15. Sólo quedan 3.

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Amaneció, lo que significaba otro día más en la Arena. Tristan se baja primero del árbol y seguidamente me ayuda a mí a hacerlo. Ambos continuamos con la rutina establecida hace unos cuantos días: caminar sin parar, y ver si podemos cazar algo para comer, ya que estamos de paso. 

Hace dos días que no he comido y estoy empezando a sentir hambre, y para nuestra mala suerte, parecen haberse agotado las presas. Aproximadamente 3 horas más tarde, lo único que hemos conseguido es una comadreja que se encuentra bastante delgada. Sin embargo, no perdemos el tiempo, ya que algo es algo, y preparamos una pequeña fogata donde la cocinamos y luego la comemos sin dejar nada desperdiciándose. Con suerte, servirá para calmar el hambre por un día más.

Una vez terminado nuestro almuerzo improvisado, apagamos la sencilla fogata y cubrimos las cenizas con tierra y hojas, disimulando nuestras huellas. Así, continuamos nuevamente nuestro camino hacia ninguna parte en realidad.

Una o dos horas más tarde, escuchamos dos cañonazos, y unos minutos después podemos ver en lo alto del cielo al Aerodeslizador alejándose. Nos observamos fijamente, como si solamente necesitáramos eso para comunicarnos. Sabíamos lo que eso significaba: Los 2 del Distrito 11 estaban muertos, ya que no podía imaginar de el del 2 haya muerto aún. Entonces, eso quería decir que sólo quedamos Tristan, el otro chico y yo, lo que significaba que el final se había adelantado más de lo que esperábamos.

Los pensamientos pesimistas comenzaron a invadirme. La piel se me erizó al imaginar que podría acabar como los 21 tributos que murieron hasta ahora: olvidada, en una fosa común como otra de las tantas personas que no sobrevivieron a los Juegos del Hambre. Más aterrador incluso era pensar que ni Tristan ni yo sobreviviríamos y que el imbécil tributo del Distrito 2 podía ganar.

— Cressida, tranquilízate —Habló Tristan con firmeza sobresaltándome, mientras me sujetaba de ambos hombros— Recuerda que te hice una promesa. No importa lo que pase, te protegeré —Finalizando la frase, me atrajo hacia él, envolviéndome en un abrazo protector.

Volvió a oscurecer, aunque hacía apenas un rato que había amanecido. Los Vigilantes deben estar ansiosos en este momento, esperando que todo acabe de una vez. Nosotros volvimos a trepar un árbol para dormir, como ya es costumbre, sin el mínimo interés de apresurar las cosas.

Nos acomodamos, atándonos al tronco del árbol con las sogas para no caernos, y nos dispusimos para dormir.

— Descansa, enana —Soltó Tristan mientras me revolvía el pelo y cerraba los ojos, tratando de conciliar el sueño.

—Descansa, buenas noches. —Devolví el saludo en un murmullo. Sin embargo, yo no sería capaz de pegar un párpado esta noche, al menos no con todos los pensamientos revoloteando dentro de mi cabeza, sin dejarme en paz.

"El final es inevitable", pensé. Una sola idea rondaba por mi cabeza en ese momento, y es que más tarde que temprano, por voluntad propia u obligados, deberemos enfrentarnos cara a cara con el último superviviente de los profesionales.

En cualquier momento, el final que tanto esperábamos que no llegase llamaría a nuestra puerta.




Los Juegos Del Hambre: La Historia de Cressida Fink.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora