La pelea

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Exacto donde antes había mencionado.

Justo a un lado de la punta del cuchillo.

Ahí es a donde va a parar la flecha.

Volteo orgullosa a ver a Alec, pero este se encuentra boquiabierto y con la vista fija en mi anterior objetivo.

Río.

—¿Que pasa? ¿Te he impresionado?

—Creo que me he enamorado de ti.

Vuelvo a reír.

—¿Tanto a si?.

—Para nada. Alec jamas se enamora.

—Me asusta cuando te refieres a ti en tercera persona.

Le entrego su arco y las flechas y él camina hacia el cuchillo para desclavarlo.

Intenta mas de una vez, pero su esfuerzo es nulo, apenas y lo ha sacado un poco. Hasta tiene que recurrir de poner su pie en el árbol y jalarlo con todas sus fuerzas, lo se porque hay venas resaltadas en sus brazos.

Sonrío burlonamente.

El voltea a verme y trato de borrar mi expresión.

—Deja de estar parada ahí, burlandote del impresionante Alec y ven a ayudarme.

—En primera: No eres tan impresionante si no puedes ni siquiera desclavar un cuchillo de un árbol.
En segunda: Lo haré si dejas de hablar de ti mismo en tercera persona.

—Hecho. Ahora ven.

Me acerco con la intención de ayudarle.

—Muevete—le digo.

El se quita e intenta sacarlo por a un lado mientras yo lo hago de frente.

El cuchillo se encuentra verdaderamente aferrado al árbol, como si no quisiera soltarse de el, como si su vida dependiera de ello, lo cual no es el caso, ya que es un objeto material.

Cuando estoy por rendirme, cuando estoy convencida de que este cuchillo ya formaba parte del árbol, se desprende. Como ninguno de los dos se lo esperaba, salimos disparados para atrás y yo caigo, el se enreda con mis pies y cae encima de mi.

Los dos no quejamos por el golpe.

Él se recarga con sus manos a los costados.

Me sonríe y eleva las cejas una y otra vez ¿Como hace eso? .

—Que conveniente situación.

—Agh, no empieces y quitate de encima.

Él parece ignorar lo que digo.

—¿Qué pasa si te beso ahora mismo?— dice guiñandome un ojo.

Quiere hacerme enojar, yo lo se.

—Te deformo el rostro.

Sonríe.

—Lo suponía.

Se incorpora y me tiende la mano. Yo se la acepto y jala de mi hacia adelante ayudandome a levantarme.

Sacudo la tierra de mi espalda y trasero.

—No se como te resistes a mis encantos, si yo fuera tu me amaría locamente.

Eso me arranca una sonrisa.

—No te preocupes, no es necesario que seas yo, tu ya te amas locamente.

Él me devuelve la sonrisa.

—Es inevitable.

No llego a comprender todavía la gran cantidad de ego que tiene este chico.

—Bueno ya, menos mal que no se nos clavo el cuchillo.

Lo siento, pero...te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora