Lo que presenciaban mis ojos me puso los pelos de punta, y entré en un estado de desesperación. Kendra se encontraba aprisionada entre los fuertes brazos del chico del 8, que sudaba, nervioso, mientras apoyaba una daga en su cuello, a modo de amenaza. Ella se retorcía intentando escapar, pero él era más fuerte y no la soltaba.
—Cressida... —Kendra, al borde del llanto, suplicaba por nuestra ayuda.
— ¡Kendra! —Grité desamparada. Intenté correr en su auxilio, pero Tristan me detuvo tomándome del brazo. Se lo notaba tenso.
— ¡Mírenla! ¿Quieres salvar a tu amiguita, Cressida? —El chico, aunque se lo notaba bastante nervioso, gritó burlándose.
— ¡Suéltala! —Gritó Tristan, notablemente enfadado.
— ¡Cierra la boca o le cortaré el cuello! —Amenazó éste. Se notaba a kilómetros que estaba desesperándose.
Empezamos a acercarnos lentamente hacia él, pero lo notó rápidamente, poniéndose a la defensiva y acercando cada vez más el cuchillo al cuello de Kendra, que respiraba agitada por el terror.
— ¡Quietos ahí! ¡Ni un paso más o la mato! ¡Lo juro!
Tristan, sin embargo, se abalanzó sobre él, haciendo que soltara a Kendra, no sin antes enterrarle la daga en el abdómen. Grité desesperada y corrí en su auxilio. Ella se desplomó en el suelo, y con esfuerzo se arrastró lo más lejos que pudo. Me arrodillé junto a ella y la ayudé a recostarse en mi regazo. Estaba llorando, presa del miedo, mientras presionaba fuertemente la herida con su mano. Le costaba respirar y me miraba, asustada.
— C-Cress... —Susurró con la voz entrecortada por el llanto.
— ¡Kendra! —Exclamé preocupada— Tranquilízate, vas a mejorarte. Te curaremos, lo prometo. Sólo aguanta un poco más, por favor —En mi voz podía notarse la angustia y el miedo.
— Shhh... —Ella colocó un dedo sobre mis labios, haciendo que parara de hablar— Tranquilízate.
La miré a los ojos, sin saber qué hacer. Había entrado en pánico, y pronto comencé a sollozar.
— Tengo frío, Cress... Tengo mucho frío —Susurró— No creo poder aguantar mucho más.
— ¡No, no, Kendra! —Chillé, con pesar en mi voz— ¡Quédate conmigo, Kendra! ¡Respira! ¡No te duermas, por favor!
— Cress... —Continuó, ignorándome por completo— ¿Puedes cantarme una canción? Quiero irme en paz...
— Kendra, no digas eso, por favor, vas a estar bien, ¿Sí?
— Cressida, por favor, cántame una canción —Respondió ella, y asentí, viendo como la vida se le estaba escapando de a poco.
— Si, D-de acuerdo —Repliqué, tratando de recordar la letra de alguna canción de cuna.
Aspiré profundo, intentando calmarme, y comencé a cantar, suave y despacio.
"En lo más profundo del prado, allí, bajo el sauce,
Hay un lecho de hierba, una almohada verde suave;
Recuéstate en ellas y cierra los ojos sin miedo,
el sol ya salió y se encuentra en el cielo.
Este sol te protege y te da calor.
Las margaritas te cuidan y te dan amor,
Tus sueños son dulces y se harán realidad
Y mi amor por ti aquí perdurará."A medida que avanzaba la canción, Kendra miraba directamente a mis ojos, y yo la veía a ella. Estaban brillando como nunca antes había visto, y por un momento pensé que ella se estaba sintiendo como en casa, lo que me hizo sentir nostalgia.
Cuando acabé de recitar la canción, ella sonrió y dijo:
— Es una hermosa canción —Aspiró haciendo un esfuerzo y continuó— Cuando esté del otro lado, no la olvidaré, y tampoco te olvidaré a tí, Cressida. Eres la mejor amiga que he tenido —Sentí como temblaba, y como hacía un enorme esfuerzo para hablar, mientras tanto, ya no pude retener las lágrimas y comencé a llorar a rienda suelta— Ojalá y nos hubiésemos conocido en otras circunstancias.
— Tú también eres la mejor amiga que he tenido, prometo nunca olvidarte, Kendra —Logré pronunciar entre hipidos causados por el llanto.
— Cressida, hazme una promesa —Soltó de pronto mientras con un último esfuerzo tomaba mi mano.
— Sí... Sí, lo que sea —Asentí con la cabeza.
—Gana.
Sus palabras retumbaron como un eco interminable en mi mente, perdiéndome en el torbellino que eran mis pensamientos.
— Gracias por todo, Cressida —Fueron las últimas palabras que pronunció. Su mano, que hasta entonces había sostenido la mía con fuerza, aflojó su agarre, y ella soltó su último suspiro. Con ello, supe que ella ya no estaba. Kendra nos había dejado.
Dejé de contener el llanto, soltando el mar de lágrimas que había estado reteniendo. Tristan, que había acabado con el tributo del distrito 8, se acercó a mí, y acarició mi cabellera tratando de consolarme. Me aferré a él, pues era lo único que me quedaba ahora.
Una vez me hube calmado, entre ambos recogimos unas cuantas flores y cubrimos su cuerpo con ellas. Era nuestra forma de darle un último adiós. Una vez nos alejamos, se escuchó el cañonazo, y no pude evitar volver a llorar, al igual que al momento en que sonó el himno, cuando su rostro fue proyectado en los cielos.
Sobreviviría por ella, cueste lo que cueste. Le hice una promesa, y planeaba cumplirla.
Ganaría por Kendra.
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Los Juegos Del Hambre: La Historia de Cressida Fink.
Fanfiction"Y el tributo femenino del Distrito 7 es..." Dejó unos segundos en suspenso y leyó en voz alta el nombre que estaba dentro del sobre: "Cressida Fink". ¿Quien lo hubiera imaginado? La persona en la que menos pensabas podía ser nombrada. R...