Un fuerte ruido me hizo despertar de golpe, y al intentar encontrar el origen de este pude ver el cuerpo de Alia saltando de la carreta. Me acerqué aterrado a Aksel, y tras lograr despertarle le avisé del problema.
El rubio me instó a ir con ella, y no dudé un segundo en bajar del vehículo; para comprobar el estado de Alia, la que se encogía frente a un arbusto algo lejano. Con lentitud llegué hasta ella, e intentando hacer algo útil recogí su cabello; acto que pareció agradecer por sus gestos.
Después de aquel momento pedí a Aksel un pañuelo, y pude verle calmando a Minta; la que observaba preocupada a Alia. Cogí la tela y se la pasé a la chica, quien sin dudarlo limpió sus labios; todo esto dándome la espalda.
Me arrodillé tras de ella cuando la vi soltar el pañuelo, y antes de que pudiera hacer cualquier movimiento fui atrapado por sus brazos; los que me agarraron con fuerza para evitar mi lejanía.
-Po...por favor, n...no te vayas... -Su voz sonaba rota y desconsolada, y pude notar como mi ropa se mojaba de las lágrimas que caían de sus brillantes ojos.
-N...no me iré. -Correspondí su abrazo y pude sentir como toda ella se relajaba; como si hubiera esperado esa acción.
Durante un largo tiempo nos mantuvimos así, yo sosteniéndola y ella narrando su horrible sueño. <Cada vez es más fuerte, espero que no tengamos muchos más por el momento...> Todo su rostro estaba enrojecido por las lágrimas derramadas con anterioridad, y aunque parecía mucho mejor, de vez en cuando una gota rebelde recorría su pómulo.
-¿Mejor? -La chica asintió, mostrando su primera sonrisa del día, y haciendo que la congoja que sentía hacía unos momentos desapareciera en unos segundos.
-Debemos continuar... -Se separó de mi lado y no dudó en levantarse, dejando entrever un leve mareo, pero soportándolo y avanzando con toda la decisión posible hacia Aksel y Minta.
Cuando reaccioné me levanté de un salto, y corrí hasta la carreta, en la que Alia ya había sido subida gracias a la ayuda del rubio. Le insté para retomar la marcha y minutos después estábamos de vuelta en el camino.
-Alia, ¿qué fue eso? ¿Te encuentras bien? -Minta dejaba ver toda la preocupación que había adquirido en ese tiempo, y Alia no tardó en asentir a la segunda pregunta de la pelirroja.
-Me encuentro mucho mejor. Ha sido un recuerdo... -La duda asoló los ojos bronces de la chica, y tras un asentimiento que compartí con Alia, decidimos contarle todo lo relacionado con los recuerdos...
Nos tapábamos como podíamos con las mantas que teníamos, y a la vez yo intentaba calentar el ambiente dentro del vehículo. Había comenzado una fuerte tormenta y podíamos ver a las personas del pueblo que recorríamos huir de la lluvia.
-¿Dónde dijiste que estábamos Aksel? -El rubio se giró con rabia, dejando ver su cabello empapado y pegado a su frente; peinado que no le hacía ningún favor a su rostro furioso.
-No lo sé. Por tercera vez Cas, no tengo idea; solo sé que por aquí llegaremos antes a casa... -Y tras una mirada cargada de odio por su parte continuó la marcha; que había tenido que detener para responder a mi pregunta.
A mi lado podía ver como ambas chicas tiritaban, con sus brazos cubriendo como podían sus cuerpos y el pelo recogido imitando la función de cualquier bufanda. Sonreí algo enternecido y comencé a producir pequeñas ascuas con mis manos, evitando que estas llegaran a arder pero proporcionando calor y luz al interior.
Alia sonrió, y Minta aplaudió con suavidad al sentir como las ascuas hacían su trabajo; aumentando la temperatura para no permanecer encogidos y congelados todo lo que quedaba de trayecto.
Pasadas varias horas el cielo se oscureció más de lo que ya estaba, no obstante nos encontrábamos tan cerca de Piuma que olvidé lo que pretendía hacer: pedir a Aksel para que nos detuviéramos.
El rubio se veía horrible, y aunque intenté cambiarle el puesto se negó diciendo que sería una pérdida de tiempo sustituir la tierra del motor por flama. A esa excusa solo se me ocurrió bufar, y por consiguiente observar como mi amigo se calaba hasta los huesos mientras yo me resguardaba de la lluvia entre el calor de mis propias llamas.
Suspiré cansado al ver el pequeños cartel que nos daba la bienvenida a Piuma, y giré el rostro para contemplar a las chicas; ambas descansando sobre el hombro de la otra y tapadas por todas las sábanas que teníamos a disposición.
-Aksel, ya queda poco; solo un empujón más. -El chico asintió sin despegar la vista del camino empedrado; y ahí pude ver las gotas que caían por su frente, una mezcla de líquidos fruto de la lluvia y el cansancio.
Pude ver como recorríamos la ciudad en un segundo, gracias al vacío de los caminos y el hecho de que Aksel había aumentado la velocidad. No me preocupé demasiado cuando comenzamos a avanzar a más velocidad, y simplemente me dediqué a observar el paisaje que dejábamos tras nosotros.
Cruzamos el antiguo puente, recorrimos los kilómetros que quedaban y por fin llegamos a la mansión. Por suerte la casa no había sufrido ningún desperfecto durante nuestra excursión -refiriéndome con desperfecto a que una pelea entre Zoey y Katy la hiciera explotar-, sonreí melancólico y volví nuevamente la mirada tras de mí; observando a ambas chicas... «Me da pena despertarlas, se las ve tan tranquilas.»
-¡Llegamos! -Un fuerte grito por parte de Aksel me hizo saltar de mi sitio; sin contar que en el mismo momento detuvo la carreta y salí disparado hacia delante.
El grito por parte del rubio hizo despertar a las durmientes, y no dudé en mirar a Aksel con odio al ver lo que había provocado.
-¿Ya llegamos? -Alia sobó su cabeza con delicadeza, frotó sus ojos y por último se estiró profiriendo un leve bostezo. Gestos que me hicieron enrojecer un poco, levedad suficiente para que la chica no la percibiera, pero que su amiga más despierta si distinguió.
-¡¿Aksel?! -Suspiré aliviado al ver como la pelirroja ignoraba mi rostro y se concentraba en perseguir al mencionado; el que por cierto corría como gacela.
Una carcajada escapó de mi boca al ver como Minta se cobraba su venganza, chillando con fuerza tonterías en el oído del rubio. Al segundo sentí como agarraban mi manga, y dejando la escena anterior giré el rostro, encontrándome con la brillante mirada de Alia sobre mí.
Una suave sonrisa cruzaba su rostro, y pude comprobar su angosto despertar en la minúscula abertura de sus párpados.
-¿No te dejaron dormir bebé? -reí al comprobar como su rostro se fruncía, mas al segundo detuve mi risa, pues ella dejó de mirarme; su vista pasó a estar dedicada a la puerta de la mansión.
-¡Archer! -Alia profirió un agudo grito, que logró llamar la atención de Archer y consiguió que este se acercara a nosotros; a la vez que ella avanzaba hasta él-. Te eché mucho de menos... -Ambos se fundieron en un cálido abrazo, y pude ver como Minta se acercaba a mí; ocupando el sitio en el que antes estuvo Alia.
-¿Duele? -La pelirroja posó su mirada sobre mí, y por un segundo sentí como una leve punzada golpeaba mi pecho; una punzada que antes había ignorado.
-Hasta ahora no lo había notado, pero sí... ¿Cómo se para? -La observé con tristeza y ella mantuvo la mirada al frente, sonriendo con suficiencia y devolviéndome una mirada decidida.
-No se para, se cura... y creo saber cual es tu perfecta medicina. -Tras esas escondidas palabras avanzó hasta Aksel; retomando una conversación que parecía detenida.
«¡¿Cómo que medicina?! ¿Eso dónde se compra?»
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Alia y la leyenda de los ocho [CSAwards2016]
Fantasía✴Tercer puesto en el concurso CatsAwards2016, categoría Fantasía. Al principio era solo un planeta, Ypalion. Este fue elegido por los dioses para comenzar a crear su propio mundo, pero no todo salió como planeaban... ¿Cómo iban ocho dioses, algunos...