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No sabía exactamente qué era lo que había pasado en el despacho del Kazekage, y preferí no preguntar al percatarme de los semblantes de enfado de todos. La Hokage ya se había marchado, y me dedicó una mirada típica de ''ya hablaremos'', que me hizo temblar.
Kakashi me informó que en unas horas partiríamos de nuevo a Konoha, y que obviamente la misión a Yoroshiku se había cancelado. No dije nada, no estaba en posición de quejarme, al fin y al cabo todo había sido mi culpa. La mayoría había decidido ir a reponer fuerzas a un restaurante, la mayoría excepto Neji, quien se quedó conmigo. Probablemente pensó que acabaría perdiéndome de nuevo, secuestrada o algo similar, no querría que yo diera más problemas.
Estábamos en un parque completamente desierto. Me había sentado en el columpio, balanceándome de vez en cuando con cuidado de no caer o hacer un esfuerzo extra. Neji estaba a varios metros, lo más lejos de mi, pero sin perderme de vista. Entrecerré los ojos, empezaba a dolerme con fuerza la cabeza y todo por aquellos estúpidos pensamientos; el sueño, mi secuestro, la reunión...
— Neji —llamé, en un susurro. Pero sabía que me había escuchado, pues sentí su mirada en mi nuca—, ¿qué ha pasado en la reunión?
Durante varios minutos el silencio reinó, supe que él estaba buscando las palabras adecuadas. Aquello me dio a entender que algo malo había pasado.
— El Kazekage opina que sería mejor que te quedaras aquí por un tiempo —dijo—, pero Tsunade-sama se ha negado —hizo una pausa—. De por si la relación con Suna es delicada, ahora más.
No dije nada, meditando las palabras de Neji. Eso me hizo sentir peor aún. Si Suna tenía mala relación con Konoha, la pelea de ambos Kages traería más enemistad, una pelea absurda, ¿por qué debía quedarme aquí? Todo había sido mi culpa, no era necesario tanto barullo por algo que ya había pasado. Seguía viva, eso era lo importante.
— Lo siento —musité—, solo quería respirar y pensé que podía salir un rato, pero... Fue horrible —me giré a mirarlo—, fue... Oh, no sé como explicarlo. Estaba tan asustada. Pensé que iba a morir, que no volvería a veros. Yo... Lo siento, de verdad... —me levanté de mi lugar y lo miré directamente—, lo siento, no debí salir. Lo siento, Neji.
Él me miró fijamente. Sus orbes perlados me miraban de manera penetrante, buscando quizá que mi arrepentimiento fuera verdadero. Durante aquellos segundos, en los que nuestras miradas no se separaron, mi corazón se aceleró con fuerza, golpeando una y otra vez contra mi pecho, por ello llevé mis manos hasta el, con temor a que el Hyuga pudiera oírlo.
— Solo... no vuelvas a hacerlo —respondió finalmente.
Rompió la conexión de nuestras miradas y, a paso apresurado, empezó a caminar hacía la salida del parque. Yo me quedé estática en mi lugar durante un rato, tomando grandes bocanadas para evitar que mi corazón saliera de mi lugar. Aquello había sido muy raro.
