Capítulo 10

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 Abrí los ojos desconcertada

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Abrí los ojos desconcertada. Aquello había sido verdaderamente alocado, tanto que mi corazón parecía que iba a salirse en cualquier momento de su sitio. Un frío sudor se adhería a mi piel, por lo que me fui a dar una ducha rápida. En más o menos una hora debía estar en la entrada de la villa, lista para mi primera salida de esa ciudad en bastante tiempo. Estaba auténticamente ansiosa. Y más de olvidar lo ocurrido con Neji.

Enseguida me vestí, llené una mochila con todo lo necesario y me equipé con Jun y Ketsho. Salí de casa con bastante tiempo y pronto, por lo que podía ir tranquilamente en forma de paseo—. ¡Ay-chan! —sentí los brazos del rubio rodearme, y una enorme sonrisa se plantó delante de mis narices.

—Hola, Naruto —musité, intentando sonreír. Emprendimos juntos el camino hacía la entrada. Durante éste, él hablaba y hablaba, diciéndome que estaba feliz de poder salir de misión, y más aún al saber que podría recuperar mi memoria. Lleguamos diez minutos después, y todos ya estaban allí —incluso Kakashi, con un semblante verdaderamente serio.

— Bien —empezó el peliplata sin siquiera mirarme—, han habido cambios en esta misión, y tenemos que llegar rápido a Yoroshiku. No está demasiado lejos, por lo menos a un día y medio de camino, pero ya que Ayaka no puede ir tan deprisa, debemos ir caminando, y pararemos en una posada por la noche —me agazapé, avergonzada. Naruto se percató de eso, y rodeó mis hombros en un abrazo amistoso. Eso, extrañamente, me reconfortó—. Cada hora uno de nosotros hará un recorrido del terreno como medida de seguridad. Iremos en grupos de tres y en diferentes posiciones, separados y comunicados por radio. El grupo que irá delante seremos yo, Gai y Lee; el grupo que irá en medio, serán Neji, Naruto y Ayaka, y por último y cerrando la formación, Tenten, Sakura y Sai —Maito Gai se acercó a Neji, le susurró algo y se alejó rápidamente—. ¿Habéis entendido?

Todos asintieron, excepto yo, que seguía auto-preguntándome porqué era necesaria tanta seguridad, si tan solo íbamos a un simple pueblo, ¿acaso eso era peligroso? El primer grupo se preparó y salió rápidamente, perdiéndose en el horizonte. Me quedé quieta, sin saber qué hacer o decir, hasta que sentí un empujón.

—Debemos irnos —la fría voz de Neji me despertó de mis cavilaciones.

Alcé la cabeza y lo miré fijamente, algo aturdida. Pero no dije nada, no tenía siquiera ganas de entablar una pelea con él, y menos con las cábalas que me había formado por lo anterior. Empezamos a caminar, a un paso no rápido, pero tampoco lento. El Hyuga iba delante de nosotros, a varios metros, y Naruto a mi lado, con una sonrisa algo atontada en su rostro.

—¿Qué te hace sonreír así? —inquirí, con curiosidad. Él solo agrandó el tamaño de ésta.

Pensaba en Gaara —dijo.

—¿En el Kazekage? ¿Ocurre algo con él? —mi curiosidad, inesperadamente y para mi sorpresa, aumentó aún más. La mirada del rubio se volvió sospechosa, y no dijo nada, por lo que dejé correr el tema.

Transcurrieron más o menos dos horas, en las que escuché miles de historias que Naruto me narraba, acompañadas de los resoplos de Neji. En esos momentos me encontraba sola, pues el Hyuga se había ido a hacer la patrulla de le pertenecía y Naruto necesitaba ir a hacer sus necesidades, dejándome uno de los comunicadores por si algo ocurría. Estaba apoyada en un árbol mientras bebía algo de agua, en un intento de aliviar el dolor de garganta que me atravesaba. De momento nos encontrábamos en un espeso bosque, donde el camino empezaba a disiparse entre la maleza y cada vez se oían más animales. El aire era cálido y el solo estaba en su total apogeo.

