Capítulo 5

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La cena transcurría sin ninguna novedad, hablaba de vez en cuando con Hinata, pero más bien nos limitábamos a apreciar la compañía mutua. Por otro lado el viejo baboso de mi izquierda, que resultó llamarse Chikan, había intentado varias veces entablar conversación conmigo, pero de forma sutil lo había conseguido evitar, ya fuese dándole a hablar a Hinata (o hacerlo ver) o llenar mi boca de comida—. Y dime, Aya-chan, ¿de dónde vienes? —preguntó Chikan. Poco a poco todos dejaron sus conversaciones de lado para mirarme, esperando mi respuesta. Carraspeé algo incómoda.

—De un pequeño pueblo agrícola del sur, Nogyô —respondí removiendo la comida de mi plato, en un intento de simular tranquilidad. De algo tenían que servir las clases con Iruka pensé aliviada. El viejo quedó satisfecho, pero uno de los miembros del consejo al parecer no.

—¿Y tus padres? ¿están conformes con tu ausencia? —miré un momento a Tsunade, quien con la mirada de invitó a seguir con la mentira, seguramente nadie sabía de mi amnesia. Y por alguna razón a ella le interesaba que siguiese siendo así.

—Ellos tienen un pequeño hostal para los viajeros —bebí agua, pues mi garganta empezaba a estar seca—. Fueron ellos quienes quisieron que viniera a Konoha —sonreí.

—¿Alguna razón? —volvió. Apreté la mandíbula.

—Es mi sueño, en un pueblo tan pequeño no puede hacerse gran cosa —me lanzó una mirada despectiva. Finalmente dio el interrogatorio por terminado y todos volvieron sucesivamente a sus charlas. Suspiré aliviada, mientras la Hokage asentía en signo de aprobación.

De postre nos ofrecieron distintos tipos de helado, como yo no tenía mucha hambre e Hinata tampoco escogimos uno de fresa y menta para compartir.Tras terminar recogieron los platos sucios y se dio inicio al baile, que una de las hijas de los nobles , hizo la apertura de este con un vals clásico, aunque para mi gusto algo torpe.

Yo, por mi parte, acabé sola en la mesa, pues mientras que la mayoría se habían lanzado a la pista para bailar, otros se iban a otras mesas o algunos huían por la puerta trasera ante el estrés que todo aquello producía —la mayoría maridos que necesitan fumar, o en su defecto; huir de sus mujeres. Quizá debía ir a buscar a Hinata, pero me daba pavor caminar por allí y que en una casualidad desastrosa Tsunade volviera a usar mi persona como conejillo de indias, o peor aún, con Hiashi Hyuga.

Pasaron unos quince minutos, en los que me dediqué a jugar con la copa de vino. El líquido rojo se balanceaba peligrosamente de esquina a esquina, amenazando con manchar el vestido o verterse por todo el suelo, pero acabé por cansarme y dejé que la copa descansara de nuevo en la mesa—¿Aburrida? —preguntó una voz masculina. Giré mi cabeza, para encontrarme con Kankuro, uno de los hermanos del Kazekage.

—¿Se nota demasiado? —me acomodé en mi lugar, cruzando las piernas y apoyando mi codo derecho en la más alta, y de ahí, apoyando mi cabeza. Él por su parte arrastró una de las sillas hasta quedar delante de mí, con su deslumbrante sonrisa.

La otra realidad |Naruto| C O M P L E T ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora