4. Comienza el Entrenamiento.

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Al día siguiente, Mellie nos despertó bien temprano. Dijo que debíamos ir a entrenar en el Centro de Tributos. Tristan y yo nos vestimos con el traje de entrenamiento que nos prepararon nuestras estilistas.

Desayunamos un poco de cereal con frutas y panecillos y esperamos al ascensor. Cuando las compuertas del elevador se abrieron, volvimos a ver a aquel hombre que se presentó como mentor nuestro en el tren: Plutarch Volkov, un hombre algo desaliñado, con ojeras y una barba que parecía ser de hace 3 días.

— ¿Qué están esperando? Suban. Los esperan en el Centro de Tributos —Ordenó con su voz ronca, algo cansada. Se notaba que no estaba muy interesado en estar allí.

Subimos al ascensor junto con él. El silencio incómodo que se había formado se quebró cuando Tristan habló.

— Tú eres nuestro mentor ¿Verdad? Tú nos enseñaras tácticas de supervivencia para los Juegos, ¿No?

— Exacto. Yo debo transmitirles todo lo que conozca acerca de los Juegos para que ustedes puedan sobrevivir —Dijo sin una pizca de emoción, lo que me produjo cierta desconfianza.

— ¿Algún consejo que podría servirnos...?

— ¿Quieres consejos? Te los daré... Primero, jamás se te ocurra acercarte demasiado a la Cornucopia, porque podrías morir en el baño de sangre. Toma la la mochila que esté más próxima a tí o corre al bosque sin nada. Si aprecias tu vida, hazte el favor de no encender una hoguera en la noche, a los profesionales les encanta acechar a esas horas. Elige acampar en alguna cueva oculta, o duerme en los árboles, atado con una soga a la cintura para no caer. Busca una fuente de agua, es muy importante. En lo posible, considera la posibilidad de formar una alianza con otros tributos, entre varios es mayor la probabilidad de sobrevivir por más tiempo... Te seguiría diciendo más, pero ya ves que llegamos.

Habíamos llegado. Allí estaban los demás tributos. La Directora del Centro, Leona, nos explicó a todos temas importantes acerca de la supervivencia. También habló sobre las causas de muerte. Ya terminada la charla, cada quien se encaminó al puesto que quisiera.

Tristan sugirió que tomáramos lecciones para atar nudos, ésto nos serviría para hacer trampas eficaces a la hora de acechar tributos. Así que el primer puesto al que fuimos fue ese. El instructor no tenía aprendices, por lo que se sintió orgulloso de que fuéramos a aprender lo que él nos enseñara. Nos enseñó a armar complicados nudos que aprendimos a hacer con éxito en pocos minutos. Luego, nos despedimos del instructor y fuimos a observar los otros puestos. A Tristan le llamó la atención trabajar con lanzas, así que él se encaminó hacia ese puesto. Yo, en cambio, preferí ver el puesto de lanzar cuchillos, y fui a él. Estaba por hacer fila detrás de un chico del Distrito 9, cuando un muchacho del 2 me empujó para arrebatarme el lugar y caí de espaldas.

— ¡¿Qué te pasa?! ¿Eres tonto o qué?,

Me escaneó de pies a cabeza y luego me habló. ¿Olía una amenaza?

— Más te vale que no te busques problemas conmigo, mocosa. No sabes lo que te espera. Además... Tú no servirías para esto porque eres una niña idiota.

Tristan observó e intervino para defenderme.

— ¿Eres tarado? ¡Métete con alguien de tú tamaño!

— ¿Estás retándome? —El chico parecía una fiera a punto de saltar a la yugular de su presa.

— Más te vale que no vuelvas a meterte con mi hermana, o te meterás en graves problemas. —La voz de Tristan denotaba una amenaza, nunca lo había escuchado hablar en un tono tan frío y aterrador como ese.

— Uy... El principito se molestó. Tranquilo, amigo... No quiero dañar tu carita bonita... —Dijo con sarcasmo.

— Cierra la boca, imbécil —Esa fue la gota que colmó la paciencia del chico del Distrito 2, que rugió enfurecido dispuesto a golpear a mi hermano,

— ¡¿Cómo me llamaste?! —El rubio, encolerizado, estaba a punto de lanzarse contra Tristan, a quien parece no le faltaban ganas de pelearse con él.

En ese momento llegaron algunos Agentes de la Paz y separaron a ambos, que intentaban zafarse para matarse a golpes.

— ¡Calma, muchachos! Tendrán suficiente tiempo para pelear en la arena —Dijo Leona interviniendo.

Luego de acabar con la pelea, el muchacho se fue al puesto de arcos y flechas, y yo me coloqué en su lugar. Cuando llegó mi turno, pude descubrir que era muy buena lanzando cuchillos. Casi siempre daban en el blanco.

Luego de algunas horas entrenando, volvimos al departamento para ir a descansar, completamente exhaustos.

Hablamos un rato con los demás. Nos comentaron que se hablaba mucho del pleito de Tristan y el del 2, creo que se llamaba Athos. Por lo que creían, él había declarado que se vengaría de Tristan, sería su primera víctima en los Juegos.

Él únicamente se rió y le restó importancia al tema. Eso es lo que me gusta de Tristan. Él es muy confiado y no le teme a nada, por eso creo que él es muy capaz de ganar los juegos, mientras que yo solo me aterrorizo ante la idea.

En la noche, ya en mi cuarto, me puse a ver televisión. Los comentaristas hablaban sobre los Juegos anteriores, recordando los "mejores momentos" y reviviéndolos en pantalla. Era realmente perturbador, tantas muertes horribles que sólo eran para deleite de los capitolenses. Así que apagué la televisora y me fui a la cama, con el miedo de no poder borrar dichas imágenes de mi cabeza.

















Los Juegos Del Hambre: La Historia de Cressida Fink.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora