♦22♦ Ya somos siete

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Me dejaba llevar por los tirones de Alia, quien sin rumbo alguno me guiaba por las calles de aquel antiguo pueblo. Algunos habitantes nos observaban con extrañeza, y otros simplemente reían y saludaban a Alia cuando esta les veía. Recorrimos entre risas de ambos casi todos los rincones de Fearas; y puedo asegurar que nunca antes vi este simple pueblo como algo tan maravilloso.

De repente la mano de Alia dejó de ejercer toda la fuerza que antes usaba para sujetarme, y cuando busqué el porqué me encontré frente a la plaza de Fearas. La que sin duda no tenía nada que ver con el resto del pueblo.

Talleres llenos de armas y objetos varios, puestos rodantes anclados formando un camino único y cientos de vendedores acercando productos de todas partes del mundo. En lo referido al comercio, Fearas era un gran punto para la obtención de materiales tas como metales, telas o madera de alta calidad. Aksel siempre alababa el mimo con el que se trataba a la flora en estas zonas de Arab, donde se pensaban dos veces las cosas antes de talar un árbol.

Un grito de Alia me devolvió a la realidad, y al segundo pude ver como la chica intentaba llamar la atención de Aksel y Minta con gestos. Ambos parecían ensimismados, observando las placas de aluminio que un hombre les mostraba, por lo que no prestaban atención algunas a los gestos de la chica.

-Mejor será que nos acerquemos. Desde aquí es imposible que nos vean. -La chica asintió de acuerdo a mis palabras, y juntos avanzamos intentando hacernos paso entre la marabunta de personas que se agolpaba en el centro de la plaza.

-¡Ayuda! -De repente un chillido llamó mi atención. Rápidamente busqué el origen de este, y pude ver a una mujer pidiendo auxilio, mientras sostenía en sus brazos el cuerpo inerte de su marido.

La gente comenzó a acumularse en los alrededores, cada vez me costaba más acercarme al herido. Alia permanecía detrás de mí en todo momento, y cuando logré llegar al herido no dudó un segundo en hacerse paso hasta llegar a él.

-¡Mantengan la calma, soy maga! -Todos los chismosos que se habían agolpado comenzaron a dejarnos espacio a ambos; al menos el suficiente para no sentir la respiración de un extraño en nuestra nuca.

-Por favor, no sé qué ha ocurrido. Él estaba bien, me giré un segundo y cuando volví la vista sus ojos estaban negros y perdía la consciencia rápidamente. Por favor, ayúdenme. -Alia se acercó al cuerpo del hombre, el que parecía sufrir leves tiembles y respiraba entrecortadamente.

-Castiel, comprueba los alrededores. Es una sombra. -Cuando oí la mención de la sombra mis sentidos se pusieron alerta, y al segundo comencé a pasar la vista por todos los presentes; cerciorándome de que no la acompañara ningún demonio.

Divisé la mirada de Aksel, atenta al igual que todos al suceso del momento, y le insté con un gesto de mano que se acercara hasta mí. Donde podría ayudar más que en medio del tumulto.

-Oí que se trata de una sombra, ¿es eso cierto Castiel? -No pude más que asentir a la pregunta de mi amigo, y al segundo vi como Minta se llevaba las manos a la boca; quien se mantuvo tras Aksel en todo momento.

-¡Es fuerte! -Me giré al grito de Alia, y pude comprobar cómo la chica tenía problemas para neutralizar a la sombra.

Intenté acercarme más, pero eso solo consiguió que la sombra se hiciera más grande; por lo que vi mejor alejarme de aquel monstruo. Aksel por su parte impedía que los habitantes se acercaran al hombre, y creó una barrera de tierra para contener a las masas.

Mientras, el Tore de Alia intentaba imponerse contra la gran sombra que poco a poco salía del cuerpo del hombre; y se podía presenciar una encarnizada lucha entre la luz y la oscuridad en aquella plaza.

-¡No! -Vi cómo Aksel estiraba el brazo, pero Minta lo esquivó y logró pasar sobre el muro; saltándolo con una agilidad sorprendente. Intenté pararla, pero en su mirada se reflejaba más decisión de la que podía imaginar; y sin creerme a mí mismo le dejé el camino libre.

La chica se acercó con velocidad a Alia, y le entregó una extraña piedra que comenzó a brillar en contacto con la luz de la chica. Al segundo el brillo de su Tore se hizo mucho más potente, y todos tuvimos que girarnos para protegernos de la cegadora luz.

Momentos después escuché el grito de júbilo de más de un aldeano; y al observar la escena pude ver a ambas chicas, ayudando a levantar al hombre y siendo rodeadas por un polvo brillante que cada vez se disipaba más.

El afectado se fue tras elogiar a ambas chicas, y poco a poco conseguimos entre todos devolver la tranquilidad a la plaza. Nos alejamos de ella, y ahí, algo más tranquilos, decidí que era el momento para preguntar varias cosas a Minta.

-¡Minta! ¡¿Dónde está mi pequeña?! -Un rudo grito rompió la recién conseguida tranquilidad, y con brusquedad me giré; encontrándome con la figura gigante de dos hombres.

Ambos poseían monos de artesanos, y parecían un calco del otro. El mayor, quien supuse sería el padre del otro llevaba el pelo en una cola; canoso y algo enmarañado. En cambio su hijo lo mantenía más corto y peinado, de un color zanahoria que se me hacía conocido.

-Abuelo, padre, ¿qué hacen aquí? No deberían estar ocupándose del pedido del Norte. -Minta cruzó sus brazos en una pose autoritaria; recibiendo por parte de ambos hombres una mirada de preocupación.

-Minta, -Su padre dio un paso al frente, hinchando el pecho e inspirando profundamente-, creímos que te había ocurrido algo. Oímos que te habías acercado a una sombra. Es la tercera vez en el mes, ¡la tercera vez que haces eso!

-Lo que tu padre quiere decir es que nos has preocupado mucho, sabemos que crees que puedes ayudar. Pero ambos pensamos que es mejor que dejes esa labor a los magos, ellos saben mucho mejor lo que han de hacer. -El hombre de cabellos nieve, que se había adelantado al otro, nos dirigió una mirada de súplica; que Aksel apoyó al momento.

-Minta, te dije que te quedaras tras de mí. ¿Qué hubiera hecho si te ocurre algo? -Las mejillas de mi amigo se tintaron levemente de rojo, provocando una risa en mí que tuve que disimular-. Es d...decir, tu familia me habría descuartizado.

-Y lo habríamos hecho. -El padre sonrió con simpatía, provocando que a todos nosotros nos recorriera un escalofrío por toda la espalda.

Al segundo dirigí mi mirada a Alia, la que se mantenía expectante a un lado del grupo; llevando su mirada del suelo al cielo, sin en realidad observar ninguno de ambos lugares. En un momento de despiste logré captar su mirada, y parecía tan perdida que hasta comencé a preocuparme.

-¿Dijeron que ella hizo esto más veces? -La voz de Alia se hizo oír en el camino, provocando que la mirada de todos se dirigiera a ella; y por ende esta levantara la cabeza.

-Sí, eso dije; siempre se acerca a un mago, y según ella le ayuda a que tenga más poder. -El abuelo suspiró cansado, y a continuación rascó con pereza su frondosa barba grisácea.

-Entiendo... Y Minta, ¿cómo haces esto? -Tras discurrir un poco logré entender el motivo de tantas preguntas, y me uní a la charla; bajo la perdida mirada de Aksel.

-¿Sale solo, o son cosas que tú ya conocías? -La chica pensó un segundo, y tras cavilar cómo nos respondería alzó la voz.

-Es extraño, he de admitirlo. Pero al ver algo reconozco todas sus características: sus componentes, piezas, materiales, nutrientes... Y al observar lugares o sucesos encuentro la forma de solucionarlos; ya sea una salida como el uso de algún objeto del lugar.

La chica suspiró con cansancio, y el lugar se quedó en completo silencio. Miré a Aksel y vi cómo la cara del chico variaba; de incomprensión, a sorpresa, llegando a la más sorprendente euforia.

-Er...eres la elegida de Macchina. -Corrió como loco y la agarró en volandas, provocando las risas de nosotros; y la mirada perpleja de sus familiares.

-Señores, -comenzó a decir Alia-, tienen a una maga de la leyenda en su familia.

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Alia y la leyenda de los ocho [CSAwards2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora