Capítulo 15: Reencuentro salvador.

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No hace falta recalcar los ataques de ansiedad que sufrí durante todo lo que fue el viaje de regreso a Estados Unidos, puesto que yo no paraba de imaginarme de que podría pasar lo peor del mundo, temía que Lars estuviera sufriendo y necesitara de mi ayuda.

Después de volver a instalarme en mi casa y echarme una pequeña siesta -el cansancio me mataba-, al despertar llena de energía para continuar con la incesante investigación. Tenía todo el marco teórico listo, no más me faltaba poner en marcha el plan con información nueva que recopilé en mi viaje para ver si mis nuevas teorías eran factibles y darían resultados positivos para mi paciente.

De mis tantas teorías que podrían ser una solución al conflicto, como les expliqué a los padres de Lars, era evitar que le dieran esos fármacos tan fuertes, dejar que socialice con otras personas y trasladarlo a un psiquiatra para arreglar los verdaderos daños "irreversibles" que son el miedo a hablar con la gente y su depresión al no poder ser alguien normal.

Apenas puse pie en el establecimiento médico, corrí a toda velocidad hacia el área de psicología. Me encontré con Marion saliendo de la habitación de mi paciente, entonces, mi estómago se revolvió demasiado.

Me lancé encima de ella para abrazarla, llenas de emoción nos saludamos y sin contarle nada de lo que me enteré en mi viaje, sólo me limité a consultar:

- ¿Lars está bien? -asintió y por fin pude suspirar en relajación.

- De maravilla, ¿y a ti, cómo te fue? -suspiré ahora en desilusión- ¿No conseguiste nada? -negué- Ah, ¿entonces?

- Conseguí demasiada información... tanta que ni quería saber, joder, cuando termine mi "turno" de "enfermera" te cuento todo, ¿vale?

- Vale, ¿nos juntamos donde siempre? -asentí- Ok, ¡que te vaya bien!

- ¡Igualmente!

Marion se retiró del lugar y yo procedí a entrar por fin a la habitación, apenas cruzamos miradas, en su rostro se dibujó una enorme sonrisa, extendí mis brazos hacia los lados y él se levantó de su camilla para abrazarme. No me sorprendía que él siguiera temblando cada vez que se acerca mucho a mi, sobretodo porque nuestros rostros estaban muy cerca, podía sentir su respiración irregular uniéndose con la mía, percibía su corazón latir a mil kilómetros por hora... cerró los ojos un segundo y acercó sus labios cada vez más a mi hasta rozar mi mejilla. Los mantuvo allí un par de segundos, estaban algo partidos pero no dejaban de ser suaves como su piel en sí, fríos, sí, muy fríos. Mis mejillas tomaron calor con fuerza y el contraste fue muy notorio.

Se separó de mi en un metro de distancia, con su enorme sonrisa y sus mejillas al igual que las mías, estaban sonrojadas.

- ¿Te portaste bien con Marion? -asintió de manera frenética, sin quitar su angelical sonrisa- ¿Y con los doctores? -rió un poco y negó, sacó la lengua en disgusto y volvió a reír con suma dulzura- Buen chico.

- Y... ¿cómo te fue a ti? -hizo una mueca y se rascó la nuca, a su vez que dirigía su mirada al suelo, eliminando la felicidad en su rostro- ¿Era la dirección que te dije o...?

- Sí, lo era... -suspiré, apenada- Larsie, hay un montón de cosas de que me enteré, quizás algunas ya las sepas, otras no... el punto es que lo que el mundo ha hecho contigo, es maldad pura.

- ¿Recién te vienes a dar cuenta? -rodó los ojos y se sentó en la camilla, me hizo señales para que le acompañara, eso hice y me mantuve a una distancia de medio metro para no incomodarle tanto.

- No, pero es que lo he comprobado de todas las formas posibles, tus padres lo corroboraron, cosa que nunca creí que pasaría y sucedió.

- Ajá... ¿me dirás todo lo que te contaron? -asentí- Adelante...

Me dolió con el alma entera confesarle la verdad, de que porqué él está allí encerrado; una tortura verdadera por unos padres que de verdad querían que su hijo muriera. En cierta parte, Lars se esperaba que yo le contara algo similar, no tan grotesco y malvado, sin embargo, me confesó que lo sospechó de una que otra forma. Me costaba verle así, tan deprimido, al borde del llanto, aguantándose las lágrimas... él no dejaba de temblar y parecía que en cualquier momento sufriría un ataque de histeria al saber la enorme conspiración que hay detrás de él, aquella conspiración que acabó siendo cierta.

Permití de manera abierta a que se apoyara en mi hombro y soltara esos sentimientos reprimidos por la rabia, sus lágrimas empapaban mi blusa, mi mano derecha acariciaba la parte baja de su espalda, consolándolo de su sufrimiento.

- Oh, Lars, tranquilo... -susurré- Te juro que he hallado la manera para sacarte de este horrible hogar por siempre, hice un trato con tus padres para que no te hagan más daño, para que no vuelvan nunca más a querer hacerte algo malo...

- Aunque salga de aquí... -sollozó y sorbió la mucosidad nasal- la gente seguirá teniéndome miedo y odio, no soy alguien normal, Glenna, nunca lo seré...

- Sí, sí lo seras... ¡He hallado la solución, oh, la he hallado!

- ¿Saldré de esta habitación para siempre?

- Saldrás y serás un ser humano normal, que puede socializar con la gente, porque tú eres normal, Lars, lo eres, ellos te hacen creer que eres una basura pero nunca lo haz sido. Te lavaron el cerebro y para mal...

- ¿Me prometes eso?

- Te lo prometo.

Unimos nuestras manos para establecer el trato.

Al principio le aterraba el hecho de socializar con otros pacientes de psicología -alegaba que eran muy locos, más que él y que podrían herirlo-, yo le argumenté que los pacientes de aquí están muy bien controlados y que nunca son abandonados por sus cuidadores, que nunca suelen perder el control de si mismos. Todavía, con mucho miedo, aceptó aquella idea.

También me contó que le aterraba la idea de estar solo en una habitación con un psiquiatra que le haga largas charlas y le pregunte lo que le ha pasado la mayor parte de su vida -lo cual, me ha dicho en varias ocasiones, que su memoria se ha ido deteriorando y tiene recuerdos muy vagos-, porque no va a saber responderle muchas cosas.

Le venían pequeños ataques de pánico, los cuales me encargué de calmar.

Al finalizar mi "turno como enfermera", me despedí de él con un beso en la mejilla y fui a una cafetería, para reencontrarme con Marion y relatarle absolutamente todo lo que ha pasado.

Una vez que le haya contado mis teorías para que mi paciente se recuperara...

- Puedes juntarlo con mi paciente James, que un día salgamos los cuatro para que estén ellos dos juntos y sean amigos, tienen casi la misma edad, podrían llevarse bien ya que han pasado traumas similares, ¿qué dices?

- ¿Cita doble entonces? -bromee y ella rió.

- No, tonta, que sólo a ti te pasa que te guste tu paciente.

- AH, bueno... -reí también- Tienes razón, resultaría un buen plan, entonces... ¿los juntamos o qué?

- Obvio, ¿cuándo pediremos permiso para...?

- ¿Por qué no pronto, Marion?

- ¿Por qué no ahora, Glenna?

Y así fue como nos importó todo una mierda para echar una carrera a la universidad, pedir permiso, al hospital de nuevo y pedir permiso. Ella llamando a los padres de James para que acepten. Yo llamando a los padres de Lars para que acepten. Entre las dos falsificando firmas y juntando ropa metalera para que utilicen nuestros pacientes el día en que salgamos los cuatro para recorrer el hermoso mundo.

Químicamente Peligroso y Enamorado (METALLICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora