CAPÍTULO 2: La fiesta

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- ¿Cómo te puede gustar? -Le dije a Lindsay mientras caminábamos por el pasillo del instituto hacia nuestra clase de historia.

- Más bien, ¿como no os puede gustar Zachary Brown a vosotras? - Nos dijo con cara de extrañeza a Kelsey y a mí.

Ambas nos miramos y comenzamos a reírnos tan alto que una o dos veces escuché "Parecen locas".

- Ay Lindsay, te queda mucho que aprender sobre "El inancanzable"-dijo Kelsey todavía riendose.

- Pues muy "Inalcanzable" no fue para ti -solté mirando a Kelsey con una mirada pícara.

Kelsey, Lindsay y yo nos habíamos hecho inseparables hace dos años. Llevábamos en la misma clase desde que yo me mudé, aunque ellas se conocían desde pequeñas. Nos conocimos en una fiesta, justo la noche que Kelsey rompió con "El inalcanzable".

Sí, habéis entendido bien, Kelsey, mi mejor amiga, estuvo saliendo con Zachary Brown, el chico odiado y adorado por ella hasta aquella noche:

***

SEPTIEMBRE

(Hace dos años)

Después de mucho pensar decidí ir a esa fiesta. Fueron mis padres los que me recomendaron que fuera porque dicen que así conocería a mis compañeros de clase.

La fiesta la organizaba el instituto todos los años cuando comenzaba el curso para que los alumnos fueran familiarizandose con otros alumnos y haciendo amigos.

Todos los asistentes obviamente tenían el carné de coche porque allí en Estados Unidos se sacaba a los 16 pero yo no tenía porque como es lógico, venía de Madrid y allí no te dejan conducir hasta los 18.

Así que tuve que ir a la fiesta con mi padre. Me llevó hasta la entrada de la discoteca donde se celebraba (la cual habían alquilado para esta fiesta) y entré en el túnel de luces y música a todo volumen que se encontraba allí dentro.

Me había pasado toda la tarde buscando algo que ponerme con lo que me sintiera cómoda pero a la vez atractiva y al final opté por unos vaqueros y una blusa blanca de cuello de barco que dejaba los hombros al aire. Todo ese conjunto iba en combianción con mis "Converse" blancas que nunca fallaban.

No me maquillé mucho la verdad. No quería parecer un cuadro andante así que opté por un poco de sombra de ojos, rímel y gloss. Obviamente, llevaría mi pelo rizado en una coleta para no pasar calor.

Lo primero que noté al entrar fue un olor demasiado raro (olía a porros, no os voy a mentir) y conocía demasiado bien ese olor porque la amiga que tenía en Madrid no paraba de fumar. No, no penséis mal que yo no fumo.

Pero ignoré la posibilidad de que hubieran drogadictos por allí y seguí avanzando hacia la barra.

Llegué y me pedí una Coca-Cola ya que yo no bebía alcohol.

Pasó una hora y seguía sola sentada en la barra tomándome la quinta Coca-Cola cuando me dí cuenta de que posiblemente allí ya no pintaba nada así que dejé el vaso medio lleno en la barra y salí hasta llegar a las escaleras de entrada en las que me senté mientras esperaba a que mi padre me viniera a recoger. Le dije que podía ir caminando, que al fin y al cabo, la discoteca solo estaba a un par de manzanas de casa pero él insistió en ir a recogerme así que allí estaba yo, sola sentada en las escaleras y sin conocer a nadie hasta que...

Me sobresalté cuando oí a aquella extraña pareja discutir mientras bajaban las escaleras. La chica era bajita, morena y con un pelo que le llegaba a la cintura, como una princesa. Su manera de vestir era bastante "particular", con un traje cortito de palabra de honor estampado de leopardo y unos taconazos amarillos neón que te daban mareo si te quedabas demasiado tiempo mirándolos. Y el chico, el chico era desgraciadamente bastante familiar.

Te amaré cuando deje de odiarte.        #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora