Gwren.
Darren se encuentra a mi lado cuando nos acercamos a la pizarra de anuncios que descansa cerca de nuestra área académica. Otros estudiantes curiosos pululan a nuestro alrededor, empujándonos más y más atrás... casi quiero darles de tortazos cuando siento varios pies sobre los míos y unos cuentos empujones sobre mi hombro.
— ¡Esto es una locura! — murmura Darren cerca de mi oído —. ¡Todos están como locos!
— Es que quieren la beca — contesto, segura de mí misma —. ¿Y cómo no? Que te financien el 50% de tu carrera a cambio de unas cuantas horas extras es lo mejor que podría pasarte.
Han sacado una convocatoria hace unos días que consiste básicamente en un programa piloto de esta y otras universidades en Atenas y Tesalónica asociadas a empresas y cadenas televisivas que han concedido ayudar a pagar nuestros estudios a cambio de unas cuantas horas de servicio.
La idea suena bastante bien, aún más para mí que de cuando en cuando tengo que poner de mi sueldo para pagar mis colegiaturas ya que el sueldo de contador de mi padre no es suficiente, apenas escuché de ella, anoté todas las bases y me inscribí... lamentablemente, no fui la única que se entusiasmó con ello.
— Tengo que llegar al frente — lloriqueo e intento una maniobra para meterme en el medio, no resulta.
— Y vaya que sí — Darren mira su reloj de muñeca y tuerce la boca —, faltan quince minutos para Psicología de la Comunicación.
— Espero y el profesor Admes entienda nuestras razones, si es que llegamos tarde.
El mar de cabezas tarda más de lo que me hubiese gustado en disiparse. Todos están ansiosos por encontrar su nombre en la lista — incluyéndome, claramente — y no es para menos, no solo consigues una especie de patrocinador sino también un poco de experiencia al trabajar en tu campo antes de terminar la licenciatura.
Prácticamente me abalanzo sobre la pizarra cuando el cuartetos de chicos que impedía mi paso, se alejan chocando cinco unos con otros.
— Por la sabiduría de Atenea, la belleza de Apolo y el amor de Afrodita — replico con los ojos cerrados y mi mano sobre una de las hojas de los elegidos —, que mi nombre se encuentre en esta lista.
— Amén —se burla Darren.
Me muerdo la boca y con mi corazón retumbando duramente contra mi pecho, recorro la pizarra completa tratando de calmar mis nervios que han ocasionado que mis manos tiemblen como maracas.
— Ayúdame a buscar — no espero la respuesta del castaño.
Con el dedo índice, voy bajando poco a poco por cada uno de los nombres y empresas. Mis nervios aumentan un dos por ciento con cada uno al no leer ni una G por Gwendolyne o una R por Rowell.
Cuando estoy a nada de perder la cordura, la voz melodiosa de mi mejor amigo se cuela en mis oídos como la más dulce canción jamás inventada.
— Rowell Gwendolyne A. — sonrío tan ampliamente que me duelen las mejillas, él me mira con esos ojos que no dictan más que problemas —. Yo no estaría tan contento, mira nada más en dónde te ha tocado colaborar.
Frunzo el ceño y me acerco a él.
¿A caso te invoqué a ti Momo, personificación de la burla y el sarcasmo, para que me hicieras una muy pero muy mala jugada?
— Dime que es una maldita broma — digo en un suspiro.
Darren niega con la cabeza y con aquella sonrisa de Cheschire, que es un a priori de tragedias, me subraya: — No es una broma, querida, tu patrocinador es el director de una de las cadenas hoteleras y restauranteras más importantes de toda Grecia. El mismísimo Ángel Vancouver.
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Ángel [Vancouver #1] || ✔
Novela JuvenilCuando Ángel Vancouver apareció en mi vida, fue un rotundo terremoto de emociones que arrasó con gran parte de mi cerebro. No recuerdo si fueron esos ojos verdes acuosos, o aquellas pestañas rizadas; incluso no recuerdo si fue aquella voz cargada de...