Capítulo 9

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Empecé a temblar aún con la mirada fija en donde, supuestamente, debería haber caído el objeto. Pero no debía estar tan nerviosa, al fin y al cabo sólo era una figura. Una que no recordaba haber visto en esa casa. Extrañamente el ambiente de la habitación se había vuelto sofocante, lo suficiente como para sentir el duro sudor brotar de todos los poros de mi piel, y eso que estaba en ropa interior.

Levanté la mirada, directa al espejo del tocador y di un salto del susto. Aquella que se reflejaba en el espejo no parecía yo. Mi piel estaba pálida, casi del color cadáver y brillaba bajo la luz de la luna, como un diamante. Mis ojos prácticamente se escondían bajo la sombra de mi rostro, pero podía percibir como mis orbes parecían dos huecos hondos, sin fin. _Mi cabello enmarañado acariciaba los hombros, quizá más largo de lo que yo recordaba.

Retrocedí unos pasos, asustada y aturdida por la profundidad de mi mirada, que irónicamente también era inexpresiva. Giré sobre mis talones, entrando con torpeza al cuarto de baño y me quedé ahí, apoyada en la puerta mientras apretaba con fuerza mi pecho—. M-me estoy volviendo loca —murmuré con una sonrisa nerviosa surcando mis labios. Me miré por última vez en el espejo, asegurándome de que todo estuviera en su lugar. Tras un suspiro de alivio y autoconvencerme de que, oficialmente, estaba loca, me metí directa a la ducha.

Salí media hora después, arrugada como una pasa, pero muchísimo más tranquila. Tras repasar por última vez que todo estuviera en su lugar me dejé caer en la cama, agotada, tanto física como mentalmente.

*

Los primeros rayos de sol se filtraron por entre las cortinas dándome de lleno en la cara. Gruñí mientras me sentaba en la cama. Me quedé anonadada observando el polvo flotando en el ambiente iluminado por la luz natural. <<Debo hacer una limpieza>> Pensé.

Poof

Una nube de humo me hizo saltar del susto, quedando de pie encima de la cama y con mi cuerpo aferrado a la pared, como si pudiera huir a través de ella—. ¡Yo! —una vez el humo se hubo disipado empecé a distinguir la figura de Kakashi de pie en el centro de la habitación y con su típica postura desinteresada —claro, y con el dichoso libro pervertido. Fruncí el ceño.

—¡¿Qué haces aquí?! —él no me hizo demasiado caso y empezó a curiosearlo todo.

—Oh... Hum, solo quería asegurarme de que irías a ver a la Hokage —fruncí aún más el ceño.

— ¿Por qué no iba a ir? —suspiré—. Me suena a excusa barata.

Mientras bajaba de la cama observé como mi "sensei" se quedaba embobado con algo, y extendía su brazo directo a tocarlo. Seguí su mirada, que me llevó al tocador, donde estaba ese búho, de nuevo. Por alguna razón me alerté y enseguida corrí hasta él y lo empujé fuera de la habitación.

—Eh... Enseguida me cambio y... Y ¡espérame abajo! —cerré la puerta en sus narices, sin siquiera esperar su respuesta.

Aún apoyada en ésta miré sobre mi hombro. La figura miraba en mi dirección y mis ojos chocaron con sus amatistas. Empecé a sentirme adormilada, prácticamente lo que se diría hipnotizada. Caminé de forma involuntaria hacia su posición y lo sujete entre mis manos. Ahora al tacto era cálido y extrañamente me transmitía una sensación cálida, e incluso de protección. Instintivamente lo llevé hasta mi pecho y cerré los ojos, deseando que ese sentimiento asaltara también mis inquietudes. Pasaron unos minutos y me sentía realmente bien, casi tenía olvidado el extraño suceso la noche anterior. Lo observé unos segundos después, dándome cuenta que en la parte superior de su cabeza tenía una ranura para meter la cadena de un collar, y la idea me agradó. Lo colgué en mi cuello con una cuerda de cuero negro y empecé a vestirme rápidamente con la ropa de entrenamiento, ocultando el dije dentro de mi camiseta, y situé a Jun y Ketsho.

La otra realidad |Naruto| C O M P L E T ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora