♦20♦ De camino a Fearas (Parte 2)

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Mi respiración era agitada y podía sentir como el frío se metía por los recovecos de mi capa, congelándome y provocando que abriera los ojos.

Estaba dentro de la carreta, la que marchaba bajo la luz de la Luna a un ritmo suave. Busqué a los chicos y encontré a Aksel espatarrado frente a mí, mientras leves ronquidos salían de su boca abierta. Y Castiel estaba detrás mía, algo alejado y sujetando entre sus brazos una bolsa con su ropa.

«Por eso me entró frío, fui sustituida por prendas de vestir.» Y tras ese descenso de mi autoestima me dispuse a observar el paisaje. Recorríamos un bosque atestado de diferentes árboles, que tenía un siniestro aspecto por la oscuridad de la noche y los leves rayos de la Luna. A la lejanía, y simulando que señalaba el cielo había una gran torre; con forma de aguja y aristas peligrosas.

Ese edificio oscuro era nuevo a mi vista, y no dudé en despertar a los chicos para responder mis dudas. El primero en hacerlo fue Castiel, quien pegó un extraño brinco al ver como abrazaba el equipaje. Lo lanzó lejos de él y dirigió su verde mirada hacia mí, la que pude comprobar estaba más despierta de lo que creí.

- ¿Qué es esa cosa que señala al cielo? -Y al segundo apunté con mi dedo el extraño edificio en forma de punta.

-Oh, hablas de la Aguja de Ytzal. Es el templo terrenal de la diosa de la oscuridad, idéntico al del resto de dioses; diseminados cada uno en uno de los países de Ypalion. -El chico calló tras su cascada de información, dejándome asimilar todo poco a poco.

-Es extraña... -fue lo único que logré articular con los labios, mientras observaba la imponente aguja que recortaba el paisaje; y de la que poco a poco nos íbamos alejando.

- ¿Por qué hacen tanto ruido, no veis que este rostro necesita descanso para lucir así de bello? -Aksel señaló su rostro, algo pálido por el frío y con leves ojeras bajo sus ojos marrones; lo que me produjo una carcajada que no tardé en contagiar al rubio mago.

-Habló el que provoca terremotos cada vez que ronca. -Y tras esa frase que puso en su sitio al mago de Árvore comenzamos una entretenida conversación sobre quién hacía más ruido.


Media hora después, y en noche cerrada, los tejados de las casa de Fearas se dejaron ver en el horizonte; produciendo en Aksel tal emoción que la carreta tembló un poco de su nerviosismo.

-Aksel, si no paras de saltar ataré tus piernas con una soga; te subiré lo más alto que mis alas me permitan y te tiraré destruyendo tus sueños de tener esa carreta. -El chico se sentó al segundo, y por el rostro colmado de miedo que me dirigió supe que había captado el mensaje.

-Siento detener tus intentos de asesinato Alia pero hemos llegado. -Tras las palabras de Castiel la carreta se detuvo y Darrel bajó para ayudarnos.

Primero bajé yo y me mantuve frente a la carreta, guardando las provisiones que los tres hombres iban dejando a mis pies. Cuando todo estuvo descargado despedimos al hombre y este se marchó por donde vino.

-Espero que tenga un buen camino de regreso... -Y tras esa plegaria en forma de susurro cogí varias maletas para dirigirme con los chicos al primer hostal que encontráramos.

-"El nido del Águila". No puedo creerlo. -Castiel parecía perplejo con el nombre del hostal, pero este parecía muy acogedor y cálido; por lo que no dudé en sujetar su mano y la de Aksel para hacerles avanzar al interior.

- ¿Vamos adentro? -Les sonreí amistosa y cada uno dirigió la mirada a un lugar: Aksel observó la gran cantidad de tapices que decoraban la sala de recepción, mientras que la mirada de Castiel simplemente evitó la mía.

Alia y la leyenda de los ocho [CSAwards2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora