♦6♦ Sueños y luciérnagas

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Narra Alia:

Mi respiración era agitada y mi corazón bombeaba frenéticamente, me agaché a respirar y comprobé donde estaba.

Un gran bosque de altos pinos me rodeaba.

Hacía frío, y notaba como el viento congelado recorría todo mi cuerpo mientras balanceaba las ramas de los árboles.

Me giré para observar el camino que había a mi espalda, tras el que no había nadie.

Al momento mi corazón dejó de bombear tan rápido. «No recuerdo como he llegado aquí».

Como primera idea comprobé lo que llevaba puesto: una falda larga de color beige, con un chaleco sin mangas marrón, botines marrones y una camisa verde. Esa no era mi ropa.

Algo asustada decidí no hacer caso a la ropa, y descubrir donde me encontraba. M idea era ir hacia el camino a mi espalda, pero sin yo querer comencé a andar hacia delante. Sentí como mi cuerpo quería andar en esa dirección, así que me preparé para lo que viniera.

[...]

Estuve andando diez minutos, esquivando ramas bajas y saltando raíces hasta que llegue a un lago. Lentamente me acerqué a él, me agaché y vi mi reflejo en el agua « ¡Esa no soy yo!»

Mi pelo era completamente blanco, y tenía las puntas en azul hielo. Además era más largo que el mío; pues me llegaba por la cintura. Mis ojos eran más rasgados, y tenían un color azul más oscuro que el que poseían los míos. Mi piel estaba más bronceada, y tenía un pendiente de una pluma colgando de mi oreja derecha.

Rápidamente me levanté y me alejé del lago. «Esta no soy yo, de eso estoy segura».

Como primera idea se me ocurrió salir corriendo y buscar ayuda, pero tras oír el crujir de ramas entre unos árboles me quedé parada y alerta. En un segundo un rayo oscuro vino hacia mí, pero creé al momento un escudo de magia para hacerlo pedazos segundos antes de que pudiera tocarme. « ¿¡Cómo he hecho eso!?».

Un perro, que me llegaría por la cadera, completamente negro y con ojos fuego se acercó peligrosamente a mí; seguido de cerca por otros dos idénticos. Sus mandíbulas dejaban ver sus grandes dientes, blancos y filosos, manchados por una sustancia rojiza.

Mi cuerpo comenzó a correr en dirección contraria a los perros, e iba esquivándolos cuando estos se lanzaban hacia mí.

Cuando sentí que empezaba a cansarme subí a un árbol e hice aparecer un gran arco blanco y dorado en mis manos. Cogí una flecha y la disparé al primero de los perros, acertando en su ojo izquierdo y haciéndolo retroceder « ¿Cómo he hecho eso? Lo hago inconscientemente, pero me encanta». En un segundo disparé a los otros dos perros y acerté de lleno en las tres dianas perrunas.

Me bajé y seguí corriendo, pero al momento los perros volvieron a perseguirme. Corrí y corrí todo lo que pude. Ya apenas sentía las piernas y podía oír el bombeo de mi corazón tan fuerte como los ladridos de los perros.
Me paré cuando vi un pequeño camino entre dos árboles, y retrocedí para pasar por él; pero no debí hacerlo.

Era un camino sin salida, y daba a un barranco de metros y metros de altura. Los perros estaban a punto de pillarme. Los tres estaban tapando la única salida, el lugar por el que había entrado, pero había otra salida.

Mi cuerpo giró bruscamente e hizo aparecer a mi espalda unas alas. Estas eran de plumas más delgadas que las mías, y eran de un plata brillante. Di dos pasos atrás, y cogí carrerilla para tirarme.

Estaba a punto de volar cuando una sombra salió de los árboles a mi izquierda y se tiró sobre mí. Parecía un humano, pero su piel tenía un tono blanquecino; sus ojos eran de un intenso amarillo y su boca estaba repleta de finos y pequeños dientes.

Alia y la leyenda de los ocho [CSAwards2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora