Aunque era de noche, podía ver perfectamente las nubes en el cielo nocturno, y en el ambiente podía percibir el olor a humedad procedente de una temprana lluvia. A causa del frío mis pasos se volvían lentos y algo torpes, y temblaba como un auténtico flan. Sólo podía proporcionarme calor con la fricción de mis propias manos contra mis brazo una y otra vez.
Estaba cansada, herida y al borde de la hipotermia, y el hecho de pensar que aún me quedaba un pergamino por lograr, me ponía aún peor.
Me apoyé durante unos segundos en la corteza húmeda de un árbol. Si seguía así, sería imposible enfrentarme a nadie, porque no tendría fuerzas siquiera para empuñar un kunai. Temblaba, y casi ni sentía los dedos de los pies, y los de las manos estaban ligeramente morados. Realmente no recordaba que en Konoha hiciera tanto frío.
A duras penas logré esquivar un shuriken, que silbó cerca de mi oreja para incrustarse profundamente en el árbol. Todos los huesos crujieron cuando me giré alertada, y el repentino movimiento me ocasionó un leve mareo. Sin embargo, quien fuera mi próximo oponente aún no se había dejado ver.
Varios kunai con sellos explosivos en sus mangos saltaron hacia mi dirección, y escasamente logré esquivarlos con varios saltos y piruetas. Mi agotamiento y mal estado me ralentizaba aún más, por lo que la victoria se inclinaba seguramente hacia mi oponente, quien aún era desconocido para mi.
No me tomó demasiado tiempo darme cuenta que, fuera quien fuera, era alguien que evitaba el cuerpo a cuerpo. Seguramente fuera un ninja más bien táctico, y que buscaría una forma de hacerme caer en sus redes. Y en esa situación sería más fácil que eso ocurriera.
Viéndome completamente acorralada, hice uso de todo mi chakra —que tampoco era mucho— e intenté localizar al ninja. Sin embargo, éste estaba tan bien oculto, que como inexperta me resultó imposible. También tenía claro que ocultarme yo era una tontería, pues seguramente me encontraría en un abrir y cerrar de ojos.
Entonces, ¿qué podía hacer? Si no daba la cara pronto, caería redonda al suelo por hipotermia, o caería en sus manipulaciones. O peor. Necesitaba, de algún modo, hacerlo salir y terminar rápido, lo suficientemente rápido para llegar a la torre.
Sentí un picazón en los ojos, por lo que se me llenaron de lágrimas. Los cerré con fuerza —siendo consciente de que me dejaría totalmente indefensa—, me curvé levemente y los refregué con el dorso de la mano. Ardían con fuerza, y una especie de cosquilleo bordeaba mis cuencas. Al volver a abrirlos, pestañeé repetidas veces y moví mi mirada por todo el alrededor.
Fue sorprendente darme cuenta de que lo veía todo mucho más nítido, prácticamente unas cien veces más de lo normal. Fruncí el ceño al ver en una de las copas de los árboles de mi derecha una pequeña brizna de luz parpadear.
Tardé unos segundos en darme cuenta de que aquello que estaba viendo era nada más y nada menos que mi oponente, muy seguramente sería su red de chakra. No tenía tiempo para averiguar qué me ocurría en los ojos, por lo que desenfundando a la vez a Jun y Ketsho, me lancé directa al árbol.
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La otra realidad |Naruto| C O M P L E T A
FanfictionQuien creía ser normal, acabó en un mundo lleno de locuras. Simplemente, otra realidad. C O M P L E T A