16. El Final a la vuelta de la esquina.

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Ésta vez, no ha vuelto a amanecer. Creo que han pasado más de 12 horas y el cielo aún luce como si estuviéramos a mitad de la noche, aunque esto no nos impide a Tristan y a mí seguir moviéndonos, claro que con algunas prevenciones extras. Estamos conscientes de que no falta mucho para que los Vigilantes decidan arreglar nuestro encuentro con el tributo del 2, y es por ello que estamos más alerta que de costumbre.

A pesar de que debo estar atenta a mi entorno, mi mente no deja de estar inquieta, haciendo que me ponga nerviosa. Y la verdad es que realmente tengo miedo. Miles de preguntas comienzan a formularse entre mis pensamientos: ¿Qué pasará si muere el chico del 2? Tristan y yo estaríamos obligados a acabar uno con el otro, porque de ningún modo permitirán que hayan dos ganadores otra vez. Eso casi provoca una segunda rebelión.

También, ¿Qué pasaría si llega a morir Tristan?, yo ni en un millón de años sería capaz de hacerle frente a tremendo mastodonte como lo es ese chico del 2.

Pero lo que más me aterra, es pensar en que moriré aquí, sin volver a ver el mundo exterior, sin respirar nuevamente el aire de mi Distrito, o sin poder despedirme de mi madre y la gente que me importa.

Mis cavilaciones se ven interrumpidas cuando Tristan e sujeta de ambos brazos, haciendo que nos detengamos,  y obligándome a verlo de frente. Sé que tiene algo para decir, y por la expresión de su rostro, me huele a que no es algo bueno.

— ¿Tristan? —Inquiero, preocupada— ¿Qué ocurre?

—Escucha, Cressida... —Dice, ignorando mi pregunta anterior— Sé que eres consciente de que en cualquier momento nos toparemos con él —Hace énfasis en la última palabra, haciendo referencia al otro tributo— El final de los Juegos está tocando nuestra puerta. Sólo uno puede salir vivo de aquí... ¿Entiendes a dónde quiero llegar con ésto?

— No, no puedo entender lo que tratas de decirme —Respondo, comenzando a alterarme.

— Lo que trato de decirte, Cressida, es que... —Aspira profundo, me mira directo a los ojos con decisión, y suelta todo— Tú tienes que ganar, por Kendra, por mi y por todos.

— ¿Qué? —Escupo, estupefacta— ¡No! Yo... No puedo hacerlo —Sé que le prometí a Kendra que ganaría, pero ahora, ya no estoy segura de poder— Tristan, tú mereces ganar más que nadie. Yo sólo he sido una inútil que apenas ha podido sobrevivir sola. Si no fuera por Kendra y por tí yo no habría llegado hasta aquí. No merezco ganar.

— No, Cressida, entiende... —Tristan intenta hablar, pero yo lo interrumpo.

— No, has hecho demasiado por mí durante toda mi vida, y ésta es la única forma en que puedo devolverte el favor. Tú debes regresar a casa, si algo te pasara a tí yo no sé si sería capaz de consolar a mamá...

— ¡Basta ya, Cressida! —Sentencia él, haciéndome salir de mi shock— No estoy pidiéndote permiso, estoy avisándote lo que pasará. Yo no puedo ganar... —Guarda silencio por un segundo, para después continuar, ésta vez hablando casi en un susurro— No, la verdad es que no quiero ganar. No podría soportar la culpa de haberte dejado morir para bañarme en riqueza, no podría volver a ver a mamá al rostro... No podría vivir conmigo mismo sabiendo que pude haberte salvado y no lo hice, así que no. Definitivamente no voy a aceptar que mueras. No lo negociaré de ningún modo.

Sus ojos miraron directamente a los míos, con tanta decisión que podría doblegar hasta la voluntad más fuerte. Lo único que pude hacer fue agachar la mirada, como acatando su órden. No había otra cosa que pudiera hacer.

Nos reincorporamos y continuamos caminando en silencio, solamente a la espera del juicio final que no tardaría en llegar.

Efectivamente, segundos más tarde, escuchamos gritos de horror aproximándose. Definitivamente era el chico del 2, no podía seralguien más. Pronto, apareció en escena, justo frente a nosotros, por lo que nos pusimos en posición, listos para la pelea. Sin embargo, se pasó de largo en su corrida, como si ni siquiera nos hubiera visto. Fue entonces que nos dimos cuenta de que no estaba sólo. Un grupo de mutos de lobo lo perseguían pisandole los talones, y ahora también a nosotros, que comenzamos a correr con prisa, pues nuestras vidas dependían de ello.

Ya podía darme una idea de qué era lo que estaba pasando... El Final de los Septuagésimo Sextos Juegos del Hambre nos recibía con los brazos abiertos.





Los Juegos Del Hambre: La Historia de Cressida Fink.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora