Capítulo 43. Buenos deseos

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Gwren.

Los días se pasan volando, llegando hasta el punto en que tanto Ángel, Oliva y yo nos sentimos agotados del trabajo. Sé que el más afectado ha sido Ángel, él ha sido el único que ha llevado la batuta contra los reporteros y contra las mil preguntas de el Señor Straling y sus socios, sin embargo, no puedo declarar que yo me la he pasado de maravilla.

Las últimas juntas han sido una desgracia, como buenas secretarias Olivia y yo debemos estar al mando de todo lo que nuestro jefe y sus socios deseen. Lástima que el señor Beltrán y Straling sean de lo más exigentes, no los hubiese odiado tanto estos últimos días.

Afortunadamente la desdicha está por terminar.

Miro por la ventana las hermosas calles de Las Vegas que ya lucen completamente adornadas con grandes focos de colores, nieve falsa, Papá Noeles en los techos, calcetines en las vigas e incluso, renos de madera en los jardines. Me agrada el espíritu navideño de los estadounidenses y su forma tan conmemorativa de representarlo. Apenas estamos a 18 y ya siento como si la Navidad estuviera a tan sólo un día de inundarlo todo.

Desde pequeña me ha encantado la Navidad, siempre estuve a favor de los enormes árboles y las brillantes esferas de vidrio. Mi padre lo odiaba, sin embargo, por complacer a su pequeña y única hija, fue capaz de comprar dos árboles de navidad, uno para la sala y uno para mí habitación. Suelto un pequeño suspiro.

Me alejo de la ventana y me siento en la cama mientras tomo mi teléfono celular. Papá me ha mandado más de mil mensajes pidiendo disculpas por los días que ha pasado sin verme y por los días que me ha dejado sola en la casa. Me siento culpable, él no sabe que estoy al otro lado del mundo lejos de él, mucho menos sabe que estoy más que mejor acompañada y que mi último pensamiento ha sido en el abandono de mi padre.

Gwren.

Estoy bien, no te preocupes, las cosas han ido de maravilla. Estate tranquilo y concéntrate en el trabajo, nos vemos en unos días. Te quiero disponible para navidad.

Besos.

Mando el mensaje y me dejo caer en las suaves almohadas de la cama de hotel. Huelen a shampoo de lavado y perfume. Sonrío, huelen a Ángel. No me sorprende, Ángel ha pasado más tiempo acostado en mi cama que lo que ha pasado en su habitación, me siento culpable de no haber aceptado su oferta del compartir habitación pero ciertamente se me hacía incorrecto. El que pasara más tiempo en mi habitación, no significa el que haya dormido aquí los últimos doce días en ella.

Cierro los ojos.

El pequeño golpeteo en mi puerta me despierta de mi ensueño.

Me pongo de pie y abro la puerta.

Ángel me abraza de inmediato.

— Dios, una hora más y te juro que apuñalo a Straling — comenta con un deje de molestia en la voz. Acerco mis brazos a su espalda y lo abrazo —. Por favor, distráeme antes de que termine en una prisión.

Me río, divertido y lo dejo pasar.

Ángel luce fatigado y con un cansancio sobre los hombros que es más que evidente. Me alejo de él lo suficiente para notar esa V que se dibuja en su frente y que provoca el que sus cejas se frunzan. Levanto el brazo y toco con un dedo su frente, disolviendo cualquier rastro. Ángel suelta un suspiro y aleja mis dedos de su frente y me mira con sus ojos verdes brillantes.

— ¿Qué has estado haciendo estas últimas horas sin mí? — pregunta, fanfarrón mientras sujeta mi cintura. Niego con la cabeza y me acerco a la mesa del comedor. Desde hace unos días he aprendido que si Ángel viene más que frustrado a mi habitación, lo primero que debo hacer es alimentarlo. Suena raro pero eso evita millones de discusiones irrelevantes.

Ángel [Vancouver #1] || ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora