Capítulo 27

4.7K 559 136
                                    


Débil y agotada como estaba, la balanza en esa batalla no estaba precisamente inclinada hacia mi —aunque ni estando al cien por cien en mis sentidos, dudaba que hubiera sido demasiado diferente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Débil y agotada como estaba, la balanza en esa batalla no estaba precisamente inclinada hacia mi —aunque ni estando al cien por cien en mis sentidos, dudaba que hubiera sido demasiado diferente. De las brechas que habían en mi brazo, seguía brotando la sangre sin cesar (¿realmente tenía tanta sangre en mi cuerpo?), el dolor de cabeza iba en aumento, llegando al extremo de empezar a aparecer pequeños puntos blancos en mi campo de visión.

—¿Yume? —pregunté, inocentemente.

La susodicha, al oír su nombre brotar de mis labios, pareció dudar durante unos segundos, pero seguidamente, en su rostro se estampó de nuevo la rabia pura, y arremetió contra mi con más fuerza, lanzando un puñetazo a mi estómago, haciéndome retroceder varios metros. Apenas pude enterar mis pies para parar el impulso, así que me incliné e hice lo mismo con mis manos, que logré hundir en la tierra. Las yemas de mis dedos ardieron por la fricción, y heridas sucias se hicieron en ellas. Mordí mi labio, intentando reprimir el grito de dolor.

El resto intentaban pararla, luchando contra ella, pero se deshacía de ellos como si de moscas se tratasen, únicamente centrada en mi persona, con el único objetivo de matarme. Había intentado razonar con ella, pero cada vez que intentaba hablar, sus golpes me interrumpían.

Apenas y podía defenderme, por lo que atacar era prácticamente imposible. Me dediqué a parar sus golpes e intentar huir de ella, siempre con la esperanza de perderla de vista. En una de mis huidas, caí al suelo. Mi cuerpo posiblemente ya estaba en anemia, empezaba a ver mi alrededor borroso, mi piel estaba fría, mezclándose el sudor, la sangre y la suciedad, y bajo esta, lograba verse borrones de piel anormalmente blanca, mi pulso estaba acelerado, podía oír los latidos de mi corazón rebotar contra mis oídos una y otra vez, poniéndome histérica (posiblemente, ya empezaba a menguar mi lucidez mental). Casi no podía respirar, por lo que mi boca entreabierta provocaba que también tuviera la garganta seca.

La rubia, se acercó a mi, y se puso en cuclillas.

—Oh, te has vuelto tan débil, Naevia...

—¿Naevia? —pregunté, en un susurro que casi me dolió—, yo no soy Nae...

 —¿Naevia? —pregunté, en un susurro que casi me dolió—, yo no soy Nae

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La otra realidad |Naruto| C O M P L E T ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora