Chapter 2

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Our own house - MisterWives.

Elizabeth estaba en su cama, pensaba. Simplemente pensaba ¿Cómo podía ser este, tan distinto al verano pasado?

El verano anterior sus padres decidieron hacer un viaje a Islandia, tenían ganas de desconectar y salir del pueblo. Allí Elizabeth conoció a Eddie.


El segundo día, al llegar a Islandia, Elizabeth decidió dar un paseo cerca del muelle con Nicky y Jenni.

A lo lejos, vieron un puesto de algodones de azúcar.

– ¿Podemos comernos uno? –preguntó Jenni.

– Porfavor, porfavor –suplicaba Nicky.

–  Vale, vale –contestó Elizabeth.

– ¡Bien! –gritaron las dos.


Cuando llegaron, en el puesto había sirviendo un muchacho. Tenía el pelo castaño muy oscuro, y unos bonitos ojos azules. Su rostro reflejaba cansancio, de trabajar.

– Hola ¿Puedes darme dos algodones?

– Por supuesto –contestó él–. ¿No sois de por aquí verdad?

– Eh... No. Hemos venido a pasar el verano aquí –contestó Elizabeth, sorprendida por la curiosidad del muchacho.

– Wow pues debe gustarte mucho este clima para venir en verano... ¿No te aburres? ¿Conoces a alguien de por aquí? –preguntó seguidamente.

– Uff, ya lo creo. No hay mucho que hacer, y no, no conozco a nadie... –contestó fingiendo.

– No es verdad, está siempre leyendo y disfruta haciéndolo –intervino Nicky.

Elizabeth se sonrojó, y le dio una patada a Nicky.

– Aquí tenéis pequeñas, disfrutad. ¿Cómo te llamas? –preguntó dirigiéndose a Elizabeth, mirándola a los ojos.

– Elizabeth ¿Y tú?

– Eddie -contestó sonriendo.

Elizabeth no pudo evitar apartar la mirada rápidamente.

– Bueno, pues gracias Eddie, encantada, hasta luego. Vamos chicas –se despedían rápidamente todas mientras se alejaban.

– ¡Elizabeth! –gritó tan fuerte que llamó la atención de todo el que pasaba por allí–. Puedes venir con mis amigos si te apetece.

– Eh... Bueno no creo... Que yo... No te preocupes, gracias –dijo tímidamente y no muy segura de lo que decía.



Más tarde en casa...

– Eli –me llamó Nicky.

– No me llames Eli, pesadilla –refunfuñé.

– Ese tal Eddie era muy simpático.

– Pues sí, la verdad –dije mientras fijaba la vista en el cristal empañado de la ventana.

– Te aburrirás, mañana vamos con papá y mamá a los castillos hinchables –dijo muy entusiasmada.

– Leeré –contesté muy segura.


Papá, que había estado escuchando la conversación en la puerta, intervino.

– Que no estén tus amigas no significa que no puedas salir, hacer amigos y divertirte.

Un simple ya, lo dice todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora