Después de una ardua caza, al fin logramos capturar a todos los lobos que últimamente cometían estragos en los pueblos cercanos. Debemos volver a casa, mas antes he decidido -para el bien del grupo- que repongamos fuerzas en una taberna; puesto que hay a pocos metros una ciudad limítrofe en la que podremos descansar en paz.
-¡Chicos, rumbo a Eloria! -Todos mis cazadores gritaron al unísono el rumbo escogido, sin declara objeción alguna por mi elección; la que creí al principio no agradaría a más de uno.
Comencé a trotar al frente del pelotón, seguido por los más espabilados y perseguido por los novatos. El día se había lucido frío y amenazador, mas el único rastro que quedaba de aquella ventisca era la blanca nieve que tupía el camino frente a nosotros.
Intenté evitar dirigir la mirada hacia ese blanco manto, mas mis fuerzas sucumbieron y al segundo rememoré el más trágico suceso de mi vida... No debí dejarla marchar. Yo la amaba, presumía de fuerza y valentía; mas cuando ella de verdad me necesitó no supe más que quedarme quieto. Contemplando como la repudiaban y herían, contemplando su bello rostro; en aquel momento surcado por lágrimas cristalinas y puras.
La vergüenza que sufrí fue tal, que pedí renunciar a mi puesto de cazador; mas su padre, creyendo que lo hacía por otros motivos, decidió en cambio colocarme en la primera fila. Un honor que si rechazaba, podía suponer mi expulsión permanente de Rougeville.
-¡Capital Evan! -Alcé la vista tras he llamado de uno de mis más apegados compañeros, quien señalaba nuestro destino con su dedo índice, demostrando el poco camino que quedaba por recorrer.
-¡Avanzad, rápido! ¡Cuando antes lleguemos antes descansaremos! -Todos gritaron con emoción al unísono, y tras unos minutos galopando montaña abajo llegamos al puente para ingresar a la ciudad; en el cual tuvimos que detenernos un tiempo para explicar que éramos cazadores del Norte.
Cerca de la entrada dejamos todas nuestras monturas, y al segundo comenzamos a recorrer las estrechas calles de la ciudad. Supuse que no era muy tarde, y decidí llevar a mis quince camaradas a una buena taberna en la que saciar nuestra sed.
La elegida estaba en el centro de la ciudad, algo llena pero con un ambiente perfecto para ahogar el cansancio en alcohol; lo único que con seguridad podía borrar de mi cabeza los lúgubres pensamientos que la azotaban.
Todos entramos y nos sentamos, ocupando varias mesas y añadiendo asientos que nos tuvieron que traer los dueños. Al segundo algunos chicos gritaron la comanda al tabernero; cuya mirada brilló de alegría al imaginar los taláhs que recaudaría con nuestra llegada.
Todos bebíamos tranquilos, contándonos batallas entre nosotros o riendo con chistes malos que algunos decían. Mi atención, sin embargo, se posó en un muchacho que acababa de entrar a la taberna; bastante feliz y sujetando en sus manos un pergamino amarillento.
Agudicé el oído y comencé a escuchar lo que el chico de ojos ambarinos relataba al que supuse era un gran amigo.
-Erón, llego una carta de Piuma. Lo podéis creer, la señora Coisser se acordó de mí, y envió una carta expresamente a mi persona para tranquilizarme por el estado de Alia. -Derramé un poco de mi cerveza al oír ese nombre, lo que provocó que pusiera el doble de mi atención a la conversación y recibiera una mirada interrogante por parte de algunos de mis compañeros -la que sin duda evadí-. Según relata la maga, Alia se encuentra en buen estado; y la mañana después del Eius despertó en buen estado. Tal es este que pudo incluso ir a confirmar en persona ante ella su buen estado de salud. -El tabernero golpeó en la nuca al chico de piel morena, quien mantenía sujeto el pergamino como oro en paño-. Me alegra que la señorita esté bien, temí que fuera mi culpa su no despertar...
-Giles, tú siempre echándote las culpas a ti mismo. La chiquilla está bien, ya no tienes excusa para venir a mi taberna a lamentarte de poder haber destruido la leyenda. -Una grave carcajada brotó de la barba castaña del hombre, quien la mantenía cuidada peinada con visible mimo.
-Sabéis que la seguridad de los magos es algo muy importante... Además, temía que sus ojos celestes no se volvieran a abrir; recuerdo como el mago de Kóru me empujó con fuerza y la agarró cuando vio que se tardaba más de la cuenta. Sinceramente si hubiera sido al contrario yo habría hecho lo mismo... -Un segundo se tomó el chico para meditar el barullo de pensamientos que parecían agolparse en su cabeza; hasta que uno pareció ganar la batalla-. Iré a verla pronto. Seguro que se alegra... bueno, eso si me recuerda; pues creo que no fui mucho más destacado que el resto de invitados.
Ambos amigos continuaron hablando de trivialidades, pero lo que a mí me importaba ya se había dicho:
-Oh, Alia... ¿Podré volver a verte? -Y tras ese susurro al aire comencé a tomar con violencia, intentando ahogar mis penas en ese dulce manjar y a la vez; planeando la forma de encontrarme de nuevo con mi ángel.
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Alia y la leyenda de los ocho [CSAwards2016]
Fantasy✴Tercer puesto en el concurso CatsAwards2016, categoría Fantasía. Al principio era solo un planeta, Ypalion. Este fue elegido por los dioses para comenzar a crear su propio mundo, pero no todo salió como planeaban... ¿Cómo iban ocho dioses, algunos...