♦5♦ Varitas y espadas

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Narra Alia:

Después de recorrer toda la parte trasera de la casa pude encontrar a Marga. La mujer esperaba esperando silenciosa en la sala de los canapés; con la única compañía de la brisa suave que reinaba en el lugar.

Cuando me vio no dudó un segundo en acercarse, dispuesta a comenzar lo que fuera que íbamos a hacer.

—Alia, como ya has visto toda la casa te toca comenzar con las clases de magia. —La mujer salió de la habitación y yo la seguí sin tapujos mientras ella hablaba—. Aquí aprenderás a usar todo tu potencial, y te daremos tu propia varita

« ¿Varita? ¿Eso qué es? ¿Una espada? Me suena bastante esa palabra, pero no logro a saber de qué...»

— ¿Qué es una varita? —La mujer sonrió a mi pregunta «Seguramente es algo normal por aquí», y contestó rápidamente.

—Una varita es una estabilizadora de magia, los magos las usamos para crear hechizos más complicados con una menor posibilidad de error. Cuando no tenemos la varita los magos usamos un lenguaje antiguo, pues sino no podemos usar otra magia que la que llevamos de nacimiento. Aquí te enseñaré a controlar la varita y también el lenguaje mágico, o Iluzie, como lo llamamos nosotros. —Marga se paró delante de una escalera que descendía, totalmente oscura, y comenzó a recorrerla a la vez que me hacía un gesto para que la siguiera.

La escalera estaba gastada, y los peldaños de piedra curvos de los años que poseían. Poco a poco, mientras bajábamos, pequeñas antorchas colgadas en las paredes de piedra rojiza se encendieron; dando luz al oscuro pasaje y evitando una posible caída por mi parte.

Cuando por fin llegamos al final pude vislumbrar una gran puerta, de madera y cerrada con un gran candado gris. La mujer sacó una llave de su vestido, y tras quitar el candado abrió la puerta con lentitud. Esta chirrió al empuje de la mujer, pero en unos segundos estaba abierta totalmente; dejándome ver la sala tras ella.

—Es enorme. —Paseé la vista por toda la habitación, la que sin dudas era una sala de entrenamientos. Marga, por su parte, sonrió al ver mi rostro deslumbrado; y me guió hasta una pared repleta hasta el techo de todo tipo de armas.

—Olvidé decirte que tienes que aprender a luchar... Y a matar. Los chicos me han contado que durante la confrontación en Eloria no asesinaste a ninguno de aquellos magos oscuros. —Bajé el rostro avergonzada, pues sabía perfectamente hacia dónde iba el tema.

—Pero... ¿Es obligatorio? —pregunté mientras encogía los hombros. La mujer rió sin gracia a mi pregunta, la cual no pretendía provocar esa respuesta.

—Querida, es obligatorio; si no lo matas tú te matará él a ti. —Marga se puso seria de repente y me pasó una espada, que cogí al vuelo—. No te da miedo cortarte, y tienes reflejos. Bien, por lo menos no tienes malas costumbres. ¡Archer!

El chico apareció por las escaleras a los pocos segundos. Su respiración era agitada y cuando se paró y recuperó el aliento me miró; consiguiendo que mi preocupación volara al verle alzar el pulgar y asentir.

—Marga ¿Qué quieres que haga? —preguntó el rubio sin sacar la vista de mí.

—Atácala, tenemos que ver qué nivel tiene. —El chico se puso en guardia y me invitó a atacarle. Ese no era ni mucho menos el mejor momento para hacer aquello, pero si debía hacerlo; lo haría.

—Prepárate. —Me puse en guardia y esperé al primer ataque, que Archer ejecutó con maestría.

El chico se movía como el viento, y aunque me costaba darle algún golpe me mantenía en pie; prácticamente ilesa. Una herida vertical en el brazo derecho y un corte de no sé cuanta profundidad que recorría casi todo mi estómago eran mía únicas heridas... Relativamente pocas viendo la agilidad de mi contrincante.

Alia y la leyenda de los ocho [CSAwards2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora