Chapter 37

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- ¿Leíste el libro que te regalé cuando eras pequeña? -me preguntó curiosa.

- Sí... Me ayudó abuela, pero vuelvo a hundirme. No todo es tan fácil como lo cuentas, como lo escribes. A veces siento que no estoy preparada para el mundo, para tomar decisiones importantes.

- Elizabeth, mi linda Elizabeth claro que lo estás, pero no pienses en ello, todavía eres joven... Aunque sí puedes empezar preparándote, tomando esta decisión.

- Abuela, sé que piensas que soy pequeña y que hay que darle menos importancia a estas cosas. Pero...

- Pero nunca vas a poder olvidarte de ninguno de los dos. Aunque pasen cien años.

Abrí los ojos como platos. Mi abuela tenía un don, y era el de acabar las frases justo como pensabas.

- Creo...

Koln - Brolin.

- Nunca te conté esto, pero viví esto hace muchos años ¿Recuerdas la historia? Ya te dije que conocí a tu abuelo en el café más importante de Londres. Pero estaba Louis. El chico que vivía en la casa de al lado. Su padre era ruso. Louis era alto, tenía unos ojos marrones que cada vez que me miraba, se me erizaba la piel, además solía tener la costumbre de guiñarme el ojo, y eso me ponía muy nerviosa. Tenía el pelo largo, castaño. Su flequillo cubría su frente a veces. Jugábamos. Pasábamos horas y horas jugando a las cartas. Me visitaba todos los días para ayudarme a cuidar de mi hermana. No sabía si era amor o no, ya que tenía doce años pero había una relación muy fuerte entre nosotros. A los dieciséis me besó. Fue maravilloso. Pero lamentablemente, era mayor que yo, y eran tiempos de guerra, por tanto se marchó a servir. Al año, conocí a tu abuelo, y me enamoré locamente de él. Varios meses más tarde, Louis volvió. Desde mi ventana leyendo, escuché que alguien gritaba mi nombre. Abrí la puerta y Louis se lanzó a abrazarme con todas sus fuerzas. Estaba feliz, quería comenzar una nueva vida conmigo. En cambio yo, no sabía cómo reaccionar ¿Por dónde empezaba a contarle? ¿Le decía directamente y fríamente que mientras él luchaba por intentar sobrevivir y ayudar al país yo había conocido a un chico y nos besábamos constantemente?

- Habría sido muy cruel... -me manifesté.

- Lo sé... Por eso opté por suavizar las cosas. Dimos un paseo por las calles, mientras le contaba todo. Me había sentido sola. Pero él no dejaba de repetirme que también él probaba ese sentimiento de soledad, pero tenía la esperanza de cesarlo conmigo. Llorábamos los dos. Louis sabía que me estaba perdiendo, y yo... Yo no sabía muy bien por qué lloraba. No sabía si era porque me casaba en un mes con tu abuelo, porque pensaba que había sido una egoísta, o porque aún le amaba.

- Puede que fuera por las tres cosas -intervine.

- Puede. En fin, los días pasaban, y era duro mantenernos las miradas cada vez que nuestros padres se cruzaban para saludarse. Pero como ya he dicho, el tiempo corría, y llegó el día de mi boda.  Louis vino a verme horas antes de presentarme ante el altar. Estábamos los dos sólos en mi habitación. Nos abrazamos tan fuerte que nos contuvimos la respiración ambos. En ese momento me planteé salir corriendo con él. 

- ¿Novia a la fuga? -pregunté riendo.

- Exacto. 

- Y dime ¿Por qué no lo hiciste?

- Elizabeth, aún no he encontrado una respuesta a esa pregunta. Llevo sesenta años intentando responderme a mí misma ¿Por qué no lo hice?

- Querías al abuelo.

- Mucho. Creo que fue por eso que no lo hice. Porque tu abuelo, era tu abuelo. Pero siempre me he preguntado como habría sido mi vida si ese día hubiera decidido fugarme con mi amigo Louis. 

Un simple ya, lo dice todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora