—¡Young Miniiiiiiiii! —gritó Sun Hee desde el otro extremo del pasillo.
Volteé inmediatamente, encontrándome con una hermosa chica de un metro setenta acercándose con una gran sonrisa en su rostro.
—¿Qué ocurre, Sun Hee? —respondí. Conocía muy bien a esta chica. Cada vez que tenía esa sonrisa era porque algo importante estaba ocurriendo, según ella.
Sun Hee corrió a través del pasillo, acercándose cada vez más a mi casillero. Me apoyé ligeramente en él para enfrentarla.
—¡No vas a creer lo que me acaba de decir Tae Hyung! —gritó, haciendo que todos los estudiantes a su alrededor la escucharan.
Rodé los ojos involuntariamente. Sun Hee había estado enamorada, mejor dicho, estúpida y locamente embobada con Kim Tae Hyung desde que llegó a nuestra escuela. Él era el chico nuevo hace dos años. Cabello rubio oscuro, ojos marrones y hermosa sonrisa. Carismático, gracioso, amigable, considerado, responsable y, por si fuera poco, capitán del equipo de baloncesto de la escuela. En otras palabras, el chico perfecto.
Tae Hyung era un chico agradable. Estábamos juntos en varias clases y hablábamos de vez en cuando en los pasillos. Admitía que era gracioso y un chico bastante aplicado, pero no le veía nada de asombroso o perfecto, como solía describirlo Sun Hee.
Lee Sun Hee. Dieciocho años. Mejor amiga y hermana de sangre de Kim Young Mi.
De acuerdo, está bien. No debo exagerar tanto. Somos como hermanas; eso es todo. Nos conocimos en primero de primaria. Recuerdo haberla visto usando su pequeña falda con un prendedor de mariposa enganchado en ella. Daba la impresión de ser una chica muy linda y tierna, aunque... En definitiva, las apariencias engañan. Linda, sí era. ¿Tierna? No tanto. Digamos que, Sun Hee tiende a ser una persona muy animada. Es demasiado hiperactiva y siempre está moviéndose. Es por eso que forma parte del equipo de animadoras de la escuela. Es una buena alumna y es bastante agradable con todos, pero solo lo hace por cortesía. En realidad, no tiene un gran grupo de amigos. Los chicos suelen tratarla como una pequeña a la que hay que comprarle un dulce para mantenerla callada y contenta. Sin embargo, sé que tras esa imagen de niña inocente con problemas de hiperactividad, se esconde una chica insegura de sí misma y ansiosa por ser aceptada por todos.
Sun Hee y yo no podemos ser más diferentes. Sin embargo, creo que eso es, precisamente, lo que nos une. Nos complementamos a la perfección. A pesar de actuar de forma tan desigual, ambas vemos la vida del mismo modo. Nuestra forma de razonar es, prácticamente, la misma.
—¿Qué te dijo el niño bonito, diagonal, Kim Tae Hyung? —le pregunté. Ella soltó una pequeña risa y se sonrojó.
—Me preguntó si Mandy y nosotras iríamos a animar al equipo de baloncesto mañana por la tarde —me respondió emocionada. ¡Oh, no! Ya entiendo por dónde va todo el asunto.
—Sun Hee, seré sincera contigo, ¿está bien? No creo que Tae Hyung te estuviera preguntando directamente por tu asistencia al partido de mañana. Tienes claro que te preguntó por Mandy. Si te mencionó a ti y al equipo, fue por pura educación.
Sun Hee asintió. Sabía que Tae Hyung no la veía de ninguna forma en particular, pero cada vez que le hablaba o le preguntaba algo parecía que Sun Hee olvidaba todo y volvía a recuperar las esperanzas.
—Lo sé. Es solo que... —Suspiró—. Ya sabes cómo me pongo cuando me habla. Lo siento, Young Mi. A estas alturas debo parecerte una completa estúpida.
—Pues... —dije, fingiendo que lo pensaba. Sun Hee me dirigió una mirada de muerte.
Por un segundo, observé bien sus ojos. Eran de un color ámbar tan hermoso que cualquier chico podría quedar encantado con tan solo mirarla. En ocasiones, no entendía por qué no la tomaban en serio. Su actitud era un poco infantil, pero no era para tanto.
De repente, un par de ojos castaños llamaron mi atención. Los observé fijamente y pude apreciar cómo estos inspeccionaban el pasillo con lentitud.
Sin que nadie se diera cuenta, me guiñó el ojo y señaló el armario de mantenimiento con su cabeza. Yo asentí con la mirada.
Al parecer, tenía otra sesión de estudio improvisada con el fabuloso, carismático y ardiente mariscal de campo, Park Jimin.
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Esa mirada © ➳ Park Jimin || Esa mirada #1
FanficTras su encuentro furtivo en el armario de mantenimiento aquella tarde, ninguno de los dos había podido dejar de pensar en el otro. Después de ese beso fugaz frente a los casilleros, ambos se habían quedado en silencio, observándose fijamente. Des...