De repente sentí una extraña inquietud, y de forma inconsciente mi mano viajó hasta el collar, que de nuevo estaba frío. Miré a mi alrededor, agudizando mis sentidos, pero no sentía ningún chakra. No entendía el porqué de esa sensación, pero quise salir huyendo—. Ayaka, es solo tu imaginación —me dije a mi misma, jugeteando con el collar—. Solo eso... —intenté mantener mi mente distraída, por lo que empecé a tararear una canción cualquiera. Pero de nuevo me asaltó esa sensación, y esa vez acompañada de un sonido no muy lejos de mi posición— ¿Naruto? —sin respuestas— ¿Neji? —me puse aún más nerviosa. Me pareció ver una sombra cercana, casi rozando el árbol dónde me encontraba apoyada, del cual de un salto me alejé. Mi mano viajó hasta el transmisor—. Naruto, ¿me escuchas? —pregunté, casi al borde del pánico.

¿Ayaka? —la voz de Neji se oyó al otro lado. Me daba igual, estaba atemorizada.

—Neji, por favor, ven, yo... Por favor, ven —dije finalmente, casi ahogando un sollozo. Él no dijo nada, por lo que supuse que venía. De nuevo volví a ver la sombra, pero más nítida y cercana. No entendía el por qué de mi pavor, pero siquiera pude moverme para invocar a Jun o Ketsho, ¿por qué? Algo frío golpeó mi nuca, aliento gélido, que erizó toda mi piel. Empecé a notar el sudor bajar por mi espalda y mis ojos se abrieron al máximo, mientras hiperventilaba.

—¡Ayaka! —inmediatamente la presencia desapareció con ese grito. De repente volví a tener completa movilidad, y giré sobre mis talones. No me importó nada, solo me aferré a Neji como si de ello dependiera mi vida. Sentía muchísimo miedo, por un momento llegué a sentir como mi corazón dejaba de palpitar y mis pulmones cargados de plomo. En ningún momento el Hyuga me devolvió el abrazo, pero no me importaba, algo que no quería admitir, bajo ninguna circunstancia, era que él me transmitía la seguridad que brillaba por su ausencia en mi.

Cuando Naruto volvió llegué a pensar que Neji lo mataría, pero conseguí amenizar las cosas y seguir con el viaje. Durante el resto del camino mi mano no se despegó en momento alguno del búho.

* * *

Lleguemos a la posada ya de noche, bastante tarde. Después de que cada uno se aseara y acomodara un poco, todos bajamos al salón, para comer y recargar energías. Solo Kakashi y Gai fueron informados de lo ocurrido, y me fue bastante difícil narrar lo que había sentido en esos instantes, casi llegué al borde del llanto.

Todo estaban alegres, comiendo y hablando, yo, por mi parte, miraba asqueada la comida, no tenía nada de hambre, y de solo imaginar probar algo, me provocaba náuseas, por lo que aproveché que todos estaban enfrascados en sus conversaciones y me escabullí hasta fuera, deseando algo de tranquilidad. Me senté en la hamaca, situada entre dos árboles cerca del porche. La noche era estrellada, completamente despejada y con una enorme luna brillando en lo alto, destacando. Los grillos cantaban desde todas partes, creando un ambiente de puro relax.

Cerré los ojos, disfrutando del momento que tanto había anhelado durante todo el día, un momento de pura tranquilidad. Pero —como siempre— ese momento fue roto. Una tela mojada se aferró a mi rostro, y enseguida identifiqué el olor a cloroformo. Unos fuertes brazos rodearon mi cintura, impidiéndome la movilidad. Cada segundo que pasaba mis ojos se cerraban con más pesadez, y sabía perfectamente que no duraría demasiado.

—Arráncale el colgante del búho —ordenó una voz grave.

Lo último que fui fueron unas nubes rojas, parpadeantes.

La otra realidad |Naruto| C O M P L E T ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora