy una hora antes ya que quiero terminar el trabajo que debimos terminar ayer para poder ir y arreglarme. Mientras conducía, estuve debatiendo la razón por la cual mis mensajes estaban eliminados. Quiero creer que yo lo hice estando ebria pero algo muy en el fondo de mí me decía que no fue así. Además, no sé si creer en lo que me dijo Michael -con eso de que me ha estado mintiendo sobre su edad...- respecto a que no fue él quien lo hizo, recordemos que mi teléfono apareció fuera de mi bolso que era donde lo había dejado. Michael pudo manipularlo mientras estaba inconsciente.

Noté que estaba llegando a la empresa, me dirigí al estacionamiento y aparqué. Tomé mis cosas, bajé y caminé hacia la entrada. Había unos cuantos autos pero ninguno era de Michael. Quizás estacionó atrás. Entré, y por primera vez, no habían miradas fijas en mí. Llegué al ascensor, presioné, esperé a que las puertas abrieran y cuando así lo hizo, presioné el botón del piso diez. Me miré en el material metálico notando que me veía con un brillo especial, cosa que no observaba semanas atrás. Las puertas se abrieron, salí, saqué la tarjeta del bolso y la pasé por el interruptor. Abrí la pesada puerta y entré topándome con la zorra más prostituta de todas las putas esquinas.

- Elle. - Dije seria, pero mi corazón comenzó a latir con fuerza al pensar que Michael podría estar aquí también.

- Katherine. - Sonrió diabólicamente. ¡Asco! Creo haber visto mierda en sus dientes...

Caminé hacia donde estaba y me senté, no voy a dejarla sola aquí con Michael.

- ¿Cómo estuvo tu festejo, perrita con sida? - Comenzó a reír con fuerza, como la típica bruja mala.

- ¡Has sido tú! - Abrí mi boca en su totalidad. - ¿No pudiste dar la cara, Puta?

Fingió ofensa.

- ¿Puta? - Comenzó a reír. - Vamos, ¿y tú qué eres? ¿Una santa? ¡Eres la más puta que todas las putas del mundo!

- ¡Mira quién habla!

#1 Mi Cuerpo en tus LabiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora