El ruido de nuestras pisadas en la hierba del bosque es lo único que puedo escuchar además de mis alborotados pensamientos. Ni Tristan ni yo hablamos, ya que no tenemos las fuerzas ni ganas para hacerlo.
Mientras camino, observando el desgastado cuero de mis botas producido por las continuas corridas de aquí para allá, comienzo a tratar de ordenar mis ideas, aunque presiento que será más difícil de lo que creo.
Ya he perdido la cuenta de los días que llevamos atrapados en la Arena, pero mi intuición me dice que la recta final de los Juegos está a la vuelta de la esquina. Calculo que no quedamos más de 10 tributos en pie.
— Tristan —Lo llamo, levantando por fin la vista que desde hace rato no despegaba del suelo.
— ¿Hmmm...? —Responde él al instante, indicándome con un gesto que prosiguiera con mi duda.
— ¿Cuántos tributos quedamos? —Continúo y él se detiene, mientras toca su barbilla con una mano y con la otra hace cuentas con los dedos, mientras murmura palabras incomprensibles para mí. Me quedo observándolo fijo, esperando por una respuesta.
— Contándonos a nosotros... Cinco, quedamos cinco. —Finaliza, totalmente seguro de sus palabras. Asiento con la cabeza y reemprendemos la marcha.
— ¿Y quiénes son los otros? — Vuelvo a preguntar, con aires de curiosa, aun sin dejar de caminar.
— Déjame ver... —Responde mientras prolonga la última "r", y comienza a explicar nuevamente haciendo cuentas con sus dedos— Los dos tributos del 11 y el idiota del Distrito 2.
— No creo que los del 11 sean un problema —Opino, respondiendo con total honestidad— Pero sin duda hay que mantenernos alejados del chico del 2. Es muy peligroso, y considerando que te tiene rencor por el encuentro de la otra vez, es más que seguro que te guarda un lugar especial en su lista negra.
— ¿Tú crees? —Me suelta mientras me observa de reojo, con una sonrisa divertida— No es la gran cosa. Creo que perfectamente puedo con él.
Ruedo los ojos, a veces me irrita la excesiva confianza que se tiene. No logro entender aún cómo es que todavía estando en los Juegos del Hambre puede conservar la calma e incluso hacer bromas. Inclusive podría estar fingiendo serenidad, y yo no soy capaz de darme cuenta. Aunque sea mi hermano, la persona mas cercana a mí, siento que hay formas de actuar suyas que no comprendo del todo.
Continuamos caminando por un buen rato más, ahora conversando, intentando sonreír aunque sea un poco, porque después de todo, aún no puedo superar el hecho de que Kendra ya no esté. Las últimas dos noches he tenido pesadillas, donde su muerte se repite una y otra vez frente a mí, y aunque trato de salvarla, siempre llego tarde. Tristan me ha despertado para hacerme ver que he llorado aún estando dormida.
Realmente desearía que los Juegos nunca hubieran existido. Tal vez, Kendra y yo hubiésemos podido conocernos de alguna otra forma y tal vez hubiéramos sido amigas también. Pensar en esa ínfima posibilidad me sirve para consolarme aunque sea un poco.
Nos detenemos para trepar nuevamente a un árbol, pues ha comenzado a oscurecer otra vez en la Arena. No estoy segura de si en el exterior sigue siendo de día, pero aquí, los Vigilantes hacen anochecer cada vez más temprano, indicándonos que falta poco para la batalla final que tanto temo, donde los dos últimos tributos serán obligados a luchar hasta que el último que quede en pie sea coronado como vencedor de este año.
Honestamente, no quiero pensar en eso ahora, aunque cada vez es más inevitable. Los Juegos tienen que terminar en algún momento, pero me aterra pensar que no llegaré para ver ese final, o que incluso Tristan no lo haga.
Sacudo mi cabeza, tratando de despejarme, y de éste modo cierro mis ojos, tratando de conciliar el sueño.
Puede que ésta sea de mis últimas noches.
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Los Juegos Del Hambre: La Historia de Cressida Fink.
Fanfiction"Y el tributo femenino del Distrito 7 es..." Dejó unos segundos en suspenso y leyó en voz alta el nombre que estaba dentro del sobre: "Cressida Fink". ¿Quien lo hubiera imaginado? La persona en la que menos pensabas podía ser nombrada. R...