Capítulo 20

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El caos no tardó en dominar por completo las calles de Konoha

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El caos no tardó en dominar por completo las calles de Konoha. Los civiles corrían despavoridos junto a algunos chunnin, encargados de llevarlos a los refugios. Varias cortinas de humo estaban repartidas por la villa, y aún retumbaban las casas por incesables explosiones, que creaban capas y capas de humo e imposibilitaban cada vez más la movilidad.

—¿Qué a ocurrido? —preguntó Shikamaru a un Jonnin que había interceptado.

Éste tardó unos segundos en responder, los suficientes como para poder normalizar su respiración.

Akatsuki.

Sólo dijo eso, para después volver a salir corriendo y desaparecer de nuestra vista. Inevitablemente un escalofrío recorrió mi nuca, y con una mueca de horror, miré al Nara. Él tenía un semblante serio, y parecía meditar algo. Entonces, se giró en mi dirección y sujetó con fuerza mis hombros.

—Ve a los refugios, Ayaka —sentenció—, aún no estás capacitada para... esto.

Fruncí el ceño.

—¿Qué? ¡No! —aseguré, deshaciéndome de su agarre—, ¡se supone que yo también soy parte de todo esto! No voy a huir —aunque, debía reconocer, que mi voz y mi corazón temblaban al pensar en aquellas nubes rojas.

La exasperación apareció en su rostro, y me dedicó una gélida mirada.

—Ni los mejores shinobi de Konoha están preparados para entablar batalla contra miembros de Akatsuki, ¿qué te hace pensar que tu sí? —aquella afirmación se clavó en mi pecho—. No arriesgues tu vida en un intento de demostrar no-sé-qué y ve a los refugios con los civiles. Si quieres ser útil, encárgate de mantener el orden y la calma, y si hay problemas, no dudes en informar a alguien a través del emisor —me dijo tendiéndome un collar transmisor.

No tuve tiempo siquiera de quejarme, pues él enseguida despareció entra la muchedumbre enloquecida, y estuve unos segundos parada. Entonces, supe que tenía razón, y que aún no tenía un nivel lo suficientemente alto como para enfrentarme a un Akatsuki —ya había vivido la experiencia—, por lo que me uní al gentío.

La ola de civiles me arrastró varias calles más abajo, y el sofoco por los empujones y pisotones me obligó a separarme del enorme grupo y escabullirme a un callejón vacío. Me apoyé en la fría pared, en un intento de recobrar la compostura. A grandes bocanadas, poco a poco mis latidos empezaron a normalizarse. Algo mejor, me dispuse a salir del callejón, sin embargo, la dirección de la multitud cambió, para dirigirse de nuevo calle arriba. Los gritos se alzaron imponentes, y una gran nube de humo arrasó con todo.

Cuando ésta pareció disiparse un poco, incliné mi cuerpo a través de la pared, para observar como al final de la calle había un enorme pájaro blanco, y sobre él, alguien. Alguien con una ondeante capa negra con nubes rojas.

La otra realidad |Naruto| C O M P L E T ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora