Los Juegos Del Hambre: La Historia de Cressida Fink.

12. Enfrentamiento riesgoso.

Seguimos caminando con cuidado, tratando de no hacer ruido. Es lo mismo que venimos haciendo hace un par de días, hay que seguir moviéndonos para evitar que nos encuentren los profesionales.

Estos últimos días han sido "apagados". No nos hemos encontrado con otros tributos, y no hubieron muchas muertes, si soy capáz de recordar, han sido únicamente dos. Las presas han comenzado a escasear, y algo me dice que tiene que ver con el final de los Juegos que se está acercando. Los Vigilantes lo están preparando todo para acabar con esto.

Durante este tiempo, Tristan y Kendra han conversado más, y ahora son más cercanos. Se puede decir que somos amigos, aunque no quiero afirmarlo, pues me aterra lo que pueda pasar.

Continuamos caminando, hasta que veo a Tristan detenerse súbitamente. Kendra y yo nos miramos, confundidas, pero cuando ella trata de preguntar qué ocurre, él la manda a callar, indicando que estemos alerta.

Comienzo a observar a nuestro alrededor por si algo se acerca. Un minuto después, aparecen en escena los profesionales, que ahora son solo 3, pues la chica pelirroja del distrito 2 murió hace algunos días. Sin embargo, hay un chico que antes no estaba con ellos y que puedo reconocer como el tributo del distrito 8. Cuando nos ven, no lo dudamos y empezamos a correr, con ellos pisándonos los talones. Kendra se tropieza y cae, pero la ayudo a levantarse, aunque se ha torcido el tobillo y le cuesta caminar. Cuando le ofrezco mi ayuda ella se niega.

—¡Vamos, Kendra! ¡Déjame ayudarte! —Le grito, al ver como ella va quedándose atrás.

— ¡Apresúrense! ¡No se preocupen por mí y corran! —Responde ella.

No quiero hacerle caso, pero Tristan toma mi brazo y me arrastra con él. Lo último que veo es a Kendra trepando un árbol con rapidez, mientras ambos tributos del 1 nos persiguen y los otros dos se quedan a cazarla.

Corremos varios metros más con nuestros corazones latiendo a mil por minuto y la adrenalina corriendo por nuestra sangre. Cuando pensamos que los hemos perdido de vista, vemos que nos rodean. El chico del 1 se lanza sobre Tristan en una feroz pelea de cuerpo a cuerpo, mientras que la chica, con su arco y flecha en mano, intenta dispararme. Sin embargo, mis reflejos han mejorado bastante en este tiempo y soy capaz de esquivar todas sus flechas. Aprovecho que ella debe recargar sus flechas para sacar la cuchilla escondida bajo mi manga y lanzarme sobre ella. Rodamos por el suelo unas cuantas veces. Ella pierde su arco y yo intento atacarla. Finalmente ella queda sobre mí, aprisionandome. Comienza a reírse desquiciadamente, mientras la observo aterrada.

— ¡No pienso morir! ¡¿Me escuchaste?! ¡No voy a salir de aquí en un aerodeslizador! —Gritaba a tan solo milímetros de mi rostro— ¡Voy a matarte! ¡Los mataré a todos!

Intenté zafarme de su agarre pero al parecer ella vio mis intenciones y volvió a sujetarme con más fuerza.

— ¡Ni lo intentes! Un movimiento más y estarás muerta... —Susurró con veneno en su voz mientras acercaba el filo de la cuchilla que me había arrebatado hacia mi garganta.

Comenzó a murmurar cosas extrañas, parecía haber perdido la cordura. Aproveché que se encontraba fuera de sí y le dí un cabezazo, obligándola a retroceder. Mientras ella sobaba el sector del golpe, alcancé la cuchilla, que había volado lejos, e invirtiendo nuestra posición, me senté a horcajadas sobre ella. Comenzó a retorcerse como un gusano y finalmente dí el golpe mortal, clavando la cuchilla justo en el costado de su cabeza. Dejó de moverse al instante. 

Al mismo tiempo, Tristan consiguió reducir al chico del 1, y finalmente lo asesinó. Me tendió la mano y me ayudó a levantarme. Sacudimos nuestras ropas más calmados, y  comenzamos a alejarnos. Pronto sonaron dos cañonazos. Pero esa tranquilidad no duró por mucho, ya que un grito nos sobresaltó a ambos.

— ¡Cressida! —Era la voz de Kendra. Sonaba asustada— ¡Cressida, ayúdame!

Corrimos, apresurados, siguiendo el sonido de su voz. No tardamos en llegar, pero al ver el estado en el que se encontraba entramos en pánico.

Este era el peor escenario posible.